DOSSIER:
1. Siete lecciones geopolíticas en tiempo de coronavirus
2. Lecciones de una pandemia
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1. Siete lecciones geopolíticas en tiempo de coronavirus
1. Siete lecciones geopolíticas en tiempo de coronavirus
2. Lecciones de una pandemia
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1. Siete lecciones geopolíticas en tiempo de coronavirus
Alfredo Serrano Mancilla
https://www.nodal.am/wp-content/uploads/2020/03/geopolitica-coronavirus-300x175.jpg
De todo se aprende, incluso en los tiempos del cólera. La pandemia del coronavirus también trae lecciones en clave geopolítica para América Latina.
1. La primera pregunta es obvia: ¿qué está haciendo el Grupo de Lima en esta contingencia? Esta alianza nació para un objetivo tan limitado que no está a la altura de los desafíos históricos que tienen que ver con las preocupaciones reales de la ciudadanía de América Latina. Y algo muy parecido le ocurre a la OEA.
2. Ausencia de instancias regionales efectivas que afronten esta problemática supranacional. Es ahora cuando se extraña a la Unasur y su capacidad de coordinación frente a situaciones como esta. La Celac tiene una oportunidad histórica para asumir esta tarea.
3. China, primero. Se pide ayuda prioritariamente al gigante asiático, y no a Estados Unidos. China fue el lugar de origen de este virus y, por tanto, el primer país en sufrir sus consecuencias. Pero luego de ese momento, superó la crisis de manera muy efectiva. El porcentaje de afectados y muertos en comparación con su población es más que mínimo, a diferencia de lo que pasa en otros lugares del mundo. Demostró capacidad para vencer con eficacia esta batalla. Sale reforzada a nivel global.
Se abre una nueva disputa hacia delante: entre el Consenso (neoliberal) de Washington permanentemente actualizado y un nuevo Consenso Postcoronavirus que considera que la sanidad pública es vital y el Estado debe tener un rol protagónico
4. El neoliberalismo, como racionalidad, no sirve. El "sálvese quién pueda" no funciona; la supremacía de lo individual es un gran escollo ahora que pedimos esfuerzos colectivos; la cooperación se impone ante la competencia. Los mercados no saben como autorregularse; no existe mano invisible que los regule; y tampoco se cumple el mito de que los agentes privados logran sus beneficios por asumir más riesgos.
5. Europa ya no es un espejo al que imitar. Una vez más, y ya son muchas, vuelven a perder una oportunidad para mostrar al mundo que están a la vanguardia en temas importantes. No pudieron ser efectivos frente al coronavirus. El Estado de Bienestar es mucho más débil de lo que presumían. La soberbia eurocéntrica les hizo infravalorar todo lo que venía del Lejano Oriente. Italia y España llegaron tarde y están siendo los más afectados por la crisis y no es casualidad. La Unión Europea, además, muestra su incapacidad para coordinar y armonizar al menos una acción frente a esta pandemia. Se demuestra, así, que este espacio es de hecho un mercado único económico y monetario, pero está muy lejos de ser un proyecto social común.
6. Si se habla de salud, siempre hay que mirar hacia Cuba. Lo que nadie tiene, Cuba lo dispone. El Henry Reeve (Contingente Internacional de Médicos especializados en situaciones de desastres y graves epidemias) fue creado en 2005 por Fidel Castro; y ahora son imprescindibles: comienzan a aterrizar en muchas partes del mundo. Cuba se sitúa en el centro de gravedad geopolítico cuando hablamos de salud.
7. Nace un nuevo desorden económico global. El riesgo país no importa. El número de científicos o camas disponibles para cuidados intensivos, sí. La predilección por la financiarización queda desplazada por la importancia de la economía real. Se abre una nueva disputa hacia delante: entre el Consenso (neoliberal) de Washington permanentemente actualizado y un nuevo Consenso Postcoronavirus que considera que la sanidad pública es vital, el Estado debe tener un rol protagónico con sus políticas expansivas contracíclicas (fiscales y monetarias), es necesario un mayor control de capitales de los países emergentes para evitar su fuga en este tiempo de adversidad, la economía ha de girar en torno a la vida humana, y por supuesto, la deuda externa debería ser condonada por los organismos multilaterales así como reestructurada con quita por dos años (sin intereses) en el caso los de acreedores privados.
Indudablemente, estamos frente a un nuevo dilema civilizatorio con significativas consecuencias geopolíticas en el mundo, y por su supuesto, para América Latina.
