La Reforma Tributaria Y Los Impuestos Indirectos
La reforma tributaria no es sino una política que busca descargar la crisis de la economía sobre los hombros del pueblo trabajador.
El nuevo año arranca aún más lesivo para el pueblo con la aplicación de la reforma tributaria del gobierno de Duque, cuyo arquitecto fue el ahíto Ministro de Hacienda Carrasquilla, el mequetrefe quien alegó que el salario mínimo en Colombia es irrisoriamente alto. Así lo venía anunciado Carrasquilla: “es inevitable, es ineludible que los colombianos deben pagar más impuestos para el próximo año”, “las personas naturales deben pagar más tributo mientras que a las empresas hay que bajarles los impuestos para generar un plan de reactivación de la economía.”
Una mentira repetida muchas veces puede convertirse en una gran verdad, así rezaba el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels, una verdad aprendida por el uribista partido de gobierno, cuyos representantes prometieron todo lo contrario en campaña electorera, bajar impuestos y subir salarios. Un juego de palabras y silogismos para manipular y engañar a las masas para después legislar en contra del pueblo y, manipular mediáticamente la verdad, perjudicar y hacer más miserables a los más pobres aplicándoles impuestos, mientras se reparten más prebendas y comodidades para los ricos. Los burgueses y terratenientes cuentan con una casta burocrática de funcionarios que cabalgan sobre el erario para legislar a su favor y robárselo. El ministro no es más que un parásito de cuello blanco que hizo su fortuna con el famoso robo – y de enormes proporciones – a través de los “bonos del agua”.
Con la reforma tributaria se pretende aumentar los impuestos indirectos sobre las personas naturales, es decir, para la inmensa mayoría de los colombianos que laboran y viven de un salario, gravando más artículos de la canasta familiar, prometiendo devolver el IVA a los más pobres, que en la práctica se va a quedar en su mero anuncio porque está sujeto a la “viabilidad financiera”. La reforma tributaria no es sino una política que busca descargar la crisis de la economía sobre los hombros del pueblo trabajador, es decir, el sistema imperialista, un sistema de opresión y explotación mundial, un sistema que decide qué se produce, cómo se produce y cómo se usufructúan los recursos del planeta, que se apropia de la labor realizada por los miles de millones de obreros en el mundo, busca descargar su crisis sobre los hombros de quienes nada deciden en esa cadena de producción y que ninguna responsabilidad tienen en ella.
Que el gobierno haya aprobado tal reforma con el pueblo movilizado y en las calles, no debe ser visto solamente como un hecho de fortaleza de las clases dominantes, sino además como una debilidad manifiesta en que han perdido la maniobrabilidad y, la crisis y la competencia internacional del capital sumado a una inevitable Tercera Guerra Mundial interimperialista, los empuja a echarse encima a millones de enfurecidos explotados y oprimidos. El tema de los impuestos históricamente ha desatado la furia popular a lo largo y ancho del planeta. La revolución francesa guillotinó a la monarquía que vivía en bacanales y orgías mientras el pueblo moría de hambre. La insurrección de los comuneros también fue desatada por el anuncio de exagerados impuestos sobre el pueblo dominado por la espada y los cañones de la corona española. En la actualidad en Colombia se paga uno de los impuestos indirectos más altos de Latinoamérica y del mundo a través del IVA, además del 4×1000, los impuestos directos como el predial es exageradamente alto, además de los peajes – Colombia está entre los países con más peajes en Latinoamérica además de ser demasiado costosos-. Lo cual hace encarecer la vida y pauperizar la subsistencia de las masas. Lenin en su folleto “A los pobres del campo” y denunciando los impuestos indirectos con que la burocracia zarista estrangulaba al pueblo ruso, escribió lo siguiente:
“Se llaman impuestos indirectos los que no gravan directamente la tierra o la propiedad, sino que son pagados indirectamente por el pueblo, mediante el aumento de los precios de los artículos. El fisco grava con impuestos el azúcar, el vodka, el petróleo, las cerillas y toda clase de artículos de uso y consumo”. (…) “Se dice a veces que los impuestos indirectos son los más justos, pues uno paga en relación con lo que compra. Esto no es cierto. Los impuestos indirectos son los más injustos, ya que al pobre le resultan mucho más gravosos que al rico. El rico cuenta con ingresos diez y hasta cien veces mayores que el campesino o el obrero. ¿Pero quiere decir que el rico necesita cien veces más azúcar, o diez veces más vodka, o cerillas, o querosene? Es claro que no. Una familia rica podrá comprar dos veces, a lo sumo, tres veces más querosene, vodka o azúcar que una familia pobre. Lo cual significa que los ricos pagan en concepto de impuestos una parte menor de sus ingresos que los pobres.”
El único freno a la arremetida del gobierno uribista de Duque no es otra que la lucha popular – no la dispersa y separada como se viene peleando – es necesario y urgente pasar de la movilización a parar efectivamente la producción en un Paro Nacional Indefinido, golpeando a los enemigos de clase donde más les duele: en su bolsillo y en su cuota de ganancia. Tal es el camino más seguro para frenar la arremetida y el menos costoso en términos de lucha de desgaste, tal y como lo hicieron los obreros norteamericanos en 1886 que tras un solo día de lucha a través de una Huelga General Indefinida conquistaron los 3 ochos para toda la clase obrera y como lo hizo el pueblo colombiano en el Paro de 1977.
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