DOSSIER:
1. TODO EL FASCISMO EN UN SOLO COMBO
2. Elecciones en la guerra híbrida
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1. TODO EL FASCISMO EN UN SOLO COMBO
Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont
Brasil enfrenta una seria amenaza: experimentar una de las mayores regresiones políticas de su historia. Puede retroceder 51 años, a los preludios de la dictadura militar de 1964, o, en su defecto, a 1978, cuando el conocido miembro del partido nazi Joseph Mengele, refugiado en Brasil, intentaba clonar al hijo de Hitler, como lo describe la película “Los niños del Brasil”.
Aquel intento cinematográfico era un creativo thriller, y no un ordinario y maligno vodevil cuya representación es un patético títere despótico de quien, antes de su asunción, el mundo resalta su insania. Locura ya sea por suponer el abandono del Acuerdo de París, dada la confusión ideológica que, a su entender, convive entre temas ambientales y producción, o que se declare temporada abierta en el Amazonas para los madereros, mineros y rancheros ilegales en Brasil, hogar del 60% de la selva tropical más grande del mundo.
Aun así, algún vestigio social facilitó el pasadizo para el progreso reaccionario y su aceptación, y es lo que intentaremos revelar. Porque, desde el inicio, la derechización del mundo tiene algo de lógica. Los países nacionalistas ven un enemigo común, una amenaza externa, siempre hay un tercero en el centro del odio. Migrantes en Europa, mexicanos, centroamericanos, con su supuesto prontuario de asesinos, narcos o ladrones en EE.UU., pero siempre un intermediario. Brasil rompió el molde, su innovación fascista es el desprecio de una parte de Brasil hacia la otra fracción de su propia sociedad, y eso es nuevo.
Aunque, ¿será realmente nuevo? Brasil tuvo una dictadura militar de 21 años, profundamente corrupta, de cuyos saqueos nadie habla, arbitraria, con desaparición de personas, torturas y persecuciones políticas, pero nadie, después de dos décadas, ningún miembro del aparato militar/policial represor se encuentra preso. La dictadura siguió deambulando su credo, cual si nada hubiera sucedido.
La impunidad tiene tal magnitud que este 17 de octubre el Tribunal de Justicia de San Pablo declaró finalizado el juicio contra el coronel Carlos Alberto Ustra, (https://goo.gl/7KYrkA), conocido torturador y asesino de la dictadura brasilera. Por él, y en su memoria, Bolsonaro, emitió su voto positivo por el impeachment, como muestra el video, “por ser el terror de la presidenta Dilma Rousseff”, su reconocido torturador.
Lo que el tribunal dejó sin efecto no fue por falta de pruebas de tortura, sino porque el crimen habría prescrito: el secuestro del periodista Luis Merlino sucedió en 1971. La Corte Interamericana de Derechos Humanos entiende que las detenciones arbitrarias, tortura y desaparición de personas no caducan. En Brasil, sí.
Veamos algunos datos de la encuestadora Datafolha, perteneciente a Folha de San Pablo, medio al que no se lo puede acusar de petista. Según los números de la encuestadora, la sociedad de Brasil es conservadora y extremadamente violenta (http://datafolha.folha.uol.com.br/):
- Uno de cada tres brasileños cree que las mujeres son culpables por ser violadas.
- El 42% de los hombres cree que si las mujeres se dieran a respetar, no las violarían.
- En Brasil muere más gente por armas de fuego que en países en guerra. Murieron, durante el 2017, 61 mil personas a causa del uso de armas de fuego. En Siria 49 mil y en México 29 mil.
- Por cada 100 personas muertas, 71 son negros.
- Entre el 2003 y 2014 bajaron en un 9% los asesinatos a mujeres blancas y subió un 57% el de mujeres negras.
- Un tercio de la población es racista, homofóba y violenta.
Los números no mienten, y se sabe que feministas, minorías sexuales y negras votaron por Bolsonoro, a todos los que el derechista líder del Partido Social Liberal desprecia. La preservación de la familia, la solución a la violencia y la corrupción, y los evangelistas. Algo de cada uno hay en esta confusión.
Antes de unos de los debates a la presidencia de EE.UU., el diario The Washington Post divulgó un video, filmado en 2005, en el cual el candidato presidencial republicano, Donald Trump, denigra a las mujeres caracterizándolas como un objeto sexual. Aunque hay una larga lista de disparates dichos por el actual presidente, lo importante es que 53% de las mujeres blancas voto por él. También recibió el apoyo mayoritario de los hombres blancos, de más de 45 años, de religión protestante y que viven principalmente en las pequeñas ciudades.
