DOSSIER:
Alfonso Hernández
Luchamos contra los mismos enemigos y defendemos las mismas reivindicaciones: impedir que los agiotistas se enriquezcan más y más a costa de la miseria de los asalariados y demás gentes laboriosas.
La gran batalla del pueblo ecuatoriano se está convirtiendo en valioso ejemplo e inspiración para todos los latinoamericanos que buscan agrupar sus fuerzas para resistirse al espolio desalmado de los financistas, mientras que preocupa a los gobernantes y a los oportunistas que tienen el despreciable encargo de apaciguar la inconformidad de los pueblos.
Miles y miles de indígenas, obreros, artesanos, estudiantes, transportadores, jóvenes laboriosos, empleados y mujeres se han levantado con justificada furia contra el paquete de medidas tomadas el pasado martes 1 de octubre por el presidente Lenin Moreno, quien actuó acatando las órdenes de Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento.
Son tan portentosas las manifestaciones y la indignación de los ecuatorianos que el mandatario tuvo que abandonar el palacio de Carondelet y la capital de la república, la ciudad de Quito, y huir con su gabinete a Guayaquil, que también fue escenario de marchas y enfrentamientos con las fuerzas represivas. El fugitivo jefe de Estado declaró el estado de excepción y el toque de queda y decidió lanzar a policías y militares a reprimir con violencia criminal las protestas. Ya varios luchadores por la justicia han caído asesinados. Sin embargo, no ha logrado aplastar el movimiento popular, el cual logró detener la operación del aeropuerto de Quito, de campos petroleros en el Amazonas, cortar las vías principales y ha estado a punto de tomarse la sede de la Asamblea nacional legislativa, la Contraloría y ha cercado el palacio presidencial. Ya la protesta cumple más diez días y su fuerza no amaina. El presidente de la Confederación de Comunidades Indígenas del Ecuador —CONAIE—, Jaime Vargas, ha manifestado que no dialogarán con el gobierno mientras este no derogue las medidas lesivas recientemente promulgadas.
“El paquetazo”, como lo ha denominado el pueblo, consiste en la eliminación de los “subsidios” a el diésel, cuyo precio se duplicó, y a la gasolina, que se incrementó en más de 20 %, provocando una oleada alcista que abarca el costo de los pasajes y de los demás productos esenciales para la vida de la gente. Con esta medida busca reducir el gasto en más de 1.300 millones de dólares y el gobernante la justifica diciendo que “beneficia a los que no necesitan”, a la vez que anuncia disposiciones de alivio a los más pobres. La misma parla de todos los mandaderos del Fondo Monetario Internacional.
Con los programas de reducción del gasto público ya habían sido lanzados a la calle cerca de 23.000 funcionarios y, en las medidas tomadas el 1 de octubre, se dispuso que los contratos ocasionales con el Estado que se renueven lo harán con una rebaja del 20 % del salario. Además, a todos los empleados del Estado se les descontará un día de salario al año para financiar el fisco y las vacaciones pasarán de 30 a 15 días.
También en su alocución Moreno anunció ominosamente diferentes tipos de enganche laboral en el sector privado para “fomentar el emprendimiento y el teletrabajo”, con el manido argumento, tomado de la cartilla del FMI, de que así se aumentará el empleo. Aunque no dio mayores detalles sobre estas modificaciones, la gente entiende que se trata de envilecer el contrato laboral.
Mientras que a los trabajadores y al resto del pueblo se les imponen medidas tan onerosas so pretexto de reducir el déficit fiscal, a los grandes capitales se les reducen los aranceles para la importación de maquinaria, equipos y materias primas; se les elimina el anticipo al impuesto de renta y a las firmas bananeras se les merma este tributo.
Igualmente, se establece la devolución de impuestos a los exportadores y la rebaja en 50 % el impuesto de salida de divisas destinadas a la compra de materias primas, insumos y bienes de capital. Por añadidura, los usureros y los altos funcionarios hablan de la necesidad de atraer inversión extranjera monetizando los activos estatales, es decir, privatizando las empresas y los bienes y servicios públicos.
