Isagén como commodity, ganga para el capital especulativo
Aurelio Suárez Montoya
El negocio de la venta de Isagén tiene varios incentivos ocultos. Los compradores son empresas-fachada del capital especulativo global.
Isagén está entre las 25 primeras empresas colombianas y tiene capacidad para generar 20% del total de la energía nacional. Tuvo un desempeño virtuoso en la última década, reflejado en ingresos más elevados, utilidades, patrimonio y activos, los que con HidroSogamoso se potenciarán más. El Ministerio de Hacienda posee el 57% y, entre 2014 y 2020, podría recibir dividendos por más de $1,1 billón.
El mercado de electricidad en Colombia es atractivo. Entre 2002 y 2015, el costo de generación en la tarifa subió, avalado por los reguladores, el 108%, mientras que el IPC creció 58,5% y un oligopolio –incluida Isagen– maneja el 75% de este componente. El consumo, con cobertura del 96%, puede ampliarse más: El promedio por habitante es 1.123 KW-h/año, menos que Ecuador y Costa Rica y la mitad de Brasil, pero –según la UPME– crecerá a futuro al 3,9%. Desde 2018, aumentarán las exportaciones anuales, agregando a las destinadas a Venezuela y Ecuador, de más de 700 Gw-h, las concretadas con Panamá, por 173 Gw-h.
El negocio tiene incentivos ocultos. Como en cualquier sociedad bursátil, quien se haga al 57% de Isagén pagando la base para la subasta, $5,2 billones y algo más, tomará control sobre $8,5 billones de activos. Así mismo, al valorarse la empresa por flujos futuros, los activos sin incidencia directa en los ingresos (vehículos, lotes, etc.) se liquidan prontamente para recuperar la inversión por vía de descapitalizaciones, como pasó con Codensa. Esto sin descontar que en la tarifa, la variable WACC que remunera el capital invertido, se retribuye al doble que en otros países.
Colbún de Chile, GDF Suez y el fondo financiero, Brookfield, pujan por Isagén. ¿Quiénes están tras ellas? La primera, privatizada en 1999, es de los grupos Matte y Angelini, y de administradoras de pensiones de firmas como Principal Finnancial, MetLife y Sura. Fue forzada a suspender en 2014 el proyecto HydroAysén, que quería ejecutar a toda costa en contra del ambientalismo austral. Colbúntiene comprometido 64% de su capital y debe endeudarse para una eventual adquisición. Estará guiada por su lema, “maximizar la rentabilidad a largo plazo”, lo que le advierte de antemano al país sobre sus propósitos con Isagen.
GDF Suez (ahora ENGIE) es una compañía de electricidad, gas y servicios cuyo mayor accionista es el Estado de Francia. Como “primer productor independiente de energía en el mundo”, tiene activos por 165.300 millones de euros y deuda financiera de 27.500 millones. En emisión de bonos en Europa en 2015, para apalancarse, recibió 500 millones de euros por 20 años, el primer segmento de 2.500, sin intereses por los dos primeros y el resto al 1,5% anual. Los prestamistas de este “dinero barato”, abundante en Europa en crisis, son Bank of America, Barclays, Crédit Agricole y BNP Paribas. El bajo costo financiero será su clave para la almoneda.
El fondo Brookfield Asset Managment, que aquí maneja la empresa EBSA (Boyacá), busca “asegurar retornos ajustados al riesgo” en activos en energía, infraestructura y propiedades, listando en las bolsas de New York, Toronto y Ámsterdam. Sus dueños son bancos canadienses, como Nova Scotia, Toronto-Dominion y el Royal Bank of Canada y fondos institucionales. Maneja activos por 200 mil millones de dólares, 70% en Estados Unidos, en Norte y Suramérica, Europa, Asia y Australia.
Lo anterior describe un cuadro fatídico. El interés de los compradores no es transmitir bajos precios ni know-how al sector energético nacional, ni reemplazar al Estado como regulador natural. Son empresas-fachada del capital especulativo global, que contará para sus maniobras, para volver a Isagén un commodity, con la protección de los TLC. Se verá si, al final, Colombia padecerá “apagones” como los de California con Enron, cuando allá decidieron –como Santos– aplicar “la mano invisible del mercado” a un bien estratégico como la energía.
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