China parece haber puesto todos sus esfuerzos de pujanza en la arena mundial, en el plano económico-comercial, como ignorando que las claves económicas se juegan también en el terreno militar
ANDRÉS PIQUERAS, PROFESOR de la UNIVERSIDAD JAUME I
18 diciembre, 2024
Últimamente se ha venido comentando mucho sobre la posibilidad de sustituir al dólar y con ello empezar a hacer caer a EE.UU. de su puesto hegemónico mundial. Voy, entonces, a ofrecer algunas consideraciones que recojo de lo que mi amigo y maestro Wim Dierckxsens realizara poco antes de su fallecimiento, así como otras que desarrollamos juntos sobre este tema. Las actualizo, como es obvio, para el momento presente.
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La UE viene constatando cómo el alza en el costo de la energía a partir de la crisis que la OTAN ha construido en Ucrania, la golpea de modo directo, más aún perdiendo un mercado tan significativo como el ruso para sus propios productos de exportación.
La “guerra económica” contra China desatada por Washington, y especialmente la Administración Trump, incide en la misma herida, pues la economía real de la UE está integrada a los mercados chinos y no puede desligarse de ellos fácilmente, ni mucho menos.
Por si fuera poco, en el nuevo contexto que crea la OTAN, la UE se ve forzada a comprar gas y productos bélicos caros a EEUU. La inestabilidad económica que esta política está causando a la UE tendrá como resultado, a muy corto plazo, que la OTAN (y especialmente el Eje Anglosajón -Estados Unidos + GB-) se transforme en una amenaza mayor para la UE que lo que realmente puedan ser Rusia-OCS(Organización de Cooperación de Shanghái).
Así que la Unión Europea ha de buscar cómo obtener más petróleo de Asia central u otros lugares, pero la OPEP+ en general ha manifestado no tener como objetivo aumentar su cuota con las formaciones del Imperio Occidental. Por su parte, Rusia se vio pronto forzada a poner en marcha un mecanismo para que las entidades estatales hostiles con ella tuvieran que comprarle en rublos tanto el gas como el petróleo, y poco a poco el conjunto de materias primas estratégicas (a partir del 1º de abril de 2022, esas entidades hostiles con Rusia, las de la UE en primer lugar, debieron pagar el gas ruso sólo en rublos).
El G7 tras intentar negarse, no pudo mantener su postura, y los industriales alemanes, desde el Ruhr a Baviera, organizaron una revuelta de cara a poder abrir las cuentas bancarias en rublos para comprar el gas ruso, https://actualidad.rt.com/actualidad/430461-reuters-alemania-italia-permitir-abrir-cuentas-rublos).
Además, el tipo de cambio de sus monedas no está a merced de los “juegos de mercados” internacionales, sino que se paga la suma en la moneda extranjera -por ejemplo, euros- del equivalente al precio del oro del momento en rublos. Eso quiere decir, de paso y además, que el rublo deja de ser una moneda fiat (sin respaldo real -económico y/o energético-), como lo es el dólar.
Desde entonces la moneda rusa se ha fortalecido (figura 1), mientras que por primera vez en este tipo de guerra económica, las sanciones contra ella han perjudicado más a los sancionadores.
Figura 1
Rublos que se cambian por dólar
Fuente: substackdn.com
A ello contribuye con amplitud que Rusia tiene una balanza comercial positiva, principalmente porque es un país muy rico en recursos primarios. Con tal fondo energético resulta muy difícil de batir por esa vía. De facto, no es posible en el medio plazo reemplazar la energía rusa, pues la economía mundial depende de sus exportaciones, especialmente pero no sólo, de petróleo, carbón y gas natural. Ver en la figura 2 el caso del gas, por ejemplo.
Figura 2
En 2020, el 41 % de las exportaciones mundiales de gas natural procedieron de Rusia (figura 2). El gas natural es especialmente importante también para “equilibrar” los suministros de electricidad eólica y solar, sin lo cual no habría plataforma de “estabilidad” fundamental a la cual se puedan acoplar o interconectar luego las otras fuentes. Europa absorbe casi el 45% de las importaciones mundiales de gas natural.
Con una creciente demanda de oro para poder pagar la energía rusa, se aumenta su precio y con ello otra vez la demanda de oro. Para cubrir esa demanda los países-OTAN normalmente entregan en lugar de oro físico, contratos de entrega-a-futuro (papel); contratos que Rusia, en concreto, ya no acepta. Y es que la disparidad entre la cantidad de oro físico que existe y la cantidad de metal vendido en forma de “papel” es gigantesca, haciendo que cada vez más lo que se vende y compra como “oro” sea ficticio (“promesas de oro”). Circunstancia que por su parte motiva que quienes tienen promesas de oro-a-plazo comiencen a ejercer presión para recibir el metal. Las entregas fallan y los seguros (derivados) no pueden cubrir “adecuadamente” lo solicitado. Lo que imprime la tendencia hacia una mayor presión hacia arriba del precio del oro físico.
