El campo se está quedando solo
La mitad de la población campesina está en condiciones de pobreza, además las mujeres y los jóvenes están migrando a las ciudades.
Agencia de Noticias UN-
El grueso de la población campesina está en edad adulta, entre los 40 y 54 años de edad.
La dinámica demográfica del sector rural, según el último censo nacional agrario (2015), muestra que dos de cada tres personas son hombres, la mayoría entre los 40 a 54 años.
Al estudiar los resultados de este censo, el profesor Carlos Alberto Suescún, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, evidencia que según el DANE existen 2,7 millones de productores campesinos, 724.000 de los cuales son labriegos.
Y si bien existe un patrón de migración hacia las ciudades, donde se estima se concentrará el 60 % de la población mundial para el 2030, en el caso colombiano este fenómeno no ocurre por el desarrollo del país, sino por la ausencia de medios para una buena calidad de vida en estas regiones.
Si bien se han reducido los niveles de confrontación en las zonas rurales, según lo evidencian entidades como el Cerac (Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto), en parte por las dinámicas alrededor de los diálogos, los cultivos ilegales en el país son “otra evidencia de que en el sector rural la gente no tiene desarrollo ni prosperidad sin estar vinculada a un negocio ilícito”, afirma el docente.
Desde su punto de vista, la política estatal tiene que aplicar dos salidas urgentes para atender la crisis del campo. O bien ofrece protección social en las ciudades a la población que está migrando, o le apunta a la restitución de tierras, pero con políticas de desarrollo rural, para que aquellos migrantes regresen a vivir dignamente al campo.
Aunque reconoce que esos nuevos migrantes están en la libertad de quedarse en las ciudades, afirma: “es más conveniente para una nación, por democracia, justicia y seguridad alimentaria que las personas que se vieron obligadas a dejar sus tierras las pueden recuperar y el Estado les brinde las garantías de desarrollo rural para que regresen”. En su concepto, eso brindará mayores posibilidades de introducción de alimentos y distribución de los activos (en este caso, la tierra). No obstante, quienes no regresen deben tener garantizadas las condiciones de seguridad en las áreas urbanas.
La cuestión es que bajo el contexto del posacuerdo, solo se está considerando un grupo armado (las FARC). Sin embargo, continúan los reductos del paramilitarismo, las bandas criminales y otros grupos (como el ELN) que parecen estar lejos de acoplarse a un modelo de paz.
Cerca de la mitad de población rural es pobre (45,5 %), de acuerdo con el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM), y para comunidades étnicas es de 63,5 %, las cuales están en las peores condiciones sociales y requieren de atención diferenciada.
La pobreza se revela en aspectos objetivos. La mitad de las construcciones están hechas en ladrillo y tienen piso de cemento. Igualmente, solo el 42,6 % de las UPA (Unidades Productoras Agropecuarias) tienen acceso a servicio de acueducto y el 6 %, al alcantarillado. El servicio de energía eléctrica es el que mejores niveles de cobertura presenta, pero el 18 % de las UPA carecen de electricidad.
El abandono estatal también se revela en la educación. Y es que el 17 % de la población manifiesta no saber leer ni escribir.
Por ejemplo, de acuerdo con los resultados del CNA-2015, solo el 15 % de los productores residentes manifestó haber recibido asistencia técnica, y el 83,6 % demandó crédito, siendo este el supuesto vehículo para generar oportunidades de negocio. Igualmente, ocho de cada diez UPA carecen de acceso a sistemas de riego.
(Por: Fin/HEVC/MLA/APBL)N.° 391
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