Toda esta arremetida tiene como origen los requerimientos del FMI para aprobarle a Ecuador un préstamo por US$10.000 millones, en el que participan, además del FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento y la Corporación Andina de Fomento, CAF. Se aprovechan estas instituciones, que son como la gendarmería económica del gran capital financiero, de que el Ecuador tiene un déficit fiscal de 0.9% del producto interno bruto, PIB, y que la deuda alcanza el 46 % del PIB, mientras que han caído los precios internacionales del petróleo, fuente importante del ingreso de divisas de esa nación. Para empujar al Ecuador a la crisis, se le han incrementado los intereses a la deuda pública, se le exige que pase del déficit al superávit fiscal para el próximo año y que el Banco Central incremente las reservas a US$10.000 millones, siendo que actualmente posee un monto de US$5.000, el cual ha sido el promedio histórico de ellas. Las transformaciones menguan de manera drástica y directa los ingresos de la población, ya que Ecuador no tiene una moneda propia, sino que utiliza el dólar. En naciones como Colombia, la devaluación de la moneda nacional es un camino indirecto para reducir los salarios, mientras que en un país dolarizado los banqueros y su gobierno merman no solo el monto real de la paga sino también su valor nominal.
Los banqueros nacionales e internacionales y el FMI dicen que el gobierno tiene que mantener la arremetida y no ceder a las protestas, están dispuestos a continuar derramando sangre de los ecuatorianos para garantizar la rentabilidad de los prestamistas. A los trabajadores y al pueblo colombianos les interesa vitalmente que la aguerrida pelea de nuestros hermanos del sur sea coronada por la victoria. Luchamos contra los mismos enemigos y defendemos las mismas reivindicaciones: impedir que los agiotistas se enriquezcan más y más a costa de la miseria de los asalariados y demás gentes laboriosas. Digamos que en el Ecuador se libra un gran combate de los expoliados y oprimidos de América Latina contra los enemigos jurados de toda ella: los magnates de las finanzas que mediante la deuda publica someten a los países a la más brutal exacción.
Hagamos nuestro el objetivo planteado por uno de los dirigentes de la CONAIE: “Nuestra lucha es para expulsar al FMI”.
Fuente: http://notasobreras.net/2019/10/respaldemos-y-aprendamos-de-la-valerosa-lucha-del-pueblo-ecuatoriano/
Fuente: https://www.revolucionobrera.com/actualidad/indignacion-popular-en-la-indagatoria-al-genocida-uribe/
2. Arde Ecuador: ¡Revolución, la única solución!
Desde el pasado miércoles 2 de octubre el pueblo de Ecuador avanza en un Paro Nacional Indefinido, una poderosa Huelga Política de Masas, como respuesta a un paquete de medidas económicas ordenadas desde el Fondo Monetario Internacional y que el gobierno encabezado por Lenin Moreno, ha decretado para su cumplimento inmediato. Todo Ecuador se ha convulsionado, las calles de las ciudades se han convertido en literales campos de batalla donde las fuerzas represivas han sentido el enorme poder de las masas, las cuales han salido a enfrentar la represión haciendo de cualquier objeto, verdaderas armas de combate con las que han obligado a los esbirros del régimen reaccionario a retroceder.
