DOSSIER:
MIGRACIÓN
MIGRACIÓN
1. Miles de hondureños desafían la dura ley migratoria y parten hacia Estados Unidos
Miles de migrantes procedentes de Honduras han emprendido su marcha hacia el país pese al peligro de la travesía debido a la inseguridad y la falta de trabajo que impera en su nación.
Hondureños cruzando la frontera con Guatemala en su camino hacia los Estados Unidos. / Reuters
AGUA CALIENTE (HONDURAS)
EFE - GERMÁN REYES
La caravana formada por unos dos mil migrantes hondureños que esta semana abandonaron su país para llegar de manera ilegal a Estados Unidos demuestra que su intención es desafiar cualquier ley migratoria de Washington, por rigurosa que ésta sea.
Los mensajes oficiales de Tegucigalpa y de Washington que advierten del peligro al que se exponen quienes viajan de manera ilegal, así como el endurecimiento de las leyes migratorias de EE.UU., no han calado en los más de dos mil hondureños que esta semana salieron en caravana desde una central de transporte interurbano en San Pedro Sula, al norte del país centroamericano.
Nadie, ni persona alguna ni institución, se ha atribuido la convocatoria en redes sociales a salir en esta caravana, que se suma a otras cuatro: dos en enero y abril de 2019 y dos más en octubre de 2018.
Las autoridades hondureñas creen que han sido sectores políticos de oposición los organizadores de la marcha, aunque al frente de las movilizaciones masivas no figure ningún líder, ni ninguna bandera de partidos políticos, pero sí seguidores y activistas del Partido Libertad y Refundación (Libre), cuyo coordinador general es el expresidente Manuel Zelaya, derrocado mediante un golpe de Estado el 28 de junio de 2009.
La consigna que más corean los migrantes es "Fuera JOH", por Juan Orlando Hernández, presidente del país, quien el 27 de enero cumplirá dos años de su segundo mandato, luego de las elecciones de noviembre de 2017, calificadas de fraudulentas por la oposición.
Con su bandera al frente
La única bandera que hacen flamear los migrantes desde que salen en caravanas es la de Honduras, con la que muchos de ellos también se arropan porque "por ella nos conocen en el mundo", comentó José Luis Ramírez, un joven de 19 años procedente de Villanueva, departamento de Cortés, al norte del país.
La marcha de esta semana se dividió en dos grupos: uno, pequeño, que ingresó a Guatemala de manera ilegal por el punto fronterizo de Corinto (norte), y otro, el más numeroso, por Agua Caliente, en el occidente hondureño, en el que van muchas mujeres y menores de edad.
Uno de los migrantes durmiendo arropado por la bandera de Honduras. / Reuters
Al igual que en las otras caravanas anteriores, la falta de trabajo y la inseguridad son las causas que más aducen los migrantes para abandonar su país. Algunos reconocen que antes de viajar tenían un empleo, pero aseguran que su salario era tan bajo que no podía mantener a una familia.
Antes de los primeros movimientos migratorios hondureños, en 2018, un promedio de 150 personas abandonaban el país a diario con destino a Estadfos Unidos.
Los peligros de viajar en caravana
Viajar en caravana representa muchos peligros para los migrantes hondureños desde que salen de la central de autobuses interurbanos en San Pedro Sula.
Luego de caminar unos pocos kilómetros, los migrantes buscan que alguien les lleve en cualquier tipo de vehículo, al que suben con una asombrosa rapidez, en algunos casos mientras el automóvil está en marcha.
Los hombres, que en más del 90 por ciento son jóvenes, hasta se atropellan entre ellos mismos por subirse a camiones, rastras, contenedores o cualquier otro tipo de transporte, relegando en muchos casos a las mujeres, principalmente las que van con niños.
Hay casos en los que los migrantes forman literalmente pirámides o racimos humanos sobre un tanque cisterna o colgados a los lados de la cabina de un furgón.
Los hondureños se hacinan en vehículos en marcha para avanzar en su travesía. / Reuters
Son muchos los migrantes que tardan hasta 18 horas para llegar desde San Pedro Sula a Agua Caliente en un recorrido de unos 260 kilómetros que hacen en varios vehículos y muchos tramos a pie.
De la tragedia de los migrantes se lucran los traficantes de personas, conocidos como 'coyotes', que se infiltran en las caravanas, lo mismo que los cambistas de dinero, quetzales guatemaltecos y dólar estadounidense, en las aduanas fronterizas, a un coste más alto que el cambio oficial vigente.
