El ciudadano colombiano está acostumbrado a oír explicaciones difíciles de digerir cuando de fortunas inexplicables se trata.
Un político de la región a quien los investigadores de la época le encontraron gruesas sumas en sus cuentas corrientes, adujo que, seguramente, las habían consignado sus enemigos políticos para perjudicarlo. Ese mismo ex senador cuando su nombre fue encontrado como beneficiario de la generosidad de los Rodríguez Orejuela, en tiempos de las confesiones de Pallomari, argumentó que esos 300 millones de pesos de la época habían sido recibidos en camisetas para la campaña política.
Otro de los acusados en el célebre proceso 8.000 adujo que los dineros consignados en sus cuentas provenían de transacciones de gobelinos; mientras un colega del anterior, también encausado, manifestó que su riqueza la había hecho negociando obras de arte, así como otro senador del Caribe colombiano expresó que sus recursos provenían de negocios de caballos de paso y ganado que, por supuesto, no figuraban en sus declaraciones de renta ni habían pagado impuestos sobre tales riquezas.
La historia, con lamentable e ineluctable precisión, vuelve a repetirse y como en el caso de Pallomari ahora es Cuello Baute, el ex superintendente de Notariado y Registro, quien ha abierto la caja de pandora, en el penoso episodio de la reforma constitucional que permitió la reelección del Presidente Uribe.
En este caso no han sido camisetas, ni gobelinos, ni caballos de paso (a lo mejor), ni obras de arte sino notarías y otras canonjías muy apreciadas.
Al canto de Cuello Baute se han sumado otras voces líricas conocedoras de las transacciones y se ha conformado un coro que comienza a rendir frutos dentro de las investigaciones ordenadas por la Corte Suprema de Justicia.
Pese a las dramáticas lágrimas de Nancy Patricia Gutiérrez, la ex presidenta del Senado y ex miembro de Cambio Radical en el Congreso y a las dolidas palabras del senador liberal Héctor Elí Rojas por los allanamientos practicados a congresistas en Cúcuta y Bucaramanga tal parece que las demoras y lo prolongado de las diligencias tenían alguna base cierta: En el caso del senador y vicepresidente del partido Conservador, Alirio Villamizar, quien pasó muy raudo de leer contadores de energía en Floridablanca al congreso de la república y tras una diligencia que demoró 17 horas por la reticencia a abrir la caja fuerte de su vivienda en Floridablanca, los investigadores encontraron 783 millones de pesos, 13 mil dólares y numerosos títulos valores de los que se desconoce la cuantía.
Seguramente dirá el congresista en su defensa que le tiene pavor al 4 por mil, que no confía en los bancos y que el dinero es producto de una transacción de hormigas culonas, que nada tiene que ver con la Notaría Segunda de Floridablanca otorgada en el año 2005.
Lástima que ya no se publique la famosa sección de "Aunque usted no lo crea" que salía en los periódicos. Pues de todas estas explicaciones y las que vienen saldría muy abundante material. Ojalá no se vuelvan a ver las escenas lacrimosas en el Senado.