Alfredo Serrano Mancilla
Director CELAG, Doctor en Economía, @alfreserramanci
Fuente:
https://actualidad.rt.com/opinion/alfredo-serrano-mancilla/348117-siete-lecciones-geopoliticas-tiempo-coronavirus
Fuente:
https://www.jornada.com.mx/2020/03/30/opinion/014a1pol
2. Lecciones de una pandemia
David Penchyna Grub
Estamos en medio de la tormenta. Más de 600 mil casos de Covid-19 a escala mundial, la economía global con un pie en una profunda recesión –igual o peor a la de 2009, de acuerdo con lo dicho por el FMI–, ciudadanos aislados por supervivencia y cientos de miles de nuevos casos de infectados todos los días. De China, el foco rojo se ha trasladado a Italia y a Estados Unidos. La velocidad de la pandemia en un mundo interconectado es simplemente inédita. En 1918 la gripe española que asoló a una Europa ya devastada por la guerra, aprovechó la vuelta a casa de millones de soldados para propagarse; un siglo más tarde, no se necesitó volver del frente de batalla para que la enfermedad se propagara.
En ese contexto, México se prepara para el golpe más duro con una ventaja: ha podido aprender de los aciertos y errores de otras naciones. Ir un mes más tarde es una ventaja que, todos tenemos esa esperanza, debe derivar en salvar la mayor cantidad de vidas posibles a partir de evitar contagios.
Sin embargo, en un plano macro, la pandemia ya permite sacar algunas conclusiones sobre el mundo que nos quedará cuando esto termine. Apunto tres de manera concreta:
1. El modelo de las instituciones de seguridad social que surgieron en la época de la posguerra está en crisis y debe fortalecerse. No es una cuestión ideológica ni de orientación política: no puede haber medicina de primera y de segunda en el mismo país. La fortaleza de los servicios de salud, así como su accesibilidad para la mayoría de la población ha resultado fundamental para enfrentar la crisis. Véase el caso de Alemania frente al de Estados Unidos.
2. Una pandemia es, en términos económicos, mucho peor que una guerra. Las guerras tienen fecha de inicio y fin. Etapas de reconstrucción e inyección de recursos. Las pandemias, ya nos lo enseñó el coronavirus, son un enemigo silencioso, amorfo, que para los motores de la economía se infiltra con incertidumbre en cada célula del sistema financiero. La crisis del Covid-19 rompe un paradigma para el mercado global: ya aprendimos que una pandemia frena todo y nada nos garantiza que una mutación no genere una nueva epidemia en dos o cuatro o seis años. Ese temor fundado, esa duda razonable, generará una natural aversión al riesgo afectando a las economías en vías de desarrollo. En otras palabras, en países como el nuestro no sólo sufrimos con mayor dureza el golpe de la crisis por contar con menos recursos presupuestales que otras naciones, sino que la estela de incertidumbre impide resolver con mayor velocidad los problemas.
3. La pandemia por Covid-19 nos ha hecho ver que a pesar de que dimos por hecho la automatización de la economía y digitalización de la vida cotidiana, el eslabón inicial o final de la interacción humana sigue siendo definitivo. Si esto no fuera así, el colapso de la economía global sería menos grave. Esto significa una clara llamada de atención sobre el futuro mediato: ¿qué va a pasar con toda la fuerza de trabajo desplazada por la automatización, qué implicaciones tiene eso para el financiamiento de las instituciones de seguridad social, para el ahorro para el retiro y la formalidad del empleo?, ¿hacia dónde y para qué evoluciona la tecnología?
Estamos obligados a la reflexión con humildad y esperanza, a repensar el mundo en el que van a vivir nuestros hijos y nietos. ¿De qué sirve que la tecnología nos permita tener equipamiento médico de punta, capaz de maravillas inimaginables para salvar la vida de una persona, si el paciente que lo requiere no puede disponer de ella por razones de acceso a seguridad social, precariedad del empleo o inequidad en las oportunidades? O el mundo democratiza el acceso a la seguridad social y reimagina la herencia institucional de la posguerra, o la idea del Estado de bienestar será un objetivo financieramente inalcanzable. O repensamos las prioridades en materia tecnológica, o estaremos condenados a enterarnos, antes que nadie, que fuimos inca-paces de enfrentar nues-tros desafíos.
Un apunte final, como una luz de esperanza, quiero pensar que, en este complejo momento, algo que deberá surgir al interior de las naciones y en la relación entre ellas será la convocatoria de sumar a todos en búsqueda de las soluciones a procurar, dejando atrás odios y rencores que dividen y confrontan, así como deberá serlo la enseñanza de que, ante un enemigo común, después de la tormenta se imponga la solidaridad entre todos.
Fuente:
https://www.jornada.com.mx/2020/03/30/opinion/014a1pol