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DE LA UNIVERSALIZACIÓN DEL ENCIERRO, EL AISLAMIENTO Y LA LIBERACIÓN SOCIAL

DOSSIER: 
1. La universalización del encierro: del aislamiento a la liberación
2. ¡LA PANDEMIA ES EL CAPITALISMO! 
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1. La universalización del encierro: del aislamiento a la liberación

El salto necesario en este momento es poder universalizar nuestras luchas locales, en una especie de “sistema nervioso”, donde las herramientas tecnológicas sean las armas del pueblo para unir los esfuerzos y las banderas, socializar nuestras miles de formas de lucha, hasta que nuestro sistema socialista, comunal sea realidad en todo el mundo...

Paula Gimenez, Emilia Trabucco 


Casi sin darnos cuenta, nuestra vida se transformó completamente en cuestión de días. La pregunta sobre “qué está sucediendo” invadió todos los rincones del mundo. Una especie de psicosis colectiva, una mezcla de pánico y confusión sobre algo que aún no podemos comprender, ni siquiera nombrar.

Pero hay algo de lo que estamos seguros: algo cambió, y cambió para siempre. Esta pandemia apura un proceso, acelera el tiempo hacia otra cosa, con el miedo como eje.

Una vez que la Organización Mundial de la Salud declaró al coronavirus (Covid-19) como pandemia, se disparó una alarma a nivel internacional, en la que los gobiernos de todos los países debieron asumir la responsabilidad de resguardar a sus ciudadanos del contagio de una gripe que, por su velocidad de propagación, obliga a tomar medidas de “distanciamiento social” para evitar el contagio masivo de poblaciones enteras.

Y parece de película porque el pánico social y la “responsabilidad” de respetar la cuarentena se ha convertido en una insignia de lucha permanente, de control y disciplinamiento no sólo desde las agencias del Estado, sino desde lo social, llevada adelante por vecinos, familias, amigos, etc. Pero ¿a quién afecta el coronavirus?

En el mundo a la fecha, se ha cobrado la vida de 13.570 personas. En China arrasó a 3.267 y en Europa lleva 7.879 (en Italia 4.825 muertes y en España 1.753). Y aquí está lo curioso, porque a medida que los días avanzan, los índices de letalidad en todo el mundo muestran que las víctimas fatales son las personas mayores a 70 años y, específicamente en Italia, los casos muestran que el 60% afecta a los hombres y el 40% a las mujeres.

Ahora bien, el hambre, las guerras, la crisis climática o el patriarcado, por mencionar sólo algunos ejemplos, matan a muchas más personas en todo el mundo que las que mata el coronavirus, pero no hay pánico generalizado por esto.

Ocultando la crisis sistémica

Como respuesta a la situación, en la mayoría de los países del mundo se declaró la cuarentena. Esto es, aislamiento social y cierre de fronteras, creando un estado de confinamiento de las personas sanas en sus casas, que alimentó la sensación de estar viviendo una película de terror y mostrando un futuro distópico de fin del mundo.

Más allá de las múltiples causas que se le atribuyen a la pandemia, es claro que aparece en un momento geopolítico de cambio estructural del modelo económico tal como lo conocemos. Estamos viviendo un momento de crisis sistémica, en la cual hay actores que tienen puestas todas sus cartas en juego, fundamentalmente los jugadores del sistema financiero, que afrontan un escenario de debacle por sobreproducción de dinero ficticio, que promete ser peor que la crisis de 2008.

El interés invertido en la virtualización de la economía por parte de estos actores, ha ido moviendo la estructura del sistema capitalista, y deja la interrogante acerca de un cambio no sólo en las condiciones objetivas (cambio en el sistema productivo a través de la digitalización de la economía y la robotización de la producción) sino también – y fundamentalmente con esta pandemia – en las condiciones subjetivas: construcción de la virtualidad como la mediación de las relaciones sociales bajo un formato de control social.

A través de los medios masivos de comunicación y las redes sociales (como interlocutores “válidos” de la situación), comenzaron a observarse ciudades desiertas, escuelas vacías, autopistas sin circulación, y las pocas personas que se veían en la calle (profesionales de la salud y la seguridad), con barbijos y bajo extremas medidas de precaución.

Más allá del hecho particular de esta pandemia, aquí lo que nos ocupa es la pregunta sobre lo novedoso de esta situación de aislamiento a nivel mundial, algo que nunca antes había sucedido en la historia. La pandemia del coronavirus logró confinarnos a una cuarentena global, dentro de las cuatro paredes del hogar. Nadie estaba preparado, pero sucedió y el mundo siguió girando.

¿Qué pasó con las instituciones? ¿Cómo es posible que todo siga funcionando si las personas no estamos en nuestros puestos de trabajo? ¿Será que ya no somos necesarios? ¿Será que algo cambió y no lo habíamos notado?

