...la derecha no se quedaría quieta observando cómo el gobierno trabaja en favor del cambio para Colombia, por lo que no dejaría de usar la manipulación y el engaño que le permitieron mantenerse en el poder a lo largo de la historia
José Murat*
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De manera concurrente y simultánea, la derecha embiste en Europa y América, conquistando mayores espacios territoriales y mediáticos en España, recrudeciendo la hostilidad contra los migrantes en sectores de Estados Unidos y socavando al gobierno izquierdista, a la manera de un golpe de Estado blando, en Colombia.
Apenas el 28 de mayo de manera sorpresiva una alianza de fuerzas retrógradas ganó importantes gobiernos regionales y municipales en España, incluido Madrid, lo que condujo al primer ministro socialista Pedro Sánchez a convocar a elecciones anticipadas para definir la suerte, no de las regiones, sino del país mismo.
En esa alianza conservadora, con expresiones neofascistas estridentes enquistadas, que avanzó y ya festina un triunfo anticipado, figura el Partido Popular, el movimiento Vox y agrupaciones regionales. Quien más creció, o más propiamente más se verá beneficiado por esa alianza, es Vox, que cogobernará más de media docena de comunidades autonómicas y decenas de municipios. De triunfar la alianza neofascista, ahora en el ámbito nacional, España se sumaría a Italia con un gobierno de ultraderecha, con Francia ya tocando la puerta.
Pero, por supuesto, nada está decidido. Hasta ahora las sociedades europeas, en su gran mayoría, han rechazado toda modalidad de fascismo, conscientes de que este espíritu autoritario, clasista y racista, ha sido fermento de odio, división, sufrimiento e incluso de guerra y muerte.
Luego del colapso tanto de los regímenes fascistas que condujeron a la Segunda Guerra Mundial, como de los gobiernos comunistas en su versión estaliniana, la opción ha sido un amplio abanico de expresiones dentro de la socialdemocracia; el Estado social de derecho, y una economía de mercado, pero con marcados contenidos sociales. Es decir, un espectro oscilante entre el centro y la izquierda.
Esa es la apuesta que tienen que defender ahora las fuerzas progresistas de España, en las elecciones del 23 de julio. No permitir el regreso del franquismo, ahora con un rostro más autoritario, intolerante con las minorías, los inmigrantes y las culturas originarias de Mesoamérica.
Vox podría estar en la antesala de cogobernar no sólo un municipio o una comunidad autonómica, como había ocurrido hasta ahora, sino todo el país. En síntesis, existe el riesgo de que el fantasma del fascismo, que casi no había podido penetrar en la Europa escolarizada y civilizada de las últimas cinco décadas, se empodere ahora de España.
En Estados Unidos hemos visto el espectáculo degradante de las precampañas presidenciales, sobre todo en un polo de la contienda, con aspirantes a la candidatura, cuya principal credencial de presentación ante su país y el mundo ha sido su radicalismo clasista, racista y antiinmigrante.
En ese mismo clima de hostilidad creciente, el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien hasta ahora no ha hecho pública su aspiración presidencial, pero es una de las principales figuras de su partido, ha anunciado el envío de una mayor fuerza policiaca local para reforzar la logística federal de bloqueo en la frontera.
También anunció un inusitado dispositivo para hacer más complicado, cruel y peligroso el ya de por sí difícil cruce del río Bravo. Se trata de una barrera flotante marina de 300 metros en ese icónico río, desde la ciudad Eagle Pass, como parte de un plan para interrumpir los cruces de migrantes desde México,
Finalmente, en Colombia se está dando un fenómeno semejante al que aconteció en Perú, ahora con una coalición de fuerzas conservadoras, recelosas y refractarias a las reformas sociales comprometidas del presidente Gustavo Petro, quienes están emprendiendo una abierta campaña de desestabilización en los medios de comunicación por el financiamiento de su campaña, pese a que los presuntos involucrados ya han desmentido las declaraciones que les atribuyeron.
La campaña en contra del primer Ejecutivo colombiano de izquierda ha tenido una gran resonancia mediática y comienza a socavar los apoyos de sus aliados en el Congreso, lo que podría complicar la agenda reformista. El presidente ha prometido un cambio estructural y para ello ha buscado impulsar tres proyectos cardinales: la reforma de la salud, la laboral y la de pensiones. La campaña mediática está complicando la mayoría necesaria para aprobar estas reformas de avanzada.
No extraña esta campaña de linchamiento. El mandatario Petro proviene de un movimiento totalmente ajeno al establishment que por décadas gobernó Colombia, tiene un origen guerrillero y una gran vocación social, en cuya agenda figuran esas tres reformas, y otras más, para desmontar el sistema oligárquico y excluyente que ha imperado por décadas.
Como afirma la vicepresidenta Francia Márquez, la derecha no se quedaría quieta observando cómo el gobierno trabaja en favor del cambio para Colombia, por lo que no dejaría de usar la manipulación y el engaño que le permitieron mantenerse en el poder a lo largo de la historia. En suma, la derecha y la ultraderecha están lejos de estar vencidas en la batalla de las ideas y la conducción de los gobiernos en el mundo. La lucha continúa.
*Presidente de la Fundación Colosio
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