Entre los 'coyotes' también hay algunos que les roban el dinero a los migrantes al ingresar a Guatemala, principalmente a hombres y mujeres que por primera vez abandonan el país.
Los mayores peligros de los migrantes hondureños se producen al salir de su país, comenzando por Guatemala, con mayor incidencia en México, pero muchos de ellos aseguran que van sin miedo a los delincuentes y a las duras medidas contra los migrantes por parte de Estados Unidos y los acuerdos suscritos por Washington con México, Guatemala, El Salvador y Honduras.
Los migrantes son la primera fuente económica del país
Aunque cada año podrían emigrar entre 50.000 y 70.000 hondureños, los que viven en EE.UU. y los que se quedan en México, o en España e Italia, representan la primera fuente económica de Honduras.
Los migrantes son pobres que, con o sin pasaporte, generan millones de dólares a su país, donde la pobreza afecta a más del 60 por ciento de sus 9,3 millones de habitantes.
En 2019, los migrantes deportados de varios países, en su mayoría de EE.UU. y México, superaron los 105.000, pero los 1,5 millones de hondureños que residen en el exterior, enviaron 5.400 millones de dólares en remesas que representan el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) de Honduras.
Cada gobernante hondureño que llega al poder promete, entre otras cosas, muchos empleos y seguridad, si bien, irónicamente, son el desempleo y la inseguridad los flagelos que más han aumentado en el país y disparado la inmigración irregular que rechaza Donald Trump.
Fuente:
https://www.publico.es/internacional/migracion-miles-hondurenos-desafian-dura-ley-migratoria-entran-estados-unidos.html
Otro grupo empezó a llegar a México
2. Avanza en Guatemala una caravana de 3 mil migrantes hondureños
La alcaldesa de Suchiate prevé instalar albergues // No se ha ordenado a la Guardia Nacional aplicar operativo de contención // Estados Unidos asesora al país vecino con el fin de identificar a posibles pandilleros
Elio Henríquez y Afp
La nueva caravana de migrantes hondureños con destino a Estados Unidos transitó ayer por la localidad guatemalteca de Esquipulas. Horas antes, más de un millar de indocumentados evadieron controles y rompieron un cerco policial en el puesto fronterizo de Agua Caliente. Las autoridades vigilan que los niños estén acompañados por algún familiar. Foto Afp
Decenas de migrantes centroamericanos llegaron entre miércoles y jueves a la frontera que divide a México de Guatemala, en espera de otros grupos con los cuales intentarán cruzar el río Suchiate y eventualmente llegar a Estados Unidos, informaron fuentes gubernamentales mexicanas.
Los indocumentados, quienes ayer se encontraban en la ciudad de Tecún Umán, Guatemala, limítrofe con México, arribaron en pequeños grupos o de manera individual.
En tanto, más de 3 mil migrantes hondureños de una nueva caravana que pretende llegar a Estados Unidos huyendo de la pobreza y la violencia avanzaba ayer en Guatemala, en medio de controles de la policía local y la supervisión de funcionarios migratorios estadunidenses en zonas aledañas a los pasos fronterizos.
Antes, más de mil migrantes evadieron los controles y rompieron un cerco policial en el puesto fronterizo guatemalteco de Agua Caliente, observó un fotógrafo de la Afp.
Decenas de uniformados guatemaltecos fueron desplegados en zonas cercanas a las fronteras con el fin de verificar que los hondureños pasaran por el control migratorio, requisito para entrar al país, según acuerdos regionales.
También supervisan que los niños estén acompañados por alguno de sus padres o un tutor.
Debido a lo previsto en un acuerdo, el personal que controla la caravana recibe apoyo de Estados Unidos, que desplegó un número limitado de funcionarios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), informó a la Afp un vocero de la embajada estadunidense en Guatemala.
El apoyo y la capacitación de agentes fronterizos de Guatemala es parte de un convenio surgido tras el paso de las primeras caravanas en 2018, con la finalidad de combatir el crimen y el tráfico de personas, detalló el vocero.
En México, autoridades del gobierno explicaron que, como medida preventiva, agentes de la Guardia Nacional recorrieron los distintos pasos informales ubicados en la ribera del Suchiate, por donde cruzan a territorio nacional personas sin documentos y mercancías.
Un uniformado aseguró que no se han emitido a corporaciones de seguridad instrucciones formales acerca de la contención de una eventual caravana de migrantes.
Centroamericanos manifestaron que policías guatemaltecos impiden el paso a niños y mujeres, pero la gente se vuelve a venir hacia la frontera con México.
