Foto Daniel Iannini. Elespectador
El día que las nubes se apartaron para que la protesta social se tomara las ciudades[1]
Mientras las fuerzas gubernamentales civiles y militares ordenaban cerrar el comercio y abstenerse de salir a la calle, argumentando el peligro que fuerzas “terroristas” infiltradas entre los manifestantes, provocaran desmanes, la opinión pública de la ciudad, a lo largo de todo el recorrido, observó una marcha masiva, vigorosa, llena de alegría, de entusiasmo y de esperanza.
Eran cientos de jóvenes con consignas renovadas y rítmicas, con trajes multicolores y con el ímpetu natural, propio de la juventud de comienzos de un nuevo siglo, retándose a sí mismos y dando muestras de una civilidad que nos debería enorgullecer en vez de motivar la estigmatización y la descalificación injusta y vulgar con que sectores acomodados de los medios, del gobierno y de la misma opinión pública, ignorantes de los peligros que acompañan las propuestas del gobierno nacional y la perversa y anti ética postura del gobernador del Tolima frente a la Universidad Pública estatal de cuyo Consejo Superior es Presidente, acostumbran etiquetarlos.
Al lado de los jóvenes universitarios, a los que se sumaron cientos de estudiantes de secundaria y media, marchaban docentes y algunos directivos docentes universitarios y, por supuesto, los trabajadores de la Universidad. No se trataba de acompañar a los estudiantes, se trataba de complementar el cuadro de una comunidad educativa dispuesta a retomar las banderas de una lucha que no puede ser más justa y que debe continuar avanzando, conquistando el corazón de las gentes más humildes y de las clases medias, pero resuelta a construir la conciencia suficiente para producir las movilizaciones de masas que en un futuro que no puede estar tan lejano, derribe los poderes oprobiosos que unas oligarquías corruptas y apátridas han instaurado contra la inmensa mayoría de la sociedad colombiana.
Lo que vio hoy la ciudad, desde sus habitantes habituales y también sus visitantes, fue la más contundente muestra de lo que la movilización social fundada en razones válidas, puede producir en el camino hacia la derrota de un modelo económico que amenaza de muerte los derechos fundamentales de las mayorías excluidas: la salud, la educación, el trabajo, la vivienda digna, el acceso a los bienes culturales, a un ambiente sano.
Pero también se trata de la defensa de la soberanía y la autodeterminación nacional, amenazada por los tratados de libre comercio, con los cuales se acaba de desproteger la producción industrial nacional; se acaba de condenar a la producción agraria; se eleva la edad de jubilación; se masifica el empleo a término fijo y sin garantías prestacionales, entregado a falsas cooperativas; se condenan las ocupaciones informales que sostienen a más de la mitad de la población pobre de las ciudades; en fin, se trata de un grito al mismo tiempo desesperado y urgente de jóvenes y de personas adultas que como los trabajadores, los profesores y los pensionados, sabemos que lo peor puede estar por venir.
Como parte de esta agenda comercial más amplia y nuestra alianza duradera con Colombia, el gobierno de Obama se ha comprometido a profundizar las relaciones económicas bilaterales en una manera que sea fiel a nuestros valores. Para ello, el presidente Obama identificó una serie de preocupaciones laborales importantes e inmediatas que era necesario abordar antes de que él estuviera dispuesto a presentar el Acuerdo de Promoción Comercial EE.UU.-Colombia ("el Acuerdo") para su aprobación en el Congreso. Estas preocupaciones incluyen la insuficiente protección de los derechos laborales internacionalmente reconocidos en las leyes colombianas, las normas y los esfuerzos de aplicación, la violencia contra dirigentes sindicales colombianos, y los esfuerzos insuficientes para enjuiciar a los responsables del asesinato de dirigentes sindicales.[2]
En un apartado de este informe infame, se agrega:
Muchos de los productos agrícolas también se beneficiarán del Acuerdo, en tanto más de la mitad de las exportaciones agrícolas de Estados Unidos a Colombia estarán inmediatamente libres de impuestos, y virtualmente todos los aranceles restantes serán eliminados a lo largo de 15 años. Colombia eliminará inmediatamente los aranceles sobre el trigo, la cebada, los granos de soya, la harina de soya, la carne de res de alta calidad, el tocino, casi todos los productos de frutas y hortalizas, trigo, algodón, y la gran mayoría de productos procesados. El Acuerdo también provee contingentes arancelarios libres de impuestos (TQR) a la carne de res estándar, a los muslos de pollo, los productos lácteos, el sorgo, los alimentos para animales, el arroz, y el aceite de soya.
