Dar regreso a las clases sería equivalente a cometer un genocidio
En un país donde la salud es para unos pocos, el trabajo es mayoritariamente informal y el apoyo estatal es escaso, no debería ser siquiera posible contemplar esta posibilidad
Luis Acosta Villarreal
Foto: Alcaldía de Bogotá
Se rumora por las calles el posible regreso a clases presenciales en instituciones educativas publicas y privadas en el país. Y pues claro, cómo no hacerlo si han sido los voceros del gobierno los que han dado un guiño de esta situación. En este sentido, tal propuesta es a lo sumo, por donde se mire, muy arriesgada, debido a que, por evidencias científicas que están al acceso de la mayoría de personas en el mundo, se necesitan agotar unas fases para poder retornar parcialmente a la rutina de vida, que en Europa han denominado como la nueva realidad.
La primera es el aislamiento preventivo obligatorio, pero ya sabemos que aquí en Macondo eso no se da totalmente: el gobierno (por su incompetencia de atención a sus ciudadanos) y la población (la poca cultura y educación de un enorme sector) forman un cóctel fuerte de violación de la cuarentena. Por ende, esta fase no se encuentra realizada a cabalidad. Por consiguiente, ¿cómo retornar a clases si no se ha realizado ni siquiera la primera fase de la confrontación de la pandemia? Solo aquí se piensa en eso.
Segundo, siguiendo las experiencias de China, Italia y España, se debe tener un conteo diario altamente efectivo para poder cerciorarse del estado del virus en los ciudadanos y encaminar las reaperturas progresivas. Sin embargo, si no se aísla correctamente a la sociedad, ¿cómo se pretenden realizar los análisis de progresión o disminución de la pandemia en la nación? Aquí se demuestra la poca capacidad del Estado colombiano, que se ha dedicado a robar, despedazar y despojar a través de los corruptos (que mal llaman políticos), que no representan en nada a la sociedad y que no buscan el bien común, sino que, por el contrario, solo pretenden el beneficio individual. Esto se nota hoy más que nunca, ya que ni en la crisis dejan de robar y ultrajar a las minorías de este país.
Ahora bien, la tercera fase es el higiene en las instituciones educativas, como se evidencia en el siguiente vídeo. Es decir, que antes de sacar a la brava a los estudiantes —que según el Dane son alrededor de diez millones (entre niños y jóvenes que están cursando en colegios públicos y privados sus respectivos ciclos escolares)— y a los maestros —que son alrededor de 220.114 y que laboran tanto en las horas cátedra como en el sector de administración educativa—, se deben garantizar las condiciones de higiene y de muestreo altamente eficaz. No obstante, en este país no hay ni lo uno ni lo otro. Para la muestra, los baños de los colegios públicos muchas veces carecen de agua potable, liquido tan determinante en la protección de nuestra vida. Además de esta situación, el muestreo también es defectuoso. De hecho, según el mismo ministro de Educación, no contamos con la tecnología necesaria para conocer en tiempo real el avance o retroceso del virus.
Para cerrar, el regreso a clases eventualmente implicaría que el número de contagios aumentara exponencialmente en un 30% desde el primer día, por lo que colapsaría el sistema de salud y por consiguiente decrecería el nivel de vida —que posteriormente se expresaría en la muerte—. Esto sería a lo sumo un genocidio, se aniquilaría a la población estudiantil y docente del país, sin contar con sus familias. No es posible pensar un eventual regreso en nuestras condiciones, en un país donde la salud es para unos pocos, el trabajo es mayoritariamente informal y el apoyo estatal, escaso.
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