Situación de hambre en Colombia supera promedio de la región
Por Juan Carlos Domínguez
Portafolio
Situación preocupante en Colombia, Costa Rica,
Paraguay y Guatemala. Brasil es un ejemplo de avance, y el fenómeno es cosa del
pasado en Venezuela, Chile, Cuba, Argentina y México.
Mientras el 7,7 por ciento –en promedio– de la población latinoamericana sufre problemas de hambre y, por ende, de desnutrición, en Colombia es el 12,6 por ciento.
Las cifras las reportó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en su informe Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2012 en América Latina y el Caribe, publicado ayer, que trae para el país una mala y una buena noticia.
Si bien el impacto del hambre en Colombia es superior al del promedio del continente, hay una reducción de 6,5 puntos porcentuales entre 1990 y el presente año, pese a un leve retroceso de 0,1 puntos entre 2007 y 2012.
El hambre en América Latina y el Caribe –señala la publicación –afecta a 49 millones de personas, a pesar de que en los últimos veinte años 16 millones dejaron esta condición.
A esto se suma que el crecimiento que han tenido las economías de los países no se ha traducido en una disminución correspondiente de la vulnerabilidad a la que está expuesta una parte de la población de la región.
El oficial principal de políticas de la oficina regional de la FAO, Adoniram Sanches, reconoció que si bien la región es la que más ha avanzado en reducción del hambre a nivel mundial, en los últimos años la tendencia en la reducción se desaceleró producto del impacto de las crisis económicas.
Destacó que se notan avances en producción, productividad, comercio y protección social, que han contribuido a la reducción del hambre en el subcontinente.
Por otra parte, el crecimiento económico que se ha notado en Latinoamérica también ha sido fundamental para la reducción de la población con hambre, que pasó del 8,7 por ciento en el 2007 a 8,3 este año, al sumársele el grupo de países del Caribe.
Según el Panorama, hay una combinación en el aumento de los ingresos laborales y la ampliación de las transferencias de recursos públicos a programas sociales.
Pese a lo anterior, la FAO llamó la atención por los casos de Costa Rica, Guatemala y Paraguay.
En el primero, de haberse solucionado renació el problema, mientras que sigue creciendo en Guatemala; en Paraguay es altamente preocupante, pues casi que se ha disparado (del 16,8 al 25,5 por ciento de la población).
Bolivia tampoco escapa a la situación, con el 24,1 por ciento de su población con hambre.
En estos países anotados, la prevalencia de la desnutrición crónica –esto es, baja talla para la edad– en niños menores de 5 años es de dos dígitos. El caso más aberrante se reportó en Guatemala, con el 48 por ciento, dice el informe
Brasil, por su parte, es uno de los ejemplos para seguir, ya que la ejecución del programa Hambre Cero –durante el gobierno de Lula– contribuyó a que el índice bajara de 7,8 a 6,9 por ciento.
Ahora, como factor externo, la FAO atribuye al vaivén de los precios de las materias primas, como maíz, trigo y soya, las variaciones locales del valor de los alimentos; uno de los últimos ‘sacudones’ se debió al intenso verano de mitad de año en los Estados Unidos, que incidió en el llamado índice de precios de los alimentos de la FAO, que volvió a subir, luego de mantener una tendencia a la baja.
Aunque los productos anotados no llegan directamente al plato de los habitantes, sí lo hacen a través del pollo, el pan y las arepas, alimentos de consumo masivo en Latinoamérica y el Caribe.
Por último, un factor que ha ayudado a morigerar el problema ha sido la dinámica que ha cobrado el comercio intrarregional.
“Durante 2011 su peso superó levemente al del comercio con los Estados Unidos”, concluyó el informe de la FAO.
Desplazamiento y más pobreza
Los desastres naturales también han impactado la seguridad alimentaria de la población, mientras que la agricultura es uno de los sectores más vulnerables a las variaciones del clima, ya que hay más riesgos de sufrir pérdidas de cosechas y ganado, y menor oferta de recursos pesqueros y forestales.
Durante 2011, por ejemplo, las inundaciones fueron el evento más recurrente en Brasil y Colombia, que padecieron las consecuencias del fenómeno de la Niña.
En Colombia hubo pérdidas en 28 de los 32 departamentos. Según la Encuesta Nacional Agropecuaria, hecha por el Dane, los inviernos que intensificó la Niña en el 2011 dejaron 939.844 hectáreas perdidas por inundaciones o deslizamientos.
Problema de salud pública
Los impactos de la desnutrición y, en general, de la malnutrición en Latinoamérica –en términos de salud de la población– pueden ser graves y varían de acuerdo con el tipo de desequilibrio de nutrientes.
Las deficiencias en vitaminas y minerales pueden dar lugar a problemas de visión o ceguera (vitamina A), debilidad muscular, parálisis, trastornos nerviosos, problemas digestivos, piel agrietada (vitamina B), inflamación de la glándula tiroides, mal desarrollo cerebral (yodo), y anemia (hierro).
Las consecuencias de un exceso de nutrición también pueden ser perjudiciales y contribuir al desarrollo de sobrepeso y obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y cáncer.
En seis países, el hambre es historia
Cuba, Argentina, Chile, México, Uruguay y Venezuela son los seis países donde –según las cuentas de la FAO– el hambre es ya casi historia del pasado, pues algo menos del cinco por ciento de sus pobladores reportan algún problema de consumo de alimentos. En estos, se destaca la oferta y la disponibilidad de comida.
