Muchos latinoamericanos nacidos en el siglo pasado, en la década del cincuenta y que por razones múltiples nos encariñamos y solidarizamos con el pueblo cubano y su revolución, crecimos con la idea de que un mañana mejor y distinto sí era posible. Luego con los avatares de la historia muchos de esos latinoamericanos tuvimos que emigrar por disímiles causas a la vieja Europa, entre ellas, por intentar repetir en los países de origen, lo que los cubanos habían logrado en 1959. Muchos perdieron casa, bienes, seres queridos e incluso la vida en esas lides, otros aún guardan en su memoria las huellas imborrables de la tortura, la prisión y el crimen. Y uno que otro perdió en el largo y sinuoso camino de la historia la ilusión de la Utopía.
Cuba navegaba ahora sola, en un mar revuelto de confusiones y dudas. En lo alto de su mástil una luz, débil y tenue, brillaba como estrella en la oscurana de ideas y teorías. Mientras la nave martiana conducida por su timonel mayor salvaba escollos económicos a granel, un tal Fukujama, plétorico de ideas y soberbia, nos hablaba del fin de la historia. Pocos meses antes del derrumbamiento definitivo de la Unión Soviética contemplamos átonitos y con la boca abierta frente a las pantallas de nuestros televisores como miles de soviéticos esperaban impacientes en la plaza Puschkin de Moscú la apertura del primer fast food restaurante McDonald. Sería el más grande del mundo. Anonadados quedamos, no por razones moralistas o fundamentalismos ortodoxos, sino por lo simbólico de los hechos.
Ahora bien, desde la lejanía y con el romanticismo ancestral revolucionario heredado, viendo vía satélite un documental de Cubavisión Internacional donde una jóven mulata ensayaba al violín el concierto opus 61 de Beethoven en un solar de la Habana entre sábanas blancas tendidas al sol y un auditorio informal de hombres, mujeres y niños del barrio, pienso en la América pobre, mestiza, india, cobriza y negra que bien conozco, entonces confirmo, una vez más, mis fundadas sospechas que en la mayor de las islas del Caribe existe una sociedad nueva y distinta al resto. De lo contrario, difícil sería explicar la existencia misma de la revolución, sus éxitos, sus logros y avances en todos las esferas de la sociedad, en un marco de condiciones geopolíticas y económicas adversas impuestas por el imperialismo norteamericano. Una sociedad de “viejo estilo” no resistiría por mucho tiempo el embate violento del imperialismo.
El resultado concluyente de análisis superficiales, caústicos, capciosos y tendenciosos de muchos medios de comunicación, organizaciones internacionales y la mafia de Miami invita a pensar que los cubanos estarían solo a la espera de la Hora Cero, dado que en Cuba “todo va de mal en peor”. Para su disgusto y desengaño, la vida en Cuba continua su curso normal y el Comandante recupera su salúd cada día que pasa. ¡Nunc est bibendum Fidel ! [2]
Todas estas conquistas sociales, inconcebibles para un país del tercer Mundo –pobre y bloqueado por la primera potencia mundial – son ignoradas de manera descarada por la mayor parte de la prensa occidental. Ahora bien, a la chita callando, se organiza y sistematiza la fuga de cerebros y talentos. Por el contrario, los mismos medios de comunicación guardan un silencio sepulcral cuando se trata de resaltar los triunfos de la revolución. No se habla ni se escribe que la indigencia no existe más en Cuba y que la mayoría del pueblo cubano vive y disfruta- modestamente- de su trabajo cotidiano. Esta realidad social, objetiva, verificable y por lo demás medible, podría comprobarla cualquier turista que tenga el propósito y la voluntad de conocer Cuba y su gente desde Pinar del Río hasta la Punta de Maisí.
Pese a todos estos incuestionables logros y avances de la revolución socialista aún persisten muchas deficiencias y problemas, cosas que por lo demás no son una caracteristica particular de Cuba, sino que son expresiones socio-económicas propias de una sociedad socialista en desarrollo, boicoteada y azotada cada año- y con mayor- frecuencia por las fuerzas de la naturaleza y por la repercuciones de los ciclónes económico-financiero s originados por la crísis estructural del capitalismo mundial. Cuba tiene que enfrentar todas estas dificultades económicas con los pocos recursos naturales y financieros con que cuenta, el futuro cercano está plagado de inciertos entuertos y el gobierno cubano está obligado a reducir los gastos fiscales y aplicar políticas necesarias de ahorro. Pero Cuba cuenta con el recurso humano y su riqueza espiritual para seguir avanzando por los derroteros que conducirán hacia el comunismo. Esa es nuestra convicción.
