...El pulso es fuerte porque, además de la falta de presupuesto, el Gobierno Nacional pretende implementar las “recomendaciones” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre otras cosas, imponiendo la jornada única, el incremento de las funciones docentes y la modificación en los derechos...
Los maestros protestan por mucho más que mejores salarios
...Fecode exige el cumplimiento de los contratos con los prestadores de los servicios, pues estos no son los mejores y son evidentes los casos que se han dado de ‘paseos de la muerte’ y de excesiva demora para las citas con especialistas...
Fecode convocó para el martes 19 y miércoles 20 de marzo una nueva jornada de paro nacional de 48 horas. Sus peticiones no son capricho, están más que justificadas
Daniel González Monery
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Desde hace muchos años ha sido nula la respuesta del gobierno nacional a los pliegos de peticiones presentados por parte de las centrales obreras y la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode), sobre todo el último, presentado el pasado 14 de febrero. Por esos motivos, la sociedad colombiana debe entender por qué el magisterio en su conjunto decide iniciar, casi que todos los años, una serie paros (algunos no mayores a 48 horas y otros indefinidos) y cese de actividades como los ocurridos entre 2017 y 2018, siendo quizá el más importante el del pasado 11 de mayo de 2017 que duró más de un mes.
Hasta la fecha, los maestros han realizado diferentes movilizaciones en varias ciudades del país, siendo las más contundentes las tomas a capitales que se han caracterizado por una participación multitudinaria. Todas estas protestas han tenido como punto central la defensa de la educación pública y han contado con el apoyo de la población, a pesar del silencio de los grandes medios de comunicación. Luego de reinstalada la mesa de negociación entre el Ministerio de Educación y Fecode, los avances igualmente han sido nulos, pues ya se han vuelto una muletilla para el gobierno decir que “no hay plata”.
En los medios de comunicación la ministra María Victoria Angulo solo habla del reclamo de los maestros por la intención del ministerio de eliminar las bonificaciones por servicios prestados, pero el presupuesto que se está exigiendo es para el funcionamiento de la educación pública en todo el país, debido al tendiente déficit en este ramo que, para este año, se calcula en $700.000 millones y para el año entrante en más de un billón a causa de la fórmula usada por el gobierno para la transferencia de recursos a las entidades territoriales a través del Sistema General de Participaciones (SGP). Este es el punto central de discusión, pues se le está exigiendo al gobierno que presente una propuesta para evitar dicha tendencia decreciente y para que el presupuesto para el sector educativo llegue a un 7,5% del PIB.
El pulso es fuerte porque, además de la falta de presupuesto, el Gobierno Nacional pretende implementar las “recomendaciones” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre otras cosas, imponiendo la jornada única, el incremento de las funciones docentes y la modificación en los derechos de carrera, medidas plasmadas en los decretos 501, 490 y 915 del año 2016, que los docentes exigen sean derogados. En cuanto a la salud, otro de los puntos importantes en el pliego de los maestros, la discusión radica primeramente en quién debe administrar los $4,8 billones que vale el contrato de administración por cuatro años del régimen especial que tienen los educadores: mientras el Ministerio de Educación tiende a privatizarlo, Fecode busca garantizar que se mantenga la fiducia con la que se ha venido trabajando.
En segundo lugar, Fecode exige el cumplimiento de los contratos con los prestadores de los servicios, pues estos no son los mejores y son evidentes los casos que se han dado de ‘paseos de la muerte’ y de excesiva demora para las citas con especialistas. Otras discusiones puestas en la mesa se relacionan con el parámetro correspondiente al número de estudiantes por maestro, a causa del hacinamiento en las aulas; más presupuesto para las evaluaciones de ascenso —ya que tan solo el 1% del situado fiscal se asigna para tal fin—, incluir el preescolar desde los 3 años en el sistema educativo público y garantías en políticas de bienestar docente, entre otras.
Vale aclarar que el incremento salarial de los maestros se negoció en el pliego de peticiones presentado por las centrales obreras dentro de la negociación del paro de los empleados estatales y que, por ende, este no es el motivo central del paro magisterial, como se ha vendido a la opinión pública por parte del gobierno. Las distancias entre el magisterio y el gobierno aún se mantienen lo que ha impedido concretar los acuerdos. La propuesta gubernamental de imponer la figura de un mediador no es aceptada por Fecode, debido a que la ley autoriza al mismo a presentar una alternativa en los aspectos laborales, desconociendo lo central de la problemática que es la reforma a las llamadas transferencias de recursos a las entidades territoriales, que es la que incide directamente en la educación.
Si bien son inciertos los avances, hasta el momento los logros políticos más importantes de todos los paros han sido, por un lado, la visibilización en las comunidades educativas de la problemática de la educación pública y, por el otro, la cualificación del magisterio en la comprensión de la política educativa neoliberal, logros que se espera redunden en reflexiones posteriores en consejos directivos y académicos de los diferentes colegios públicos para que se cuestionen los programas y tareas mercantiles del Ministerio de Educación y permitan construir proyectos pedagógicos alternativos.
Es verdad que en Colombia los maestros (y maestras, porque la mayoría son mujeres) ganan poco. Lo demuestran las comparaciones con otros profesionales colombianos y con el ingreso docente en otros países con economías semejantes. Y como eso lo entiende la sociedad, muchas familias apoyan al sindicato. Además, si los maestros de la planta estatal tienen mejores horarios, vacaciones y niveles de estabilidad laboral que la mayoría de los trabajadores, es gracias a sus acciones de protesta a lo largo de años de organización democrática.
El escenario deseable ya no sucedió. Para que se diera, tendríamos que propiciar un pacto de nación.Entonces las élites y las clases medias estarían dispuestas a que sus hijos estudiaran con los de los pobres; el gobierno sacrificaría otros rubros del presupuesto como la seguridad y la infraestructura vial para invertir más en educación pública; las familias asumirían su corresponsabilidad y lucharían para que sus hijos se formaran en serio, conscientes del poder transformador de la educación.
La totalidad de los maestros trabajarían con entusiasmo y profesionalismo, mostrando resultados, como lo hacen muchos de sus colegas, independientemente de las circunstancias, y el sindicato, una vez los maestros tuvieran un ingreso profesional y un buen sistema de protección social, podría priorizar la pedagogía y el mejoramiento profesional sobre los temas laborales. Pero eso implica que la sociedad realice un acuerdo general, en el cual pagarles bien a los maestros forma parte del contenido y el asunto central es el aprendizaje de calidad para todos.
El sindicato, los maestros estatales, las familias pobres y las de clase media y las élites tenemos intereses diferentes. Cuando coincidamos en que nuestro objetivo es educar para la paz y la libertad a una nueva generación de colombianos en condiciones de igualdad dejaremos de tener los conflictos que hoy tenemos.