Esto nos obliga a preguntarnos si estamos asistiendo a la conformación de un nuevo sistema poscapitalista o si está emergiendo una nueva fase dentro del mismo capitalismo: del capitalismo agrario, al industrial, al financiero y ahora al digital. (Ambas hipótesis quedan en el tintero para abordar en futuros estudios).

Transiciones y control social

Es importante destacar que el paso de un sistema económico a otro –o de fase– nunca es una “transición pacífica”, sino todo lo contrario: se realiza a fuerza de guerras y profundos enfrentamientos sociales.

Si nos remontamos al paso del feudalismo al capitalismo, entre lossiglo XV y XVII, éste fue un momento de la lucha entre clases donde los capitalistas debieron reestructurar la sociedad para instalar nuevas formas de producción, aún más explotadoras que las anteriores.

De la misma manera, a dos décadas de comenzado el siglo XXI, asistimos a la materialización de nuevas relaciones sociales, que implican el paso hacia la digitalización de la economía y la conformación de nuevas mediaciones basadas en la virtualidad como elemento central: un reordenamiento digital de la producción capitalista, que puede observarse principalmente en la disputa por la tecnología del 5G, en la aparición de monedas virtuales y en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA).

Vemos cada vez con más claridad cómo nuestro verdadero valor como trabajadores radica en la producción de datos –en interacción con las plataformas virtuales– que son utilizados como materia prima necesaria para generar algoritmos (IA).

En este proceso, nos hacen cada vez más dependientes de la tecnología y más controlables, ya que tienen la capacidad de predecir nuestras conductas. Lo irónico de todo esto es que producimos los datos que nos harán prescindibles.

Y es que por más de que estemos encerrados en casa, no estamos aislados, y aunque no vayamos a nuestros lugares de trabajo, estamos trabajando: el uso de internet en este tiempo de confinamiento está generando enormes masas de datos que fluyen en el territorio virtual, al que necesariamente vamos a buscar educación, entretenimiento, alimentos, medicamentos y todo lo que necesitamos para subsistir.

Las estadísticas muestran que, desde el inicio de la cuarentena, las redes IP han experimentado incrementos de tráfico de datos cercanos al 40%, lo que obedece principalmente al elevado consumo de streaming de video y llamadas de WhatsApp o Skype. En el gaming (juegos en línea) se registró un aumento del 271% y el tráfico de WhatsApp creció 698%.

El confinamiento en casa entonces, disparó exponencialmente la cantidad de datos que producimos, y también las ganancias de quienes son hoy los grandes dueños de las plataformas que se transformaron en el territorio donde “convivimos”.

Esta situación transcurre con una irónica sensación de “libertad” de parte de todos y todas las que producimos esos datos. Nos creemos libres de navegar y acceder a innumerables servicios – en su mayoría “gratuitos”- en la web, cuando en realidad trabajamos 24 horas para amos invisibles, que ya nisiquiera necesitan hacerse cargo de asegurar condiciones mínimas de supervivencia y reproducción de sus “nuevos trabajadores”.

En síntesis, más explotación en una especie de neo-esclavitud. Podemos animarnos a proyectar un escenario futuro (no tan lejano), donde se destruyan los puestos de trabajo tradicionales y con ello las instituciones en su forma anterior (que ya están en crisis).

Millones de seres humanos bajo una explotación generada con nuevas formas de extracción de plusvalía, despojados, en la intimidad de su hogar, trabajando en las plataformas virtuales, luchando por conseguir sus medios de subsistencia. Si no estás conectado, no existes.

¿Hay alternativa?

Frente a este escenario se presenta la oportunidad de profundizar la construcción del Proyecto de las Clases Subalternas.

Como punto de partida, la pandemia nos ha puesto dos cuestiones sobre la mesa. La primera que el alcance del coronavirus deja en evidencia no sólo los límites de la globalización de los mercados sino además el límite de los estados-nación y sus ideales de consolidar soberanía bajo sus propias fronteras. El estado-nación y sus instituciones ve por cierto su enorme dependencia, obsolescencia y subordinación a la gobernanza global.

La segunda, es que el mismo capitalismo ha creado condiciones de organización local y, quizá se esté incubando otro virus distinto al Covid-19: el virus de un nuevo sistema que globalmente corte las cadenas de opresión a través de redes de solidaridad con quienes están en la misma situación de desconcierto, encierro forzado y disciplinamiento social.

El mundo está cambiando de manera irreversible; no podemos dar batalla desde viejas recetas en el campo popular. Necesitamos construir redes de organización a nivel global, con una visión profundamente revolucionaria del orden establecido, en ofensiva, con creatividad e iniciativa.

