Los afectados ya pueden reproducir movimientos solo con el pensamiento
Esta prótesis no necesita cables ni implantes en el cerebro y ya se ha utilizado con éxito en el primer ensayo con un paciente
Prueba experimental con la nueva mano robótica con control magnético y el paciente ha logrado coger una pinza de la ropa. / © 2024 Escuela Superior Sant'Anna
Javier Gregori
Cadena SER11/09/2024
Un equipo de científicos de Italia ha logrado crear una "mano robótica" cuyos movimientos, por primera vez, se controlan gracias a un sistema de imanes, que se implantan en los músculos amputados del propio paciente. Y la gran ventaja de esta primera mano protésica controlada por campos magnéticos es que ya permite a las personas que se les ha amputado una mano reproducir todos los movimientos simplemente con el pensamiento.
Y, además, los pacientes pueden controlar la fuerza aplicada al agarrar objetos frágiles sin cables eléctricos, ni tampoco implantes en el cerebro, porque funciona a través de una serie de imanes que se introducen en los músculos del brazo del propio paciente. Con este control magnético, ya se pueden ejecutar los movimientos básicos de los dedos y, de este modo, realizar actividades cotidianas como abrir un frasco, usar un destornillador o coger una moneda.
"Se trata de una forma completamente nueva de controlar los movimientos de una mano robótica y la prueba en el primer paciente fue un éxito", afirma el profesor Christian Cipriani. Este proyecto pionero ha sido financiado por la Unión Europea y ha sido realizado por científicos del Instituto de BioRobótica de Pisa, según los resultados que publica la revista Science Robotics.
Sistema innovador
El sistema consiste en implantar pequeños imanes en los músculos del antebrazo y ya ha sido probado, con éxito, por el primer paciente , un italiano de 34 años llamado Daniel, que utilizó la prótesis durante seis semanas. Los resultados del ensayo fueron presentados en la revista científica Science Robotics y representan un importante paso adelante para el futuro de las prótesis.
"Por fin hemos desarrollado una prótesis funcional que responde a las necesidades de una persona que ha perdido una mano", afirma Christian Cipriani , profesor del Instituto de Biorobótica. Este proyecto pionero ha sido financiado por la Comisión Europea y consiste en utilizar pequeños imanes, de unos pocos milímetros de tamaño, que se implantarán en los músculos residuales del brazo amputado y utilizarán el movimiento resultante de la contracción para abrir y cerrar los dedos.
"En el antebrazo hay 20 músculos y muchos de ellos controlan los movimientos de la mano. Muchas personas que han perdido una mano siguen sintiéndola como si todavía estuviera en su sitio y los músculos residuales se mueven en respuesta a las órdenes del cerebro", subraya Cipriani.
Primer ensayo humano
Este equipo de investigación trazó un mapa de los movimientos y los tradujo en señales para guiar los dedos de la mano robótica. Los imanes tienen un campo magnético natural que se puede localizar fácilmente en el espacio. Cuando el músculo se contrae, el imán se mueve y un algoritmo especial traduce este cambio en un comando específico para la mano robótica.
Daniel perdió su mano izquierda en septiembre de 2022 y fue seleccionado como voluntario para el estudio porque todavía sentía la presencia de su mano y los músculos residuales de su brazo respondían a sus intenciones de movimiento. En abril de 2023, Daniel fue sometido a una intervención quirúrgica para la implantación de imanes en el brazo.
"Se trata de un avance significativo en el campo de la medicina protésica avanzada", destaca el doctor Lorenzo Andreani. En concreto, se implantaron seis imanes en el brazo de Daniel. En cada uno de ellos, el equipo de cirujanos y médicos localizó y aisló el músculo, posicionó el imán y comprobó que el campo magnético estuviera orientado de la misma manera.
Prueba exitosa
Los resultados del experimento superaron con creces las expectativas más optimistas. Daniel pudo controlar los movimientos de sus dedos, cogió y movió objetos de diferentes formas, realizó acciones cotidianas clásicas como abrir un tarro, usar un destornillador, cortar con un cuchillo, cerrar una cremallera y, además, pudo controlar la fuerza cuando tuvo que agarrar objetos frágiles.
"Este sistema me permitió recuperar sensaciones y emociones perdidas: siento como si estuviera moviendo mi propia mano", sonríe Daniel.
Javier Gregori
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Periodista especializado en ciencia y medio ambiente. Desde 1989 trabaja en los Servicios Informativos de la Cadena SER. Premio Nacional de Periodismo Ambiental. Ha sido profesor de periodismo científico en la Universidad Carlos III de Madrid.
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