Mientras el 7,7 por ciento –en promedio– de la población latinoamericana sufre problemas de hambre y, por ende, de desnutrición, en Colombia es el 12,6 por ciento.
Las cifras las reportó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en su informe Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2012 en América Latina y el Caribe, publicado ayer, que trae para el país una mala y una buena noticia.
Si bien el impacto del hambre en Colombia es superior al del promedio del continente, hay una reducción de 6,5 puntos porcentuales entre 1990 y el presente año, pese a un leve retroceso de 0,1 puntos entre 2007 y 2012.
El hambre en América Latina y el Caribe –señala la publicación –afecta a 49 millones de personas, a pesar de que en los últimos veinte años 16 millones dejaron esta condición.
A esto se suma que el crecimiento que han tenido las economías de los países no se ha traducido en una disminución correspondiente de la vulnerabilidad a la que está expuesta una parte de la población de la región.
El oficial principal de políticas de la oficina regional de la FAO, Adoniram Sanches, reconoció que si bien la región es la que más ha avanzado en reducción del hambre a nivel mundial, en los últimos años la tendencia en la reducción se desaceleró producto del impacto de las crisis económicas.
Destacó que se notan avances en producción, productividad, comercio y protección social, que han contribuido a la reducción del hambre en el subcontinente.
Por otra parte, el crecimiento económico que se ha notado en Latinoamérica también ha sido fundamental para la reducción de la población con hambre, que pasó del 8,7 por ciento en el 2007 a 8,3 este año, al sumársele el grupo de países del Caribe.
Según el Panorama, hay una combinación en el aumento de los ingresos laborales y la ampliación de las transferencias de recursos públicos a programas sociales.
Pese a lo anterior, la FAO llamó la atención por los casos de Costa Rica, Guatemala y Paraguay.
En el primero, de haberse solucionado renació el problema, mientras que sigue creciendo en Guatemala; en Paraguay es altamente preocupante, pues casi que se ha disparado (del 16,8 al 25,5 por ciento de la población).
Bolivia tampoco escapa a la situación, con el 24,1 por ciento de su población con hambre.
En estos países anotados, la prevalencia de la desnutrición crónica –esto es, baja talla para la edad– en niños menores de 5 años es de dos dígitos. El caso más aberrante se reportó en Guatemala, con el 48 por ciento, dice el informe
Brasil, por su parte, es uno de los ejemplos para seguir, ya que la ejecución del programa Hambre Cero –durante el gobierno de Lula– contribuyó a que el índice bajara de 7,8 a 6,9 por ciento.
Ahora, como factor externo, la FAO atribuye al vaivén de los precios de las materias primas, como maíz, trigo y soya, las variaciones locales del valor de los alimentos; uno de los últimos ‘sacudones’ se debió al intenso verano de mitad de año en los Estados Unidos, que incidió en el llamado índice de precios de los alimentos de la FAO, que volvió a subir, luego de mantener una tendencia a la baja.
Aunque los productos anotados no llegan directamente al plato de los habitantes, sí lo hacen a través del pollo, el pan y las arepas, alimentos de consumo masivo en Latinoamérica y el Caribe.
Por último, un factor que ha ayudado a morigerar el problema ha sido la dinámica que ha cobrado el comercio intrarregional.
“Durante 2011 su peso superó levemente al del comercio con los Estados Unidos”, concluyó el informe de la FAO.
Desplazamiento y más pobreza
Los desastres naturales también han impactado la seguridad alimentaria de la población, mientras que la agricultura es uno de los sectores más vulnerables a las variaciones del clima, ya que hay más riesgos de sufrir pérdidas de cosechas y ganado, y menor oferta de recursos pesqueros y forestales.
Durante 2011, por ejemplo, las inundaciones fueron el evento más recurrente en Brasil y Colombia, que padecieron las consecuencias del fenómeno de la Niña.
En Colombia hubo pérdidas en 28 de los 32 departamentos. Según la Encuesta Nacional Agropecuaria, hecha por el Dane, los inviernos que intensificó la Niña en el 2011 dejaron 939.844 hectáreas perdidas por inundaciones o deslizamientos.
Problema de salud pública
Los impactos de la desnutrición y, en general, de la malnutrición en Latinoamérica –en términos de salud de la población– pueden ser graves y varían de acuerdo con el tipo de desequilibrio de nutrientes.
Las deficiencias en vitaminas y minerales pueden dar lugar a problemas de visión o ceguera (vitamina A), debilidad muscular, parálisis, trastornos nerviosos, problemas digestivos, piel agrietada (vitamina B), inflamación de la glándula tiroides, mal desarrollo cerebral (yodo), y anemia (hierro).
Las consecuencias de un exceso de nutrición también pueden ser perjudiciales y contribuir al desarrollo de sobrepeso y obesidad, enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y cáncer.
En seis países, el hambre es historia
Cuba, Argentina, Chile, México, Uruguay y Venezuela son los seis países donde –según las cuentas de la FAO– el hambre es ya casi historia del pasado, pues algo menos del cinco por ciento de sus pobladores reportan algún problema de consumo de alimentos. En estos, se destaca la oferta y la disponibilidad de comida.
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