El temor de lo individual a lo individual impide que el sujeto confíe en el otro. La propiedad privada individual forma parte esencial del individuo; integrarla a un colectivo le produce una sensación total de despojo o expropiación, así sea voluntaria la acción.
Autor: Ulises Casas Jerez
Crítica Política Numero: 176.
Fecha: 06 de Marzo de 2009.
En las sociedades de propiedad privada individual, el individuo se siente vivo si posee bienes porque ellos representan la seguridad vital de su existir; en efecto, no se puede concebir la subsistencia material sin poseer bienes que le garanticen las necesidades básicas como son la comida, el vestido, la vivienda y la educación en las sociedades más desarrolladas. La propiedad de bienes sobre los cuales el individuo puede subsistir es consustancial a su existencia vital. Otra cosa es si esos bienes son de propiedad común, como en las sociedades primitivas, o si son de propiedad privada individual, como en las sociedades posteriores a aquellas.
En las sociedades de propiedad privada individual, el individuo se aísla de sus congéneres y solo se relaciona con ellos mediante relaciones de intercambio de productos; en un comienzo ese intercambio es el trueque, y luego es de naturaleza mercantil en donde es el valor de cambio la esencia del mismo. En la medida en que ese valor de cambio va adquiriendo un predominio, la propiedad privada sobre los medios de producción va generando un acrecentamiento de la misma en pocas manos y desarrollando un individualismo de tal naturaleza que coloca a todos contra todos en la búsqueda de riqueza. En este momento, el temor del individuo está en perder lo que tiene y es por ello que su sed de riqueza no posee límite alguno. El pensamiento de llegar a la vejez sin bienes se aumenta en la misma medida en que se acerca la muerte; y es que no hay persona alguna que piense en que ha de morir en un momento determinado: la idea de la muerte como fenómeno necesario está en la mente de todos pero no el día de la misma y por ello el deseo de tener no tiene límite tampoco.
En las anteriores condiciones, cuando se plantea al individuo que integre sus bienes a una forma colectiva de propiedad, siente que pierde lo que sostiene su vida, sus bienes, así sean pocos o muchos. Presiente que es despojado de lo que significa su existencia vital. Quienes van llegando a la vejez y poseen rentas o pensiones, las llevan a corporaciones o entes financieros porque se ha inculcado, en la sociedad capitalista actual, que esas organizaciones dan garantía de seguridad a quienes depositan sus dineros o bienes en ellas. El poder de las mismas ejerce una influencia total sobre quienes poseen dineros y por ello los depositan allí. Los que así proceden no conocen la estructura del capitalismo ni la historia de la Humanidad y por ello obran bajo el instinto de supervivencia de todo ser vivo.
La quiebra de innumerables bancos y corporaciones financieras, que son fenómeno permanente del capitalismo, no genera incredulidad ni desconfianza en las personas que poseen riqueza y por ello habrá, siempre, muchas de ellas que van quedando en la miseria en cada una de las crisis por las que atraviesa el capitalismo. En el siglo pasado hubo infinidad de crisis económicas y miles y millones de personas que quedaron en la miseria, que perdieron su empleo, pero eso no lo han tenido en cuenta quienes siguen confiando en el capitalismo, porque no conocen su esencia ni su historia. Por ello, para la mayor parte de las gentes es imposible aceptar lo colectivo. Como existe la desconfianza en los demás, como individuos, consideran que lo van a perder todo si lo ingresan a una estructura colectiva. Ellos solo confían en los poderosos económicamente pero no en quienes poseen las mismas condiciones económicas y sociales. El miedo a lo colectivo es el miedo a sí mismo representado en el otro que se le parece.
Y es algo paradójico el que sean los pobres los más reacios a lo colectivo. Porque los ricos se asocian en organizaciones industriales, comerciales, financieras, etc., mientras los pobres sostienen la esperanza de ser ricos individualmente. Es porque el proceso de enriquecimiento, como lo general, ha sido el de carácter individual que luego se torna en asociativo capitalista, empresarial. Los obreros y otros gremios se organizan para obtener ganancia individual. Un sindicato agrupa a los obreros de una empresa para obtener mejoras materiales a través del poder que esa organización genera, pero la obtención de mejoras se concreta en su individualización cuando se logran.
La colectivización de bienes es un fenómeno que solo se logra en un elevado nivel de racionalización de la existencia material y cultural de quienes lo llevamos a cabo; por ello genera reacciones en contra ya que consideran que estamos predicando otra religión u otro dogma, como lo hicieron los llamados comunistas en el siglo pasado; nosotros superamos esa etapa y conformamos lo colectivo sobre una concepción filosófica materialista dialéctica y en forma consciente, voluntaria. Quienes acojan nuestra tesis, bien y si no, pues, también, ya que nosotros no nos beneficiamos porque los demás lo hagan o no.
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