Esto no hace sino seguir debilitando el petrodólar-OTAN. De hecho, la fe en el dólar como moneda fiduciaria y moneda ficticia se sostiene hoy básicamente por el poder militar estadounidense, con su OTAN incluida.
De ahí que resulte tan decisivo para EE.UU.-OTAN no perder su guerra contra Rusia por intermediación de Ucrania, dado que en caso contrario, además de las muy negativas consecuencias geoestratégicas, el sistema del petrodólar podría recibir un golpe muy duro al ser derrotado también en el campo de batalla.
Pero una nueva moneda o un conjunto de monedas que vayan sustituyendo la dominación internacional del dólar, deben necesariamente de estar respaldadas por las menguantes materias primas y recursos naturales que van quedando, a semejanza de cómo fue hasta 1971, cuando el dólar-oro estadounidense colapsó y el lugar del oro fue ocupado por la OTAN, esto es, dólar-OTAN/petróleo-saudí.
EL CAMBIO DE JUEGO…
Así que por el momento tenemos que con la vinculación del rublo a la energía la cotización de esa moneda subió de inmediato. Eso significó también que en adelante países como Alemania tuvieran que comprar rublos con euros o entregar bienes tangibles (como autos) a cambio de petróleo.
Ante las sanciones de la OTAN el petro-rublo (y, en general, las monedas respaldadas por materias primas, incluso oro) parece que ha avanzado más que retrocedido. Algo que en la actualidad contrasta de manera clara y flagrante con la falta de anclaje material del dólar y de otras monedas del Imperio Occidental.
La confianza en ellas se va perdiendo, mientras que cada vez se despliega un mayor número de acuerdos comerciales entre formaciones socioestatales otrora “periféricas” del Sistema Mundial capitalista, pero que están en camino de reconfigurarlo de tal manera que las antiguas claves del mismo empiezan a desdibujarse.
Desde hace un tiempo estamos presenciando una escalada de desarrollos sincronizados que cambian el juego de dominación mundial del dólar, ergo, de EEUU: la rupia-rublo con la India, el petro-yuan con Arabia Saudita e Irán, las tarjetas Mir-Union Pay emitidas por los Bancos en Rusia, los acuerdos Rusia-Irán con un SWIFT alternativo, el proyecto Unión Económica Euroasiática-China para un sistema monetario/financiero independiente… Se va constatando que el 13% del planeta, básicamente el anglosajón, ya no puede imponer tan fácilmente su dominación al otro 87% del mundo.
Esta puede ser una de las versiones de lo que llaman “multipolaridad”.
… Y CHINA
Multipolaridad que se hace más palpable a todos los niveles cuando se incorpora al gigante asiático del dragón en las coordenadas. La ventaja de China en este plano no sólo radica en su dinamismo económico, sino en que además es, junto con Rusia, el principal productor y comprador de oro. China y Rusia han conformado unas gigantescas reservas que respaldan al yuan -y al rublo-.
El 26 de marzo de 2018 China tomó la decisión de lanzar en la Bolsa Internacional de Energía el esquema de cambio petro-yuan-oro y en mayo el metal-yuan-oro. Este hecho está llamado a trastocar el sistema monetario internacional de fondo.
China ofrece cambiar los yuanes recibidos en oro, no sólo contra entrega de petróleo sino también al comprar metales. La Bolsa de Valores de Hong Kong emitirá también contratos a futuro en yuanes en materia de petróleo y metales derivados que serán convertibles en oro. Los exportadores de petróleo podrán incluso retirar dichos certificados de oro fuera de China, es decir, el petro-yuan estará disponible para pagarse hasta en los llamados “Bullion Banks” en Londres.
La fijación de los precios del petróleo en yuanes –junto con el plan de la Bolsa de Valores de Hong Kong para vender contratos de oro físico valuados en yuanes– creó un sistema por medio del cual China podrá eludir el sistema bancario estadounidense y no sólo el sistema global de pagos interbancarios basado en dólares (Swift); incluso también todo el sistema de Bretton Woods.
Es más, no sólo el petróleo, el gas y los metales entran en esta nueva situación mundial, sino que muy pronto podrán hacerlo otras materias primas. Se podría esperar, por tanto, que China se deshaga de manera sostenidamente de los bonos del tesoro estadounidense a cambio de dólares, cambiando a su vez estos dólares por yuanes.
Pero para evitar lo que le sucedió al dólar a principios de los años setenta, cuando EE.UU. tuvo que abandonar el patrón oro, es de prever que China introducirá más bien paso a paso el yuan como moneda de cambio (materia prima por materia prima) para mantener el volumen de oro suficiente como respaldo.