Nuestra potencialidad como clases subalternas reside en nuestros territorios locales, en la vida en común, en el conocimiento profundo de las necesidades de nuestra gente. El modelo de organización comunal basado en lo humano nos muestra capacidad de resistencia y batalla. Pero la comuna aislada hoy se vuelve “contrarrevolucionaria”.

Tampoco podemos fiar de la salida común que se instala en los cuerpos y las mentes del colectivo. Esa salida que nos invita a que “todos trabajemos juntos” para salir de esta situación. Sabemos que ese “todos” tiene que representar solo al 99% de la población mundial, explotada y bastardeada, contra el 1% que acumula y vive a expensas del trabajo de otros.

El salto necesario en este momento es poder universalizar nuestras luchas locales, en una especie de “sistema nervioso”, donde las herramientas tecnológicas sean las armas del pueblo para unir los esfuerzos y las banderas, socializar nuestras miles de formas de lucha, hasta que nuestro sistema socialista, comunal sea realidad en todo el mundo. Dar la disputa en el territorio virtual, y realizar ese poder en la calle.

El movimiento feminista está demostrando su capacidad de organización y disputa de poder en este sentido. Construye en los territorios locales redes de sororidad (hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género), que gracias a un gran trabajo en la virtualidad, trasciende fronteras y unifica sus consignas.

De nuestra capacidad de organización y lucha depende el destino de la humanidad. Frente al fatalismo del futuro que nos muestran, oponemos nuestra capacidad de reflexión, nuestra conciencia histórica, nuestra iniciativa, nuestros valores y la convicción de que la victoria de las grandes mayorías oprimidas es objetivamente posible.

Anteponer la vida a tanta muerte, la voluntad de lucha al miedo impuesto, la solidaridad al aislamiento social, lo humano a lo artificial.
___________________________
Paula Gimenez y Emilia Trabucco son investigadoras y redactoras del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Fuente:

https://www.alainet.org/es/articulo/205479

Manifiesto: 
¡LA PANDEMIA ES EL CAPITALISMO! ¡URGE LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO!

A los comunistas, a los revolucionarios, a los obreros, a los campesinos, al pueblo colombiano:

La pandemia que hoy azota al mundo, puso al descubierto que ningún gobierno o Estado burgués está en capacidad de resolver las nefastas consecuencias sanitarias sufridas por las masas populares, porque de por medio está la sed de ganancia que convirtió en todas partes la salud en un negocio privado. Tal es la razón por la cual ahora todos los gobernantes están improvisando y envueltos en un mar de contradicciones, sin tomar las medidas necesarias para salvar las vidas, sobre todo de los trabajadores y de las masas más de abajo, quienes con su fuerza de trabajo sostienen la sociedad, pero en pago reciben las amarguras de la explotación mundial capitalista. Las pocas medidas obligadas en favor del pueblo las cobrarán los mercaderes de la salud después de que pase la crisis, como ya lo han anunciado.

En Colombia, la pandemia ha agudizado las contradicciones en todos los órdenes por el carácter criminal del régimen: entre gobierno del títere Iván Duque, los gremios y los gobernantes locales, así como entre los distintos sectores de la burguesía por las dádivas entregadas por el gobierno a unos y a otros no, por las medidas que solo benefician al gran capital y empeoran las condiciones del pueblo, por los anuncios demagógicos en defensa de los contratos y puestos de trabajo, por la supuesta prohibición de los despidos masivos, por la incoherencia entre los llamados al “quédate en casa” y el hambre que azota a los trabajadores informales y capas más pobres, por la amenaza de despido si no se llega a trabajar, por el hacinamiento en los sitios de trabajo… Contradicciones sociales agudizadas que hacen la situación insoportable y generan brotes de rebeldía por doquier.

Nuevos brotes, que se suman a la rebeldía del pueblo desfogada en el gran Paro del 21 y 22 de noviembre, porque la causa sigue siendo la voracidad insaciable de los grandes capitales monopolistas; así mismo, las reivindicaciones exigidas por las masas no solo siguen vigentes sino que se han ampliado, por cuanto las necesidades básicas ya se empiezan a sentir con el rigor del hambre y el peligro de una escasez generalizada de alimentos básicos para la población en forma intensa y prolongada —hambruna—, que harán estallar manifestaciones más beligerantes y probablemente más decididas a derrocar a los enemigos del pueblo.

