ARMAS E IDEOLOGÍA.
Del arma de la crítica a la crítica de las armas es la unidad de contrarios de la razón y la irracionalidad.
Imagen: itsmyownworld.wordpress.com
Ulises Casas Jerez
REVISTA CRITICA POLÍTICA
Se ha abierto un debate, en Colombia, sobre el uso de las armas, es decir, de los instrumentos que sirven a la violencia. Se piensa que prohibiendo el porte de ellas por parte del ciudadano, se puede llegar a detener o liquidar la violencia que se lleva a cabo mediante esos instrumentos mortales. Lo irónico de este debate es que lo inicia un personaje que las empuñó, en un momento determinado de su vida, en la finalidad de llegar al poder político que hoy detenta mediante una especie de "las armas de la crítica’´, es decir, el voto popular, así haya sido minoritario si tomamos la totalidad del mismo en la capital del país.
El fenómeno de las armas pertenece a la misma naturaleza humana que, hasta ahora, las ha usado iniciando desde las más primitivas como el garrote, la flecha, la lanza y similares; paralelo con la evolución de los diferentes medios de producción y sobrevivencia, ellas han evolucionado; hoy, las que existen poseen una sofisticación de elevada tecnología que prácticamente son desconocidas por la mayor parte de las gentes del planeta.
La existencia de la racionalidad y la irracionalidad pertenece, también, a la naturaleza humana; porque es la humanidad el sujeto y el objeto de las mismas. Desde su origen, ella ha poseído, en algunos de sus miembros, lo racional; lo entendemos como la reflexión sobre la conducta humana y el deseo de que se extienda a todo el conjunto social; sin embargo, a su lado se encuentra su contrario, la irracionalidad. Ha sido ésta la que ha imperado y lo sigue haciendo; no basta con el elevado nivel que ha alcanzado el pensamiento; por el contrario ese grado alcanzado por el pensamiento se ha producido una sofisticación de la irracionalidad si así pudiésemos decirlo.
El arma de la crítica es la más poderosa; por ella entendemos el dominio de la ideología sobre el ser humano; se concreta en las creencias y religiones que dominan el conjunto de la especie humana. Quienes poseemos la ideología de la solidaridad y el humanismo como conducta de nuestra hacer social, cuando percibimos a uno de nuestros semejantes, nos vemos en él, es nuestro otro yo pero sin la intermediación religiosa que pervierte y deforma nuestra esencia. El conjunto de credos y creencias dominan a la mayor parte de la humanidad; las religiones dominantes se han constituido en un organismo único, el Consejo Mundial de Iglesias para dominar en mejor forma mediante la ideología, es decir, con el arma de la crítica, a la totalidad humana. Entendieron, de tiempo reciente, que no poseían diferencias de fondo y dejaron la controversia y las disputas por ese poder de dominio ideológico.
El pensamiento ha logrado un grado elevado en la perspectiva de la racionalidad, pero ha sido utilizado para degradar lo humano y desarrollar la violencia, la irracionalidad; ese pensamiento, en la ciencia, logró descubrir la fuerza del átomo y, pudiéndolo utilizar para mejorar las condiciones materiales y culturales del humano, ha sido orientado a su destrucción. Se convirtió en un arma de mayor sofisticación tecnológica.
La crítica de las armas, los instrumentos de la violencia, no ha detenido el progreso de la humanidad y menos el del pensamiento: ni la hoguera ni el tormento de la Inquisición detuvieron la libertad del pensamiento: hoy poseemos esa libertad, casi en grado absoluto. Pero las armas de la crítica, expresadas en la ideología, sigue siendo el instrumento dominante sobre las mentes humanas; ya no necesitan, las religiones, acudir a la intimidación armada y ni siquiera a la del infierno y el demonio para seguir dominando a la humanidad. Simplemente, afirman la existencia del más allá, del Creador del Universo, del Ser Supremo y otras denominaciones, para someter a la inmensa mayoría de quienes habitamos este planeta.
Quienes llegan a comprender que el uso de las armas ideológicas son más eficaces que las mecánicas, obtienen mejores resultados, en la finalidad de dominar a sus similares humanos; pero ellos han perdido la esencia real del humano y se convierten en su contrario.
Ulises Casas Jerez
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