La estrategia de China-Multipolar, además, no es atacar frontalmente al sistema del petrodólar, sino que el yuan ocupe un espacio suficiente para poder operar con soberanía tendente a construir un Mundo Multipolar de Monedas, algo así como un saco único de monedas cuyo peso respectivo quede en función de la realidad productiva y energética que tenga detrás [John Ross ha explicado a mi juicio convincentemente, por más que se pueda discutir algún punto, por qué no se puede llevar la desdolarización de la forma sencilla y acelerada que muchos predican (¿CUÁL ES LA ESTRATEGIA REALISTA PARA LA «DESDOLARIZACIÓN»? John Ross.). También aporta algo al respecto el artículo de Vijay Prashad (¿ESTÁ LLEGANDO A SU FIN EL REINADO DEL DÓLAR? Vijay Prashad.)
Lo que revela más destacar en estos momentos, sin embargo, es que China parece haber puesto todos sus esfuerzos de pujanza en la arena mundial, en el plano económico-comercial, como ignorando que las claves económicas se juegan también en el terreno militar.
Tal vez las raíces de ello haya que rastrearlas a partir de que Zhou Enlai lanzara en 1975 las Cuatro Modernizaciones (que se convirtieron en el programa oficial del PCCh en 1978), para dejar claro que como China todavía se encontraba en la etapa primaria del socialismo, el desarrollo económico venía antes que la lucha de clases.
Ideario que Jiang Zemin parece que vino a remachar en el informe al XV Congreso del PCCh en 1997, al insistir en que “el desarrollo es el principio absoluto, la clave para la solución de todos los problemas de China” (recomendaría seguir el controvertido texto sobre la transición china al socialismo desde una visión interna, donde se recogen bastante de estas direcciones programáticas: ¿Es marxista el socialismo con características chinas?).
Es cierto que la carencia de internacionalismo proletario es proverbial e histórica para el caso chino, pero al punto al que ha llegado en estos momentos la lucha de poder económico-militar y de control global del mundo (con el gran agujero de barbarie que el Imperio anglosajón-sionista-otnaero está imprimiendo en Asia occidental, y un Irán cada vez más asediado y en peligro, más la reestructuración derechista-fascistizante del continente americano y la pieza clave de Cuba en riesgo mortal, amén de las permanentes desestabilizaciones en torno a una Rusia debilitada tras el golpe en Siria, y cuya, acertada o no, caída de prestigio como aliado puede afectar también al tablero estratégico africano), no va a permitir a China seguir descuidando el aspecto militar ni el apoyo estratégico a unas u otras formaciones socioestatales, si es que quiere tener realmente no ya algún papel de importancia sino la posibilidad de seguir a flote en el intrincado pantano mortífero en el que la humanidad se la juega entre la barbarie del capitalismo en degeneración (con su comando de USA-OTAN-sionismo) y las posibilidades de emprender un mundo alternativo, a través de vías no sólo post-capitalistas, sino decididamente socialistas.
Pero para eso habrá que ir más allá de ser “multipolares” (donde hasta el capitalismo salvaje de formaciones estatales como Arabia Saudita, India, Egipto o Emiratos Árabes tiene cabida, al igual que el oportunismo más o menos corrupto de Brasil -ya hablaremos en otra ocasión del sudafricano-, lo que permite que mientras estos actores estatales juegan con China las cartas monetarias y del comercio con una mano, puedan apoyar por activa o por pasiva, con la otra, las estrategias bélicas de EE.UU., y los primeros de los nombrados arriba incluso directamente a su brazo sionista).
Y así como las principales formaciones atacadas y asediadas están teniendo que recurrir a formas de capitalismo de Estado que controlen los propios recursos y planifiquen la economía de manera autocentrada -tendente por las circunstancias a una “economía de guerra”-, más pronto que tarde, para sobrevivir, China tendrá que vincular su procurada transición al socialismo, por muy “original” y “con características chinas” que fuere, a un auténtico internacionalismo constructor y posibilitador de socialismo a escala más amplia. Para que lo “múltiple” se vaya transformando poco a poco en “alternativo”.
Rusia, a la que le ha tocado también la versión más militar del enfrentamiento, no puede permitirse perder más aliados ni seguir deshojando la margarita de su reconciliación con el Eje Anglosajón-sionista. Éste nunca va a dejar de intentar descuartizarla ni de convertirla en un ente servil. Debería evitar que su facción interna pro-occidental continue dañando su credibilidad y dejándose atacar terroristamente en su propio territorio (como hoy mismo con el asesinato del jefe de las fuerzas de defensa radiológica, química y biológica del ejército ruso, Ígor Kiríllov, y su asistente).
Cada día que pasa, así como en lo inmediato por venir, se van a jugar las posibilidades de todo lo aquí esbozado. Y el que hierre de estrategia o no sepa calibrar las múltiples dimensiones -con sus aliados y adversarios en cada una de ellas- de la Guerra Total que se libra, habrá perdido. Ya no hay más margen para el error.
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