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LUISIANA, PROTOTIPO DEL NUEVO ENGAÑO CLIMÁTICO

Históricamente, Estados Unidos ha sido uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero. En los últimos años, su contribución relativa a las emisiones globales ha disminuido

by Cecilia Pachano

| Freder /iStock

La cuenta atrás para que Estados Unidos cumpla con sus compromisos climáticos internacionales se acelera. A pesar de los avances recientes, el país aún se enfrenta a un desafío monumental para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en la medida necesaria. La pregunta es si está dispuesto a asumir el liderazgo global en la lucha contra el cambio climático o cederá a un nuevo engaño climático de las petroleras. Luisiana puede ser el prototipo.

Los científicos advierten que se necesitan medidas drásticas y urgentes para evitar los peores efectos del cambio climático. A medida que el tiempo se agota, la presión aumenta sobre los líderes estadounidenses para implementar políticas ambiciosas que impulsen la transición hacia una economía baja en carbono.

Históricamente, Estados Unidos ha sido uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero. En los últimos años, su contribución relativa a las emisiones globales ha disminuido. Según el Acuerdo de París la fecha límite para que cumpla con su compromiso climático para 2030, se acerca rápidamente. El objetivo es reducir las emisiones entre un 50% y un 52% por debajo de los niveles de 2005. Por tanto, necesita reducir sus emisiones en un promedio del 6,9% cada año entre 2024 y 2030. Representa más del triple de la caída del 1,9% que según la Agencia Internacional de Energía se registró en 2023. La urgencia es evidente. Lograr esa meta luce cada vez más difícil sin una política audaz y transformadora. Pero, como recoge The Atlantic, existe el riesgo de que el país invierta miles de millones en frenar las emisiones sin que realmente altere el destino de los lugares más afectados por el cambio climático.

Punto focal en Luisiana

Aunque la captura y el secuestro de carbono aún se consideran una solución no probada y controvertida al cambio climático, la Ley de Reducción de la Inflación de la administración Biden ha asignado miles de millones de dólares para incentivar el desarrollo de esta industria y hacerla rentable. La geología de Luisiana es ideal para el almacenamiento de carbono. Dado que las empresas petroleras y de gas reciben incentivos fiscales por capturar y almacenar su carbono, la industria petrolera de este estado se está subiendo a bordo. Un tercio de los proyectos de captura y secuestro de carbono propuestos en Estados Unidos se encuentran aquí, en la tierra de los bayous y los pantanos.

La familia de Gray Stream es un símbolo de la industria petrolera en Luisiana. Sus raíces están profundamente arraigadas en el negocio del petróleo y el gas. Sin embargo, está apostando por un cambio radical: quiere convertirse en un pionero de la captura y el secuestro de carbono en su estado natal. Decisión que parece contradecir la historia de su familia. Ellos ven en esta nueva industria una oportunidad para seguir prosperando en un sector en constante evolución. La Ley de Reducción de la Inflación ha impulsado el desarrollo de la tecnología. Luisiana, con su geología ideal, se ha convertido en un punto focal para los proyectos.

Stream fundó Gulf Coast Sequestration, con la esperanza de obtener los permisos necesarios para inyectar dióxido de carbono en bolsas subterráneas ubicadas bajo las propiedades de su familia en Luisiana. Para Stream, el negocio es atractivo no como solución climática, sino como forma de seguir prosperando en el país del petróleo. Al adoptar la nueva estrategia apuesta al potencial de crear valor a largo plazo.

Paradoja de Luisiana

La paradoja de Luisiana es evidente: un estado profundamente arraigado en la industria petrolera busca ahora convertirse en un líder en la captura de carbono. Iniciativa que, aunque alineada con los acuerdos climáticos internacionales, plantea interrogantes sobre su efectividad real y sobre si pueden realmente revertir los daños ya causados por el cambio climático.

En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima de Dubai (COP28), los países se comprometieron a abandonar los combustibles fósiles y a explorar tecnologías de bajas emisiones, incluida la captura de carbono. El objetivo: evitar daños climáticos adicionales. Como los que ya afectan a Luisiana. Donde tormentas intensas y el aumento del nivel del mar erosionan la costa y desplazan a las comunidades tierra adentro.

La captura de carbono plantea dilemas. Las instalaciones de GNL, en particular, son una paradoja en la presidencia de Joe Biden al justificar la continuidad de las operaciones petroleras y la construcción de nuevas terminales de gas natural licuado (GNL) en la costa de Luisiana, ¿Realmente impactará positivamente? La respuesta es incierta.