Sonia Eloína Hernández, presidenta municipal de Suchiate, Chiapas, localidad que colinda con Guatemala, señaló que si es necesario, se podrían habilitar dos albergues para atender a los migrantes que lleguen en los próximos días.
Antes del paso de la nueva caravana, Guatemala y Estados Unidos realizaron operativos en carreteras con la finalidad de identificar a los migrantes, que incluye la asesoría para la detección de pandilleros.
La caravana salió la noche del martes de San Pedro Sula, 180 km al norte de Tegucigalpa, y el miércoles empezó a ingresar a Guatemala, donde se ha dispersado.
El instituto migratorio guatemalteco informó que, entre la noche del miércoles y este jueves, mil 612 hondureños pasaron con documentación reglamentaria por Agua Caliente y 662 por El Cinchado. En total, 2 mil 274 personas.
“Aquí vamos para adelante, al sueño americano”, dijo a la Afp Kelvin Ramos, quien espera encontrar empleo pintando casas en Estados Unidos donde, asegura, pagan bien.
Unos 200 migrantes se encontraban la tarde del jueves en el departamento de Petén, cerca de la frontera con México, indicó Diego González, delegado de la Procuraduría de los Derechos Humanos en el área. Otros cien llegaron al paso de Tecún Umán, colindante con México.
Este nuevo grupo tiene la advertencia de que no se le permitirá entrar en México, reiteró ayer el presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei.
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3. Migrantes: legalidad y humanitarismo
Más de mil hondureños rompieron la madrugada de ayer un cerco policial en la frontera de su país con Guatemala a fin de unirse a las alrededor de 600 personas que desde el martes partieron de la ciudad de San Pedro Sula en una nueva caravana que pretende llegar a territorio estadunidense atravesando México. En reacción a este episodio migratorio colectivo, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, informó que las autoridades mexicanas atenderán con muchísimo gusto a quienes soliciten asilo o refugio, busquen incorporarse a algún programa migratorio, obtener becas de estudio o deseen ser incluidos en algún programa social, pero de ninguna manera otorgarán salvoconductos o visas de tránsito que permitan el avance hacia la frontera norte. Por su parte, el canciller Marcelo Ebrard habría comunicado al gobierno guatemalteco que México hará todo lo que esté en sus manos para detener a la población en movilidad.
La situación reaviva el debate acerca del inédito papel que desde el año pasado nuestro país juega en la política migratoria regional. Durante décadas expulsor a gran escala de personas, en los lustros recientes el territorio mexicano se había convertido en testigo del tránsito de centenares de miles de centroamericanos –principalmente del Triángulo Norte, formado por Guatemala, Honduras y El Salvador– que huían de la violencia y la casi absoluta falta de oportunidades en sus países de origen. Aunque desde el arranque de este fenómeno existió algún nivel de presión de Washington para que México frenara el flujo de extranjeros sin documentación, en los hechos, las autoridades volteaban hacia otra parte y los dejaban en un limbo que los exponía a la doble extorsión del crimen organizado y los agentes migratorios (que, por testimonio de los extranjeros, se volvían difíciles de distinguir).
Todo cambió con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, cuando el comercio bilateral se convirtió en rehén de los caprichos electoreros del magnate y el gobierno mexicano se vio forzado a aceptar el incómodo rol de inspector del estatus migratorio de quienes intentan llegar a Estados Unidos por vía terrestre. Dicho papel de frontera desplazada ha introducido en México una inocultable tensión entre legalidad y humanitarismo, pues si bien es cierto que ningún Estado permite el ingreso a su territorio de quienes no cuenten con la documentación requerida, también lo es que resulta insensible solicitar tramites costosos y difíciles de adquirir (como lo es la visa mexicana para residentes de Centroamérica) a quienes atraviesan severas penurias e incluso enfrentan amenazas contra su vida.
Más allá de la cuestión de si la actual y las pasadas caravanas son producto de movimientos poblacionales espontáneos u operaciones de grupos con intereses soterrados, sería absurdo poner en duda que quienes abandonan sus hogares para emprender el incierto camino al norte lo hacen movidos por causas de fuerza mayor. Asimismo, parece evidente que cualquier solución sensata a esta problemática pasa por cambiar el énfasis del estatus legal de quienes por diversas causas son expulsados de sus lugares de origen, la primera de las cuales se encuentra en la continuidad del modelo económico diseñado para facilitar la ilimitada acumulación de riqueza a una pequeña élite a costa de la desposesión de las grandes mayorías sociales.
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