Esta situación obliga a todas las fuerzas comunistas y revolucionarias, a toda la clase obrera y al pueblo en general a prepararse desde ahora para, en caso de presentarse una crisis política más adelante, transformarla en una crisis revolucionaria, pasar a la ofensiva y tomar las riendas del poder del Estado ante la incapacidad de los explotadores para dirigir la sociedad. Por todo lo anterior, el proletariado revolucionario propone una Plataforma con las principales medidas necesarias y básicas para enfrentar la pandemia del coronavirus obligando al gobierno del títere Duque a implementarlas o en su defecto, ejecutarlas por un nuevo poder de las fuerzas populares mismas.
  • Centralización inmediata del sistema de salud bajo la administración del Estado y garantizar el cubrimiento total y gratuito a toda la población. No más EPS mercaderes de la muerte.
  • Creación de un equipo de la comunidad científica para examinar la situación y determinar las medidas a tomar durante la crisis sanitaria. No más improvisación de gente inútil y sólo interesada en la ganancia.
  • Los trabajadores de la salud, además de exigir las medidas sanitarias y de seguridad para el cumplimiento de su sacrificada labor, y como conocedores de las necesidades del pésimo sistema de salud ahora convertido en negocio de los capitalistas, deben proponer las medidas complementarias para atender la crisis que se avecina.
  • Adecuar edificios e instalaciones para ampliar el número de camas y Unidades de Cuidados Intensivos – UCI para atender a los pacientes más graves.
  • Adecuar algunas empresas para la producción inmediata de ventiladores para las Unidades de Cuidados Intensivos que se van a necesitar para atender la crisis.
  • Dar prioridad a la producción de bienes y servicios de primera necesidad, a cuyos trabajadores se les debe garantizar las medidas de seguridad adecuadas. ¡La producción debe estar al servicio de las necesidades de la sociedad, y no al servicio de la ganancia!
  • Exigir la inclusión del transporte masivo y de los sectores no prioritarios de la economía en la tardía cuarentena general decretada por el inepto gobierno por presión de médicos y científicos. Los trabajadores de esos sectores que aún están produciendo deben exigir la cuarentena y forzar con el paro y la huelga esta medida.
  • Importación inmediata de pruebas y aplicación en forma permanente a toda la población; aislar los casos positivos para tratarlos en centros especiales sin obligar a la confinación de la población sana.
  • Protección especial para los campesinos estableciendo centros para pruebas vereda por vereda en todo el país.
  • La cuarentena no exime a los patrones de sus obligaciones con los trabajadores en cuanto a salarios y garantía de continuidad de los contratos de trabajo. Los trabajadores deben rechazar con la denuncia y la movilización las licencias no remuneradas y los despidos masivos.
  • Prohibición de despidos de trabajadores y reintegro inmediato de los despedidos desde la fecha en que la OMS declaró la pandemia. Tal medida debe cobijar a todas las empresas del país.
  • Subsidio básico de por lo menos un salario mínimo a todos los trabajadores informales en todo el país.
  • Supresión de los intermediarios de productos agrícolas garantizando los precios a los campesinos antes de la pandemia declarada por la OMS.
  • Congelamiento de todas las deudas con el capital parásito financiero y del pago de servicios públicos hasta que se supere la crisis. Garantía para que después de la crisis, no incrementen las tarifas de servicios públicos y de los intereses bancarios.
  • Ante la medida de confinar a los abuelos y ninguna atención por parte del Estado, los jóvenes desde sus organizaciones y colectivos, o las que creen, deben contribuir con la visita a los ancianos solitarios. Si se toman las medidas preventivas para evitar la expansión del virus, esta tarea pueden realizarla ya que son uno de los sectores menos vulnerables, como ya la están haciendo los jóvenes en Francia e Italia.
Las anteriores no son todas las medidas y seguramente varias de las ideas planteadas ya se han expuesto por otros compañeros e incluso algunas de gran importancia se han venido realizando, como por ejemplo las colectas para llevar suministros básicos a las personas más necesitadas, así como el experimento de los jóvenes que en la Universidad de Antioquia hicieron un prototipo de ventilador mecánico para ampliar la capacidad de las Unidades de Cuidados Intensivos. Todas ellas son demostraciones de la infinita capacidad creadora del pueblo, de su solidaridad y generosidad para con sus hermanos, y muestra del enorme potencial existente en las fuerzas populares para enfrentar cualquier calamidad, incluso para superar la peor calamidad: el capitalismo imperialista.

La crisis suscitada por la pandemia pone de manifiesto ante las masas la podredumbre del sistema capitalista atravesado por una crisis mundial económica y social, y deja al descubierto la ineptitud de los Estados burgueses para dirigir la sociedad, concepto que ha sido tan complicado para que las masas lo comprendan en otras circunstancias, ahora en la práctica lo están viendo y es necesario que los revolucionarios lo hagamos más consciente, explicándoles bien que quienes están en mejores condiciones de dirigir la sociedad son los obreros y campesinos.

Solicitamos de ustedes camaradas, compañeros y hermanos su respaldo a este Manifiesto para hacerlo realidad.

Fuente: 

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