Colectivos Libertarios prepara un dossier con la versión completa del informe, que será publicado en el blog de EMANCIPACIÓN OBRERA y difundido por todos los medios posibles.
Hasta el más ingenuo debe comprender que el TLC constituye una salida a la crisis gravísima que desde hace ya dos décadas viene afrontando el imperio y que el mismo solo puede beneficiar a unas oligarquías que desde hace décadas se han dedicado al negocio de la importación-exportación y a servir de intermediarias (testaferrato “blanco”) de grandes compañías trasnacionales que recorren el mundo explotando riquezas naturales, mercados y mano de obra barata. En la cita que hacemos se mencionan los beneficios que obtendrán los productores y el gobierno de los Estados Unidos, pero no se dice nada de cuáles serán los beneficios para los productores colombianos, condenados por nuestro propio gobierno a perecer ante la competencia desleal que impondrá el TLC, al privilegiar no la producción nacional sino la importación de mercancías producidas en el exterior.
Nuestros jóvenes no están desinformados, ni nuestros trabajadores, profesores y pensionados equivocados; los jóvenes saben que su única oportunidad de obtener un título profesional está en la universidad pública estatal; los trabajadores saben que todas sus garantías laborales han venido siendo suprimidas y que el trabajo a destajo constituye hoy la estrategia de gobierno y empresarios para burlar el régimen laboral; los profesores sabemos que los derechos laborales y las garantías de un trabajo docente digno se han venido eliminando por cuenta de las consecutivas reformas laborales, el aumento de la edad de jubilación y el aumento en el número de semanas obligatorias de cotización en fondos privados de pensiones que están en manos de dudosas empresas trasnacionales; los jubilados, después de servir por décadas al país, formando a su juventud o apoyando la producción nacional, observan que sus garantías se ven amenazadas por reformas lesivas y que los fondos de pensiones están ahora manejados por verdaderas mafias financieras trasnacionales, algunas de las cuales ya han quebrado en otros países del mundo, poniendo en peligro el único ingreso del que depende su existencia y el apoyo de sus familias, también ahora más desprotegidas.
Pero también los usuarios del crédito hipotecario sabemos que las deudas quedan al vaivén de los caprichos de manejo de los intereses, permitido por el Estado, a la banca financiera internacional. Los campesinos están comprendiendo que bajo un TLC su producción, levantada a punta de sacrificios familiares y créditos onerosos con la banca oficial o privada, puede ser eliminada en el mercado por la competencia desleal de productos subsidiados importados, como ha ocurrido ya con el arroz, el maíz, el trigo, la papa, la soya, entre otros.
Las mujeres y hombres confeccionistas saben que su trabajo está en riesgo si el país llegara a ser inundado por mercancías no necesariamente producidas en Estados Unidos sino comercializadas desde este país, que puedan llegar a un costo inferior al nacional, sin importar si su calidad es mejor, como ha ocurrido con las confecciones chinas. Además, el primer paso ya fue dado por el gobierno colombiano, al desestimular la producción nacional de algodón, para entregar su importación a los monopolios parasitarios del sector.
La marcha de hoy, nos convoca a nuevas marchas, al despertar definitivo de los movimientos sociales libertarios en Colombia y a nuestra unidad con los movimientos libertarios del mundo entero que luchan contra el capitalismo salvaje y contra toda forma de opresión y totalitarismos.
Buscamos una educación que valore las riquezas y los valores nacionales y latinoamericanos, que se fundamente en la investigación científica sobre nuestra realidad socio territorial y que esté puesta enteramente al servicio del bienestar de nuestro pueblo. Solo esa educación tiene sentido social y solo esa podrá conducirnos a la emancipación y a una sociedad de nueva democracia.
La historia del pensamiento humano recuerda el vaivén de un péndulo que tiene siglos de estar colgado. Después de un largo período de sueño llega un momento de despertar. Entonces el pensamiento se libera de las cadenas con las que los interesados –los gobernantes, abogados, clérigos- lo han mantenido atado.
El rompe las cadenas. Somete a severas críticas todo lo que le ha sido enseñado y pone al descubierto el vacío de los prejuicios religiosos, políticos, legales y sociales en medio de los que ha vegetado. Empieza la investigación en nuevos caminos, enriquece nuestro conocimiento con los nuevos descubrimientos, crea nuevas ciencias.
Peter Kropotkin, 1897. La moral anarquista.
Colectivos Libertarios de
[1] Ibagué, Colombia. De los Colectivos Libertarios de la Universidad del Tolima. Movimiento Emancipación Obrera.