La instalación de las bases militares en Colombia y el golpe militar en Honduras han sido aprobados durante la administració n Obama. Las bases militares en Colombia presagian conflictos bélicos en Latinoamérica. Venezuela, Ecuador y Bolivia representan objetivos político-militares en la estrategia contrarevolucionari a del gobierno de los Estados Unidos. Todo parece indicar que con la llegada del primer presidente afro-americano a la Casa Blanca, el futuro que nos espera en Cuba y Latinoamérica seguirá siendo tan oscuro e incierto, tal como si de un presidente de origen anglo-sajón se tratara. El odio visceral contra Cuba es un asunto ideológico y de íntereses geopolíticos de los sectores más recalcitrantes del establishment político-econó mico de los Estados Unidos y no depende de la cantidad de melanina en la piel del presidente estadounidense de turno.
El capitalismo devorador de recursos
Se dice que Yegor Gaidar fallecido recientemente, ministro de economía y cuadro del PCUS en la época de cambios de Boris Jelsin, fue uno de los artífices de las reformas liberales que revirtieron la revolución de octubre. Así como Gaidar, muchos otros “camaradas” permanecieron en capullos, aguardando en silencio el momento en que los cantos de sirena del capitalismo se hicieron más melosos, más seductores, más insistentes y se transformaron por un proceso de acelerada metamorfosis político-ideologica en los nuevos magnates rusos.
Los cantos y cuentos de sirena de la sociedad de consumo
La guerra ideológica-mediá tica del capitalismo a la que está sometida la psíquis humana es permanente. Los cantos y cuentos modernos de sirena del capitalismo llegan a TODOS los hogares a través de los medios de comunicación. Miles de antenas parabólicas brotan como setas metálicas en las chabolas de cartón de los barrios pobres de América Latina, Asia y Africa, lugares donde la casa, escuela y alimentación no son un derecho del ciudadano, sino un artículo de lujo.
En una sociedad nueva y revolucionada donde lo que se pretende, entre otras cosas, es la creación de valores nuevos y paradigmas de relaciones sociales diferentes, es importante y vital que la praxis revolucionaria de que nos habla Marx en su crítica a las tesis de Feuerbach sea coherente con la teoría revolucionaria , además auténtica, transparente y democrática.
De allí que la formación y educación del “hombre nuevo socialista” sea por lo tanto otra gran tarea de la revolución socialista. No se trata pues, solamente de satisfacer las necesidades materiales del hombre y esperar a que los nuevos hombres nazcan y se desarrollen de manera espontánea, casual y aleatoria. Tampoco se trata mucho menos de emular el estilo de vida capitalista. El “bienestar social” capitalista se afinca en el egoismo y en el individualismo, en el deseo de “bien tener más” cosas materiales no indispensables para la vida a costa de LO-QUE-SEA necesario.
Entonces a modo de conclusión, podríamos preguntarnos apoyándonos en la reflexión del Comandante en Jefe Fidel Castro: ¿Podrán o no impedir los hombres (nuevos cubanos) , podrá o no impedir la sociedad socialista cubana que su revolución se derrumbe?
Hay muchos problemas en Cuba, nadie niega este hecho, pero si Cuba es ejemplo y esperanza para los pueblos pobres del mundo, es porque ha sabido demostrar y allí están los números y las estadísticas para que lo comprueben los incrédulos o los interesados, que Cuba es una nación altamente culta, preparada y bien informada, que ha sabido compartir lo poco y lo mucho que tiene con otros pueblos. No existe pueblo más solidario, más fraterno y desinteresado en el planeta que la República Socialista de Cuba, que sín mayores recursos naturales y a pesar del criminal bloqueo económico-financiero ha logrado mantenerse en pie, digna y soberana durante más de 50 años.