El Homo naledi enterró y recordó a sus muertos 100.000 años antes que los humanos modernos
Pablo Javier Piacente
Reconstrucción de la cabeza del Homo naledi, a partir de escaneos óseos. CRÉDITOS: JOHN GURCHE, MARK THIESSEN, NATIONAL GEOGRAPHIC.
El Homo naledi, un pariente humano extinto con un tercio del tamaño de nuestro cerebro, enterró y recordó a sus muertos mediante grabados en rocas hace alrededor de 300.000 años, según un nuevo estudio. La teoría contrasta con concepciones arraigadas, en cuanto a que solo los humanos modernos y nuestros primos neandertales podían realizar este tipo de actividades complejas.
Una especie humana extinta que vivió hace cientos de miles de años puede haber enterrado deliberadamente a sus muertos y tallado símbolos significativos en lo profundo de una cueva sudafricana, en una demostración de comportamientos avanzados que generalmente se consideran exclusivos de los neandertales y el Homo sapiens moderno. Así lo establece un equipo de especialistas liderado por el paleoantropólogo Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica.
Si se confirma esta teoría, desarrollada en tres nuevos estudios publicados recientemente en BioRxiv, los entierros del Homo naledi en las profundidades de una cueva cerca de Johannesburgo serían los más antiguos conocidos hasta el momento: se realizaron hace 300.000 años, o sea al menos 100.000 años antes que los primeros sitios de enterramiento relacionados con los humanos modernos.
Una misteriosa especie
Los arqueólogos liderados por Berger descubrieron inicialmente los restos de H. naledi en el sistema Rising Star Cave de Sudáfrica en 2013. Desde entonces, se han encontrado más de 1.500 fragmentos óseos de varios individuos, en todo el sistema de 4 kilómetros de largo. La anatomía de H. naledi ha logrado precisarse gracias a la notable conservación de sus restos: eran criaturas bípedas que medían alrededor de 1,5 metros de alto y pesaban aproximadamente 45 kilogramos.
Disponían de manos hábiles y cerebros pequeños pero complejos, rasgos que han llevado a debatir a la comunidad de especialistas sobre la complejidad de su comportamiento. Ya en 2017, el equipo de Berger sugirió que H. naledi había enterrado a sus muertos en el sistema de cuevas sudafricanas de un modo deliberado, con el objetivo de recordarlos.
Entierros y grabados
Según un artículo publicado en Live Science, la nueva investigación describe ahora dos pozos poco profundos de forma ovalada, en la cueva sudafricana en la que se descubrió inicialmente a H. naledi. Las antiguas excavaciones contenían restos óseos consistentes con el entierro de cuerpos cubiertos de sedimento, que luego se descompusieron. Es posible que uno de los entierros incluso haya incluido una ofrenda de tumba: se identificó un artefacto de piedra en estrecho contacto con los huesos de la mano y la muñeca.
Por otra parte, un artículo publicado en National Geographic describe el hallazgo de formas y patrones abstractos grabados en las paredes de las cuevas, cerca de los supuestos entierros. Las superficies inscritas parecen haber sido preparadas con una sustancia y suavizadas, y algunas de las marcas parecen haber sido borradas y grabadas nuevamente, lo que indica que se hicieron durante un período extenso de tiempo.
Aunque aún no se ha confirmado que estos diseños estén relacionados directamente con los entierros, Berger y sus colegas desafían a partir de este descubrimiento otra suposición de larga data, aquella que supone que cerebros más grandes significan un comportamiento más complejo, como fabricar herramientas, manejar el fuego y crear símbolos.
Una vista aérea de los huesos de Homo naledi, según lo establecido por los investigadores. Los científicos han identificado a más de 18 individuos en el sitio de enterramiento, desde bebés hasta ancianos. CRÉDITO: ROBERT CLARK, NATIONAL GEOGRAPHIC.
El tamaño del cerebro y la cognición compleja
El registro fósil indica que el tamaño relativo del cerebro en muchas poblaciones de homínidos aumentó en el transcurso de dos millones de años, culminando con el Homo sapiens. Mientras el cerebro de un humano adulto moderno tiene una capacidad de aproximadamente 1.500 centímetros cúbicos, el cerebro del Homo naledi tenía menos de 600.
Sin embargo, si se comprueba que este homínido de cerebro pequeño se involucró en comportamientos avanzados como el entierro deliberado y la creación de símbolos asociados a los mismos, los investigadores argumentan entonces que el tamaño del cerebro no debería ser un factor importante para determinar si una especie de homínido es capaz de desarrollar cognición compleja.
¿Falta de evidencias?
Por último, un artículo publicado en The Conversation y firmado por cuatro antropólogos que no participaron en la nueva investigación cuestiona la “falta de evidencias” en torno a las hipótesis establecidas por Berger y su equipo.
Según Miguel Petraglia, de la Universidad Griffith, en Australia, Emmanuel Ndiema, de los Museos Nacionales de Kenia, María Martinón-Torres, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en España, y Nicole Boivin, del Instituto Max Planck de Geoantropología, en Alemania, el nuevo estudio “no aporta hasta el momento evidencias de enterramientos intencionados del Homo naledi que se adecúen a los estándares establecidos por la comunidad paleoantropológica internacional”.
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Referencias
Evidence for deliberate burial of the dead by Homo naledi. Lee R Berger et al. BioRxiv (2023). DOI:https://doi.org/10.1101/2023.06.01.543127
Burials and engravings in a small-brained hominin, Homo naledi, from the late Pleistocene: contexts and evolutionary implications. Agustin Fuentes et al. BioRxiv (2023). DOI:https://doi.org/10.1101/2023.06.01.543135
241,000 to 335,000 Years Old Rock Engravings Made by Homo naledi in the Rising Star Cave system, South Africa. Lee R Berger et al. BioRxiv (2023). DOI:https://doi.org/10.1101/2023.06.01.543133
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