“Prefiero votar a un loco que un corrupto” se leía en una pancarta de un seguidor de D. Trump. Es cierto, en Estados Unidos pervive un voto racista que rápidamente conectó con el magnate. Es evidente, también, que hay segmentos demográficos misóginos en Estados Unidos que no concebían a una mujer en la Casa Blanca. Pero si bien es cierto que la sociedad americana tiene tintes racistas, xenófobos y misóginos, no fueron lo que llevaron a Trump a la Casa Blanca, según las encuestas, el líder Republicano ganó más por lo que no hizo que por lo que Hillary Clinton representa.
Brasil parecería ser un caso similar. Bolsonaro ganaría menos por lo que dijo que por lo que representa el PT. Y aquí tanto medios concentrados como evangelistas jugaron un papel predominante, para que los xenófobos, los misóginos y los racistas, se unieran en contra de la corrupción y la violencia. La familia conservadora.
Mientras los candidatos a la presidencia de Brasil debatían en la cadena O Globo,simpatizante de Bolsonaro, el líder de la derecha era entrevistado durante treinta minutos en RecordTV, propiedad del evangelista Edir Macedo. Si Trump tiene su Fox, Bolsonaro tiene su RecordTV.
Hay al menos tres temas que se mueven en forma paralela. Las fake news (noticias falsas), que la Universidad de Paraná intenta eliminar para dar lugar a una elección sin mentiras. Esta idea no ha mitigado los engaños contra el PT y sí ha favorecido al PSL. Además, difundió la compra de paquetes de Whatsapp por empresarios con fake newsa favor de Bolsonaro por la caja paralela de financiamiento de la política, la Caja B.
Como decíamos, el desprestigio del PT actuó en paralelo, entre los medios concentrados, las fake news y los evangelistas, de quienes Bolsonaro es seguidor desde hace unos años. Los evangelistas en su conjunto representan 42.3 millones de brasileños, y en un 80%, según la encuestadora Datafolha, votan por el candidato militar.
Que se vote en las iglesias, además de las escuelas, quizás refuerce la idea de la familia conservadora. Pero deja oculta la disputa entre la iglesia católica, perdedora de seguidores de manera dinámica, y un evangelismo que pasó de representar en los años ochenta el 6% de la población y hoy lo hace con el 23%. Si a esto le agregamos una red mediática y una idea, sobre todo de los pentecosteses, de religión, moral y política, el combo está resuelto.
A la idea conservadora de la familia, en la cual no están presente las minorías sexuales, el aborto, los travestis, las feministas, que representa Bolsonaro con “Brasil y Dios por encima de todo” le tendremos que incorporar la violencia, la degradación de la familia y la corrupción instalada en el PT.
La concentración de medios en Brasil es tan agobiante que el reporte del monitor de medios de Brasil (http://brazil.mom-rsf.org/en/) muestra que cualquiera de los indicadores de pluralidad mediática se encuentra en la zona roja, de alto riesgo:
- Concentración de audiencia televisiva. Alto riesgo = 71%. Si más de cuatro propietarios tienen el 50% de la audiencia se cae dentro de la categoría de alto riego.
- Propiedad de medios = Alto riesgo. Concentración en dos medios.
- Control político de los medios = Alto riesgo. No hay regulación para el financiamiento de medios.
Estas estadísticas indican que el Estado y los medios se complementan, que pueden generar feak news sin inconveniente y sin la intervención del Supremo Tribunal Electoral. Sociedad conservadora, medios corruptos y religión política darán como resultado las BBB en el congreso de Brasil (Bala, Biblia, Buey). Los defensores de la línea dura en el área de la seguridad pública, los religiosos/evangélicos y los ruralistas o agronegocios.
De los 52 diputados de Bolsonaro, 20 son policías, dos generales y un coronel del ejército. Para tener más claro su perfil, uno de los elegidos es Daniel Silveira, policía que salto a la fama por destruir la placa de Marielle Franco, activista feminista asesinada el 14 de abril 2018 en Rio de Janeiro.
Es fácil que una parte de la sociedad, misógina, xenófoba y racista, se crea que un corrupto fascista puede sacar a Brasil de la corrupción y la violencia. Sólo necesita de un departamento de Estado y un establishment que acompañe, mediática y evangélicamente, el repudio de la otra parte a la distribución del ingreso, mezclada con malas políticas y la corrupción del PT.
Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2018/10/24/todo-el-fascismo-en-un-solo-combo/
La guerra hibrida puso en práctica su forma de accionar. Una fábrica monstruosa de noticias falsas, multiplicadas por robots...
Brasil: Elecciones en la guerra híbrida
Emir Sader
https://eltabanoeconomista.files.wordpress.com/2018/04/hacker-3.jpg?w=1200
Para impedir que el deseo de la mayoría de los brasileños de tener a Lula de nuevo como presidente de Brasil se concretara, la derecha ha optado por destruir al país. No le importan las consecuencias. Ya había abrazado a Michel Temer, a sabiendas de que es la cabeza de una banda de corruptos, con tal de sacar al PT del gobierno, retomando el ya fracasado modelo neoliberal. No le importan las consecuencias: la profunda y prolongada recesión, los 27 millones de personas, entre desempleados y gente que ya ni siguiera busca empleo.