Wikimedia Commons

Sin justificación

La expansión del GNL se justificó por razones de seguridad nacional y suministro a los aliados europeos. Pero la creciente demanda de energías renovables en Europa está cambiando el panorama. Hace dos décadas, los ejecutivos del gas afirmaban que la expansión de la producción de gas natural ayudaría al mundo a abandonar las fuentes de energía más sucias, como el carbón. Durante la presidencia de Obama, el progreso de Estados Unidos en la reducción de emisiones se debió en gran medida al cambio del carbón por el gas.

Después el auge del fracking inundó el país con gas. El exceso de gas natural hizo que el Congreso levantara la prohibición de exportarlo, y las exportaciones se volvieron atractivas económicamente. Lo que cambió las matemáticas de las emisiones. Estados Unidos lidera las exportaciones mundiales. China se ha convertido en un cliente importante para el GNL estadounidense. El proceso de licuefacción, transporte y regasificación del GNL requiere energía, lo que pone en duda su ventaja climática sobre el carbón. Especialmente si retrasa la transición de otros países a las energías renovables. ¿Paradójico, no?

Encrucijada

En enero de 2023, el gobierno de Biden detuvo la aprobación de nuevas instalaciones de exportación de GNL. Se alegó la necesidad de investigar su impacto climático y en los precios nacionales del gas. La pausa impuesta por la administración Biden podría enfrentar desafíos pronto, ya que un juez federal, nombrado por Trump, se alineó con Luisiana y otros 15 estados que buscan anularla.

La fiscal general de Luisiana, Liz Murrill, celebra el “enorme y positivo impacto del GNL en Luisiana”. Destacó los empleos y la contribución económica: 18.000 puestos de trabajo adicionales y 4.400 millones de dólares de contribución a su economía. La industria del GNL ha creado empleos en Luisiana, pero la mayoría son temporales y en la construcción. La situación podría cambiar si la administración de Kamala Harris continúa luchando por mantener la pausa o si Donald Trump es reelegido y reanuda la construcción de nuevas instalaciones de GNL. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿cómo equilibrar la prosperidad económica con la urgencia climática?

La contradicción es evidente: mientras el gobierno de Biden se ha fijado metas ambiciosas para un sector energético libre de contaminación para 2025 y una economía con emisiones netas cero para 2050, la expansión de las plantas de GNL podría llevar a Estados Unidos a seguir exportando gas durante al menos 30 años más. Resultaría en emisiones anuales superiores a las de toda la Unión Europea. La idea de capturar y almacenar carbono ni siquiera está en la mesa en este contexto.

Residentes se van

La construcción de plantas de GNL no solo amenaza el medio ambiente, también desplaza a las poblaciones locales y expone a los residentes a riesgos para la salud. Aunque algunos consideran que las plantas podrían ser una bendición económica, muchos residentes sienten que están siendo sacrificados en aras del progreso.

El último huracán dejó un barco camaronero de 30 pies de la parcela de John Allaire, varios cientos de metros tierra adentro. La planta de GNL cercana tiene planes de construir un dique, pero nadie garantiza que otra tormenta no produzca graves daños en la planta. Sin descartar el riesgo de explosiones. Travis Dardar, un pescador de gambas dice que si se construye otra planta en la zona, ningún pescador podrá quedarse. El cambio climático ya lo había obligado a desplazarse tierra adentro. Creció en Isle de Jean Charles, una comunidad mayoritariamente indígena del bayou desplazada por el aumento del nivel del mar. Justin Solet, es nativo de Dulac, una carretera flanqueada por agua a ambos lados. Cuando era joven, estaba lleno de vida. Ahora el agua está subiendo, en parte porque los canales del oleoducto cortaron la tierra.

La Ley de Reducción de la Inflación ahora financia planes para que comunidades como éstas se reubiquen. La Nación Houma, que cuenta con unos 17.000 miembros en seis parroquias de Luisiana, recibió 56,5 millones de dólares para ayudar a mantener las comunidades más seguras frente a las tormentas. Pero también,en última instancia, para ayudarles a elaborar un plan para marcharse. Muchos pueblos del pantano se están vaciando.


Petroleras se quedan

A diferencia de los residentes locales que se ven obligados a abandonar sus hogares, la industria del petróleo y el gas está invirtiendo en instalaciones a largo plazo. Pese a los riesgos asociados con la construcción de terminales de GNL en terrenos inestables. La captura de carbono se ha convertido en un pilar fundamental de la estrategia de futuro de la industria. Argumentan que las emisiones adicionales no representan un problema si pueden almacenarse bajo tierra.

