Tumaco, el municipio olvidado por Dios y el Estado
Foto: tomada de elpais.com.co
El 84 % de la población vive en la pobreza; el desempleo llega al 72 % y solo el 26 % de los jóvenes termina secundaria
Por: Gabriel Pacheco
Tumaco es, en verdad, un municipio fallido: el 84 % de la población vive en la pobreza y el 16,4 % en pobreza extrema. La electricidad se va cuando llueve y allá llueve mucho; solo el 5,7 % de la población tiene alcantarillado y el 29 % acueducto; el desempleo llega al 72 %. No hay vías principales decentes, y ni hablar de secundarias, y no hay semáforos. Hablar de planificación urbana en Tumaco es ficción. La salud es precaria. Solo el 26 % de los jóvenes termina la secundaria; de ellos, solo el 8 % llega a la universidad y el puerto tiene un vergonzoso 18 % de analfabetismo. Y no hablemos de violencia, desplazamiento y despojo de tierras porque nos ponemos a llorar.
¿Y saben cuál es presupuesto anual de Tumaco? 221 mil millones de pesos. En otras palabras, Tumaco es un municipio que literalmente se lo han estado robando hace décadas, no hay otra explicación.
Pues bien, el pasado 26 de octubre, mientras el país debatía sobre el sexo del general Palomino, en este municipio olvidado de Dios y del Estado los politiqueros de turno se robaban las elecciones de la manera más descarada y nadie, nadie hizo nada.
Votos marcados y formularios E14 tirados en las calles de Tumaco, a cinco horas luego del cierre de las elecciones, las urnas urbanas que estaban a cuadras del lugar de conteo no llegaban (¿Dónde estaban? ¿Qué hacían con ellas?); la mitad de las mesas clave en el Liceo Max Seidel aparecen en un lugar y la otra mitad en otro (¿por qué?); las mesas de La Concepción aparecieron con bolsas rotas, remendadas con esparadrapo y nunca se reportó material electoral sobrante.
¿Por qué una excesiva y sospechosa demora en la entrega de votos? ¿Por qué bolsas de votos rotas y remendadas? ¿Por qué el registrador encargado prácticamente no hizo ni dijo nada?¿Por qué las mesas rurales llegaron días después cuando podían llegar de un día a otro? ¿Por qué muchas mesas no tuvieron arca triclave? ¿Por qué el registrador encargado fue sorprendido en el carro del esposo de la candidata ganadora? ¿Qué hacían juntos? Y, sobre todo, ¿Por qué nadie en Nariño y en Bogotá no dice o hace nada?
Básicamente nadie dice nada porque Tumaco no importa, está muy lejos, no interesa. Si estas grotescas irregularidades pasaran en una localidad de Bogotá habrían salido en todos los noticieros, pero como pasó en Tumaco…
Cuatro años más Tumaco seguirá condenado al reparto de puestos, presupuestos; a los cuantiosos contratos donde seguramente se quedarán en el mejor de los casos con el 20 %, mientras los tumaqueños seguirán viviendo en una ciudad con niveles de miseria similares a los de Congo o Ruanda.
Si este fuera un país serio, las elecciones de Tumaco se repetirían con veedores nacionales e internacionales y una comisión auditora enviada desde Bogotá que con rigurosidad supervise mesa a mesa… y ¿por qué hacer semejante despliegue? Porque Tumaco merece por primera vez en su historia tener un proceso electoral limpio.
Pero nada esto va a pasar, porque este no es país serio y aquí es más interesante hablar del sexo del general Palomino mientras Tumaco se lo siguen robando.
@GabrielPacheco
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