No importa que se desmonte la estructura productiva del país, que se subaste el pre sal para empresas extranjeras a precios viles, no importa que el Estado deje abandonada a la masa de la población antes atendida con programas sociales. Es una derecha, un gran empresariado, que no tiene ningún compromiso con el país. Que niega lo que algunos sectores de izquierda decían: que el gran empresariado estaba contento con los gobiernos del PT. Todo lo contrario: hacen de todo, legal e ilegal, para impedir que ese gobierno vuelva.
No importa que tengan que abrazar ahora a un capitán del ejército, expulsado y degradado por mal comportamiento, que añora la dictadura militar, que pregona la tortura, que ofende a mujeres, a los negros, a los LGBT, a todos los explotados y excluidos. Han tenido que hacer esa opción, por la fuerza del PT y de Lula, que han reconstruido a la izquierda, con un proyecto democrático y popular amplio, que ha incorporado a las más amplias capas del pueblo.
Para enfrentar a esa alternativa, la guerra hibrida puso en práctica su forma de accionar. Una fábrica monstruosa de noticias falsas, multiplicadas por robots en millones de copias, ha inundado a las casillas de millones de personas y difundida por las iglesias evangélicas, ha revertido una ventaja conquistada en base a la movilización y a la conciencia popular. El director del institutito de encuestas de Folha de Sao Paulo ha afirmado que esos mecanismos han falseado profundamente los resultados de las elecciones en primera vuelta. Solo así fue posible esa reversión, que ha criminalizado al inmenso movimiento de mujeres que había copado las calles de todos el país con el movimiento #ElNo, que ha propagado estúpidas mentiras en contra de Fernando Haddad y en contra de las fuerzas de izquierda.
Esos mecanismos diabólicos han puesto a la izquierda en la defensiva, teniendo que pasar a desmentir las mentiras difundidas diariamente – entre ellas fotos de lo que serían biberones en forma de órgano sexual masculino que Haddad habría distribuido en las escuelas cuando era ministro de Educación, para que tengan idea de lo que se difunde por intermedio de esos robots -, con la agenda desplazada de las alternativas para el país hacia esas mentiras. Así se construye una campaña electoral en la guerra híbrida.
Después de darse cuenta de los mecanismos que la extrema derecha puso en práctica, la izquierda readaptó sus formas de acción y su discurso, pero Bolsonaro ya había copado el centro del escenario electoral, incluso con sus amenazas cotidianas, de que los opositores irían presos o tendrían que irse del país, entre otros, para esconder su plan económico de gobierno, de continuidad con el neoliberalismo de Temer.
La contraofensiva de la izquierda, con Haddad recorriendo todo Brasil de nuevo, tuvo que remontar una diferencia grande en las encuestas y el clima anticipado de victoria que la extrema derecha ha empezado a entonar. Nada de esos mecanismos han borrado la voluntad mayoritaria de los brasileños de que Lula fuera el próximo presidente de Brasil, como lo reafirman las encuestas en que el nombre del ex-presidente es mencionado como alternativa. Pero jugando en contra del tiempo, la izquierda está logrando disminuir la distancia, corriendo en contra del tiempo, a la vez que las declaraciones amenazantes del candidato de la extrema derecha, junto a sus hijos, su candidato a vicepresidente, su asesor económico, asustan cada vez a sectores más amplios, incluso a los medios, mencionados expresamente por Bolsonaro como sus blancos de ataques muy duros.
Se acerca el desenlace de la más profunda y prolongada crisis de la historia brasileña, que tendrá una continuidad bajo forma distinta, la represiva, o una salida democrática. De todas maneras, nunca la lucha de clases ha ganado una forma tan abierta, dura, violenta, como en esta campaña electoral en Brasil. Los sectores organizados del pueblo, que siguen teniendo a Lula como su líder indiscutible, dan una batalla durísima en contra de las fuerzas gigantescas que la extrema derecha ha movilizado, contando con el gran empresariado y su inmenso podría económico, con los mecanismos elaborados por el hombre del marketing de Trump, por los mecanismos ficticios que han puesto en marcha, con las iglesias evangélicas y con los grados de falta de conciencia de sectores populares, pero sobretodo de capas medias.
La candidatura de Haddad cuenta con todos los movimientos populares organizados, con toda la intelectualidad y los artistas, con todo el mundo de los juristas –con la participación de Chico Buarque, Caetano Veloso, Gilberto Gil, Sonia Braga, entre tantos otros-, con todas las personalidades importantes en Brasil, una fuerza democrática que será protagonista del futuro del país. Momentos de decisión para Brasil, con consecuencias para todo el continente.
- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
Fuente: https://www.alainet.org/es/articulo/196125