La geología única de Luisiana, gracias al conocimiento adquirido por la prospección de petróleo y gas, la convierte en un lugar atractivo para la captura de carbono. Daniel Sutter, vicepresidente de soluciones de almacenamiento y energía de Climeworks, una start-up que planea almacenar el gas capturado bajo las propiedades de Gray Stream, afirma que el suroeste de Luisiana tiene las capas adecuadas de caparazón y formaciones porosas de arenisca que podrían teóricamente retener el gas de dióxido de carbono durante cientos de años.

No obstane, persisten las preocupaciones sobre los miles de pozos de petróleo y gas abandonados que liberan unas 300.000 toneladas métricas de metano al año. Que lleva a los escépticos a cuestionar si también podrían servir como vías de escape para el carbono inyectado.

A pesar de las promesas de la industria, nadie ha logrado capturar y almacenar carbono a gran escala. Los proyectos más publicitados solo han logrado capturar y almacenar una fracción de lo prometido. Climeworks, parte de un consorcio financiado por el Departamento de Energía, está trabajando para demostrar que es posible extraer dióxido de carbono directamente del aire, en lugar de hacerlo en instalaciones industriales costosas.

Objeciones de los ambientalistas

Actualmente funcionan en todo el mundo veintisiete plantas de captura directa de aire y hay en proyecto 130 a gran escala. En un informe de 2021, el Instituto Francés de Relaciones Internacionales contabilizó un récord de 76 proyectos de CAC en marcha en Europa. No obstante, la captura y almacenamiento de CO2 ha sido objeto de debate y preocupación. Según los ambientalistas reunidos en la COP28 de Dubái, el mundo no puede basar su política climática en estas tecnologías. Aquí están los principales cuestionamientos que han expresado:

  • Efectividad limitada: Se considera que no reduce suficientemente las emisiones a corto plazo para evitar los peores impactos del cambio climático.
  • Consumo de energía: La captura y almacenamiento de CO2 requiere una cantidad significativa de energía. Se teme que esta demanda energética pueda contrarrestar los beneficios del almacenamiento.
  • Riesgos ambientales: Preocupación por efectos secundarios, como contaminación del agua subterránea o alteraciones geológicas. La seguridad a largo plazo del almacenamiento de grandes cantidades de CO2 es incierta.
  • Costo económico: La tecnología es costosa, lo que plantea dudas sobre su viabilidad económica a gran escala. Luce menos atractiva que otras soluciones de mitigación climática.
  • Distracción del problema principal: Se argumenta que la captura y almacenamiento podría ser una excusa para seguir consumiendo combustibles fósiles sin cambiar nuestras prácticas energéticas. Temen que se convierta en un “cheque en blanco” para contaminadores industriales.
  • Falta de regulaciones efectivas: La inexistencia de regulaciones puede favorecer malas prácticas y riesgos ambientales no previstos.
Luisiana como prototipo

La captura de carbono y secuestro de carbono podría descontar emisiones globales y proporcionar un pequeño beneficio para mantener estable la atmósfera terrestre. El IPCC advirtió que son soluciones caras y de bajo impacto. Que deben utilizarse con cautela y no como excusa para construir más proyectos de combustibles fósiles. Pero según algunos académicos la desgravación fiscal del IRA podría ofrecer justamente eso. La mayoría de los proyectos en Luisiana están relacionados con la industria del petróleo y el gas. Stream dice que el carbono capturado por Climeworks representaría una pequeña parte de su cartera, ya que se centra más en clientes comerciales.

En Luisiana, se están proponiendo nuevas terminales de GNL con captura de carbono. Cada una representa emisiones de gases de efecto invernadero de hasta 9 millones de toneladas. El proyecto de Climeworks, financiado por el Departamento de Energía, espera capturar sólo 1 millón de toneladas al año. Probablemente no comenzará a construirse hasta dentro de varios años. Mientras tanto, Luisiana está produciendo más de 216 millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año.

La industria de los hidrocarburos argumenta que el mundo aún necesita su producto y que la captura de carbono justifica su continuidad. Aunque la captura de carbono puede ser técnicamente necesaria mientras otros intentos de descarbonización siguen en marcha, parece más parte de un futuro diseñado por la industria de los combustibles fósiles que una solución al cambio climático. Luisiana es el prototipo de esta lógica insostenible. En la cual su industria central, rica en carbono, se mantiene a pesar de las graves consecuencias del cambio climático para su población.

05/09/2024

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