Corrientazo crediticio
Octavio Quintero
ARGENPRESS.info
La especulación financiera es un atraco con anuencia y connivencia del Estado.
La gerencia de Alto Riesgo en la banca colombiana (y del mundo) opera inversamente proporcional a la solvencia de sus clientes: en tanto en cuento el cliente tenga menos solvencia, más alta será la tasa de interés que le corresponda pagar por el crédito que le asignen.
En la lógica, esto no cabe. Los programadores de carreras de caballos tienen más lógica matemática que los banqueros, porque el peso de los competidores se establece por su mayor o menor posibilidad de triunfo, con el fin de que haya equidad en la competencia.
En la banca no: en la medida en que usted menos capacidad de pago tenga, más alta será la tasa de interés que, finalmente, lo hundirá en la quiebra. Es decir, se dice en mi libro ‘La mentira organizada’: (…) “Ya que usted está condenado al fracaso, hagamos todo lo posible porque caiga en desgracia cuanto antes”. Es, por decirlo en otros términos, una especie de eutanasia financiera que la banca le aplica a los más urgidos del crédito para sacar sus negocios adelante.
Cursa en el Congreso (o se anuncia) un proyecto de ley que pudiera volver a llamarse de “fomento crediticio” a las pequeñas y medianas empresas…
¿Y, quién dijo miedo? Inmediatamente salió a los medios la presidenta de la Asobancaria a decir que esa era una iniciativa de intervención de la banca por parte del Estado.
Palabra más o palabra menos, dijo que pedirle a la banca que le preste plata a los más necesitados, era como obligar a todos los restaurantes a vender “corrientazos” (almuerzos corrientes o populares).
Muy gráfica la expresión; y sí, muy cierta: la banca es una especie de restaurante “tres tenedores” al que sólo tienen acceso los más ricos. Todos los demás estamos por fuera “llevando del bulto” para que ellos tengan opíparos ágapes.
La banca, esa banca que en Colombia la manejan no más de 5 personas (el sindicato más pequeño y más poderoso, quizás del mundo), alcanza unas utilidades billonarias año tras año –día tras días- a costa de la alta tasa de intermediación con que castiga a los más pobres.
Es un escándalo (y tómese la molestia de hacer la comparación con cualquier país del mundo), que en Colombia la tasa de intermediación financiera sea casi 10 veces el promedio de la inflación nacional.
Es una abierta especulación con la anuencia y connivencia del Estado.