Padres y maestros se oponen a la libertad de los planteles para calificar a sus alumnos
Foto: Milton Díaz / EL TIEMPO
Tras semanas de polémica, la ministra de Educación, Cecilia María Vélez, dio a conocer el decreto 1290 sobre evaluación escolar.
Un decreto de evaluación y promoción escolar que presentó ayer la Ministra de Educación, Cecilia María Vélez, da autonomía a las instituciones para establecer sus propios parámetros de evaluación.
Desempeño superior, alto, básico y bajo serán en adelante las calificaciones generales que recibirán los alumnos de primaria y bachillerato. Aunque, en el día a día y al interior de las aulas, podrán ser evaluados con números, letras o cualquier otro método, según los criterios del colegio en el que estudian.
La norma deja también a consideración de los planteles los requisitos para la aprobación de los períodos escolares.
También establece una escala de desempeños de validez nacional con el objetivo de "permitir la movilidad de los estudiantes entre las instituciones educativas".
Es decir, que si un estudiante viene de un colegio que califica con letras y quiere pasar a otro donde lo hacen con números, la escala de valoración servirá de traductor entre un modelo y otro.
Maestros y padres, en contra
En la práctica el asunto puede resultar "un caos", de acuerdo con José Fernando Ocampo, del Centro de Estudios de la Federación Colombiana de Educadores (Fecode), quien señala con vehemencia su desacuerdo con la libertad para evaluar y anuncia demandas al decreto.
Con él coincide Carlos Ballesteros, presidente de la Confederación Nacional de Federaciones y Ligas de Asociaciones de Padres de Familia (Confenalpadres), para quien la norma va en contravía de la necesidad de establecer un único modelo que permita medir las competencias de modo general. "Veo como un riesgo la aplicación del libre albedrío", dice.
Al respecto, la Ministra manifestó que "ni siquiera teniendo el mismo criterio de calificación en todos los colegios se puede hacer una comparación completa", porque la evaluación es un asunto que varía de un lugar a otro
De modo que la medición de la calidad y el análisis de la pertinencia de la aplicación de cada sistema de calificación se hará de acuerdo con los resultados de los exámenes del Icfes y las pruebas Saber que se aplican a los estudiantes de tercero de primaria y noveno de bachillerato.
Todos deben participar
Para Manuel Bernal, representante de la Confederación Nacional de Educación Privada (Conep), la norma fortalece la participación de todos los miembros de la comunidad educativa en la medida en que "se obliga a hacer un estudio profundo sobre lo que verdaderamente necesita un estudiante para ser promovido".
Porque de acuerdo con el decreto antes de ser aceptado el sistema de evaluación debe pasar la aprobación del Consejo Directivo de la institución y deberá haber una participación activa de padres, profesores y alumnos.
Pero Bernal también critica el decreto en el sentido de que podría generar confusión entre los padres de familia.
"La terminología de la nueva escala de valoración les puede complicar la vida", señala.
Fin del tope del 5 por ciento
Con la libertad que se le da a los colegios, la nueva ley elimina la polémica norma que establecía un tope máximo del 5 por ciento de estudiantes que podían reprobar un año.
De hecho, fue ese uno de los factores que motivó la elaboración del nuevo decreto, dadas las constantes inconformidades al respecto, resaltó la Ministra.
Ahora será cuestión de cada institución determinar las condiciones en las que un alumno puede aprobar o no el año.
Y esa autonomía que da el Ministerio puede resultar tan a favor como en contra de la calidad de la educación según la asuman los colegios. Podría mejorar el nivel de exigencia, pero también, aumentar la exclusión. Depende de cómo se mire.
Repetición de años podría incrementarse
Expertos de diversos sectores de la educación vaticinan que con la aplicación del nuevo decreto el índice de repetición de años puede crecer en la medida en que muchos colegios abandonen el actual sistema de evaluación por logros y se pasen a un modelo de "perder o pasar".
"Se puede dar una gran ola de repeticiones y como consecuencia, de desescolarización", señala Carlos Ballesteros, de Confenalpadres.
"Pero uno no matricula a sus hijos para que vayan a perder años -dice-, el profesor debe tener la capacidad de transmitir conocimiento y de que el estudiante aprenda".
Y eso, en efecto, es lo que hacen los profesores del cuerpo docente, dice José Ocampo, de Fecode. "Siempre quieren que sus estudiantes avancen y sean buenos", por eso se manifiesta a favor de la repetición de años para los casos en que los alumnos no demuestren cumplir con los objetivos establecidos, sin importar la cantidad de alumnos que deban reprobar el año.
Aunque "si pierde todo el alumnado, estamos ante un colegio deficiente que, como consecuencia va a quedarse sin estudiantes", señala por su parte Manuel Bernal, representante de los colegios privados, para hacer énfasis en que la clave no está en reprobarlos sino en hacer con ellos un buen proceso de enseñanza.
Algo en lo que coincide Daniel Bogoya, del grupo de investigación en educación de la Universidad Nacional, para quien no está bien repetir años.
"Lo que se debe hacer es analizar por qué razón los estudiantes no alcanzan a cumplir con los logros propuestos. La solución no es botarte sino trabajar contigo para que superes la debilidad", dice.
'Estamos polarizando entre los incluidos y los excluidos'
Daniel Bogoya, del Grupo de Investigación en Evaluación de la Universidad Nacional, y ex director del Icfes, analizó el nuevo decreto:
EL TIEMPO: ¿Qué consecuencias trae la aplicación de este decreto?
Daniel Bogoya: Existe el riesgo de que aumente la exclusión y de que no se permita tener un único parámetro de apreciación del nivel de comprensión de los estudiantes. Que en la institución se califique según parámetros internos que no son compatibles con otro.
¿Cuál es el impacto de fondo que tendrá esta norma?
Estamos polarizando la sociedad entre incluidos y excluidos. Los niños que avanzan en el sistema son cada vez mejores porque en ese esquema de alta exclusión y de altas exigencias, los que se sostienen son sumamente buenos. Sin embargo, esto se hace a costa de excluir a otros.
¿El decreto significa autonomía o anarquía?
No es tan simple como ponerlo todo en blanco y negro, sino que depende de la madurez de un proyecto educativo. Una autonomía bien usada es conveniente y necesaria, pero no se le puede dar autonomía al que no sabe. Hay que dar autonomía, pero primero se debe formar una capacidad de manejarla. Así lo entendieron en Finlandia cuando hicieron la última reforma académica.
¿Cuál es el panorama?
En Colombia la situación es diversa. Hay unas instituciones con responsabilidad y otras en las que sería necesario acompañar y orientar el proceso desde el Estado.
CAROLINA LANCHEROS RUIZ
REDACTORA DE EL TIEMPO