Maciel, durante muchos años superior general de la congregación y a quien el papa Juan Pablo II denominara apóstol de la juventud, el reporte le atribuye la violación de 60 menores de entre 11 y 16 años de edad...
La oscura senda de los legionarios
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El informe dado a conocer por la congregación religiosa Legionarios de Cristo, donde el grupo católico fundado por Marcial Maciel admite que a lo largo de sus 78 años de existencia fue responsable de la violación de 175 menores de edad, confirma el sórdido trasfondo de una institución cuya misión es, según ella misma, formar líderes cristianos promoviendo, entre otras cosas, la evangelización de la familia, la agrupación de grupos juveniles y la caridad con los más necesitados.
En el ámbito eclesiástico el reporte es considerado histórico porque es el primer documento donde la organización reconoce que, en su seno, la inadmisible práctica de violar niños y adolescentes era cosa frecuente. Sin embargo, víctimas que en los pasados años se atrevieron a denunciar los abusos de la congregación, familiares de las mismas y especialistas que han seguido de cerca los pasos de los legionarios, calculan que la cifra de afectados contenida en el reporte está lejos de ser real. Basan su escepticismo en la gran cantidad de señalamientos sobre abusos sexuales cometidos a lo largo del tiempo, que fueron públicos pero no llegaron a convertirse en denuncias; en los obstáculos legales y sociales que entorpecían las gestiones de los denunciantes; y en los esfuerzos realizados durante décadas por la alta jerarquía católica para invisibilizar el problema, que por lo general cumplían con ese cometido.
Tal vez conscientes de esos reparos, los autores de la investigación interna (que titularon Radiografía de ocho décadas para erradicar el abuso) se cuidan de aclarar que los 175 casos que citan son producto de acusaciones sustanciadas. En otras palabras, que no hay ninguna duda formal de que las violaciones tuvieron lugar, ya sea porque sus autores lo admitieron explícitamente, o porque tribunales eclesiásticos o civiles encontraron pruebas fehacientes de cada delito.
Al propio Maciel, durante muchos años superior general de la congregación y a quien el papa Juan Pablo II denominara apóstol de la juventud, el reporte le atribuye la violación de 60 menores de entre 11 y 16 años de edad, forma ciertamente heterodoxa de ejercer su apostolado.
Histórico o no, el documento de los legionarios esboza las dimensiones que el problema del abuso sexual alcanzó en la organización que nació con el beneplácito de Pio XII (príncipe de Roma por las épocas en que la congregación fue fundada), que pese a su descrédito público conserva peso en el Vaticano más que nada por su poder económico. Cuando el papa actual, Francisco, asumió su pontificado, dispuso una revisión privada de cuentas de la Legión, pero sus resultados no fueron públicamente difundidos.
En la Radiografía... dada a conocer ahora, los legionarios dicen reconocer con honestidad y vergüenza los abusos de sus integrantes, piden perdón a las víctimas, a sus familias, a la Iglesia y a la sociedad, y prometen hacer luz sobre el pasado. Y mucha será la luz que necesite, ciertamente, para disipar las sombras que oscurecen el camino de los legionarios.
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