La efervescencia de la lucha de masas ha sido de tal magnitud que el mismísimo presidente tuvo que salir huyendo de la capital trasladando su centro de operaciones desde Quito hacia la ciudad de Guayaquil. Al mismo tiempo que este cipayo reaccionario dejaba la ciudad, más de 40 mil hombres y mujeres de las comunidades indígenas arribaban a la capital sobrepasando los retenes militares que pretendían impedir su llegada para potenciar la lucha en Quito, centro del poder burgués-terrateniente. Un “paquetazo” de medidas reaccionarias han caldeado los ánimos de obreros, campesinos y comunidades indígenas: aumento en más del 30% del precio de los combustibles, rebaja de salarios de los empleados estatales hasta en un 20%, reducción a la mitad del tiempo de vacaciones, obligación de todos los trabajadores estatales de aportar un día de su salario para el presupuesto del gobierno, incremento automático del precio del transporte y la canasta familiar, etc.; y todo, por lagartearle al FMI un préstamo de 4200 millones de dólares, paradójicamente la misma cifra que hace unos meses el gobierno le rebajó a la burguesía como estímulo para que siga exprimiendo el sudor y la sangre de los proletarios y campesinos en campos y ciudades.
El terror reaccionario contra las masas enardecidas ha dejado cientos de detenidos y muchos heridos; pero lo que no ha logrado es minar sus ansias de lucha; todo lo contrario, con el pasar de las horas el pueblo ecuatoriano ha duplicado su fuerza y disposición para la lucha, y quienes se han orinado de miedo son las clases dominantes y su gobierno reaccionario que ha decretado el “Estado de Excepción” por un período de 60 días; una serie de medidas dictatoriales que buscan paralizar la movilización, pero que ante la fuerza arrolladora de las masas en las calles, no pasan de ser letra muerta, dejando aun más al descubierto su debilidad, pues al fin de cuentas, las masas en lucha revolucionaria son más poderosas que cualquier ejército burgués por más armas que posea.
En medio de fuertes enfrentamientos los grupos de las comunidades indígenas pasaron literalmente por encima de las fuerzas militares y de policía; y hoy, todo Ecuador vive un clima de lucha revolucionaria de masas que aterroriza a los reaccionarios y llena de esperanzas y sueños de grandes cambios a las masas y a los revolucionarios; no en vano, los camaradas maoístas ecuatorianos del Frente de Defensa de Luchas del Pueblo titulan su reciente comunicado “¡La Rebelión se justifica, Aquí y Ahora!, llamando correctamente a fortalecer la Huelga Nacional. Una huelga de masas de claro carácter político, ya que está dirigida directamente contra el gobierno y sus políticas generales que afectan sobre todo a las amplias masas de trabajadores, una movilización que ha puesto a temblar al poder de las clases dominantes y que por su magnitud, contenido y beligerancia es una demostración inequívoca de las enormes posibilidades de elevar la lucha de masas a una situación que haga tambalear el poder de los reaccionarios poniendo al orden del día una verdadera insurrección.
¿Cuánto alcance podría llegar a tener una movilización con estas características?, sin duda alguna, en lo que depende de la masas mismas, su disposición es absoluta y fuertemente creciente, dando todo su potencial transformador. Lo determinante en estas circunstancias históricas viene a ser la claridad, capacidad y organización que tengan los comunistas para dirigir esa efervescencia, y convertirla en un poderoso movimiento revolucionario que se lance por grandes transformaciones, por la conquista del Poder y la revolución.
Por eso, adquiere una enorme importancia el trabajo que hacen los comunistas para aprovechar estas oportunidades y hacer avanzar lo más posible el camino revolucionario, llevando el Programa Comunista a los obreros y campesinos en lucha y haciendo en medio de la lucha misma, que se vuelva carne y sangre de su movilización. Aprovechando estos momentos de grandiosa rebelión obrera campesina y popular, para aprestigiar el camino de la Guerra popular, mostrar a las masas el enorme potencial que tiene como fuerza transformadora y llenándola de motivos para avanzar de la Huelga Política a la insurrección armada, no solo para tumbar al títere Moreno, sino para destruir todo el viejo Estado de los explotadores y abrir el camino de las trasformaciones que necesita la sociedad ecuatoriana como parte de la Revolución Proletaria Mundial.
Fuente: https://www.revolucionobrera.com/actualidad/indignacion-popular-en-la-indagatoria-al-genocida-uribe/