ARQUEOLOGÍA
Los últimos pueblos nómadas de Europa occidental coincidieron con los primeros agricultores neolíticos, pero no se mezclaron con ellos
Restos de un hombre que murió violentamente enterrado en una rica tumba en Téviec Vivement Lundi / France Télévisions
David Ruiz Marull
Barcelona
29/02/2024 14:28
Los últimos cazadores-recolectores de Europa occidental vivieron en la fachada del Atlántico durante el mesolítico. Algunos de los yacimientos más emblemáticos de esta época son el de Champigny o los de Hoedic y Téviec, ubicados en el sur de Bretaña (Francia).
Son sitios al aire libre que se conocen sobre todo por sus entierros ricos y excepcionalmente bien conservados. Decenas de personas recibieron sepultura en las fosas comunes de estos lugares, destacando especialmente la tumba de dos jóvenes mujeres que murieron violentamente y que fueron enterradas bajo un techo de cornamentas con sus cuerpos decorados con joyas hechas de conchas.
Familias distintas vivían juntas
Todos estos esqueletos han permitido ahora descubrir más detalles sobre las costumbres sociales de la Edad de Piedra, incluida la estrategia que seguían los cazadores-recolectores para evitar el incesto en unas comunidades donde las relaciones de sangre y el parentesco no eran tan importantes.
Los investigadores de la Universidad de Uppsala han realizado un nuevo estudio genético de los restos de 10 individuos y han descubierto que varias familias distintas vivían juntas. “Probablemente se trataba de un sistema deliberado para evitar la endogamia”, afirman en un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS).
Las dos mujeres jóvenes enterradas en Téviec Wikipedia
El análisis de los especialistas finlandeses ha permitido obtener datos biomoleculares de esqueletos humanos que datan de hace aproximadamente 6.700 años, una época en la que los últimos cazadores-recolectores de Europa occidental coincidieron en el tiempo con la llegada de los agricultores que fueron tomando el control del continente.
“Esto ofrece una nueva imagen de las últimas poblaciones nómadas de la Edad de Piedra. Nuestra investigación da una oportunidad única para analizar estos grupos y su dinámica social”, afirma el profesor Mattias Jakobsson, quien dirigió el estudio.
Hace unos 7.500 años, las últimas poblaciones de cazadores-recolectores de Europa occidental se toparon con agricultores neolíticos y fueron gradualmente reemplazadas y asimiladas. La coexistencia de estos grupos ha planteado muchas preguntas sobre hasta qué punto interactuaron entre ellos.
Análisis anteriores basados en datos isotópicos han sugerido que las últimas comunidades nómadas asimilaron deliberadamente a mujeres de la nueva sociedad agrícola del Neolítico. Pero los expertos de Uppsala no están de acuerdo con esta hipótesis y afirman que los cazadores-recolectores se mezclaron con otras tribus de cazadores-recolectores, pero no con los agricultores.
Individuos no relacionados genéticamente
“Nuestros análisis genómicos muestran que, aunque estos grupos estaban formados por pocos individuos, en general no estaban estrechamente relacionados. Además, no había signos de endogamia. Sin embargo, sabemos que había unidades sociales distintas –con diferentes hábitos alimentarios- y emerge un patrón de grupos que probablemente era parte de una estrategia para evitar el incesto”, afirma la investigadora Luciana G. Simões.
Los conocidos yacimientos de Téviec y Hoedic, excavados entre 1928 y 1934, contienen numerosas tumbas en las que fueron enterradas juntas varias personas. Esto es inusual en los cementerios mesolíticos y por eso anteriormente se suponía que recibir sepultura en la misma tumba significaba que los individuos estaban relacionados biológicamente.
Una imagen de las excavaciones realizadas en la década de 1930 en Tévec Wikipedia
“Nuestros resultados muestran que en muchos casos –incluso en el caso de mujeres y niños en la misma tumba– los individuos no estaban conectados genéticamente. Esto sugiere que existían fuertes vínculos sociales que no tenían nada que ver con el parentesco biológico y que estas relaciones seguían siendo importantes incluso después de la muerte”, afirma la doctora Amélie Vialet, del Museo Nacional de Historia Natural.
Estos últimos recolectores “formaban parte de una red de personas que mantenían prácticas exogámicas (buscaban cónyuges de otras tribus o personas procedentes de otras localidades o comunidades). Las redes de intercambio de pareja, además, parecen ser exclusivas del grupo de alimentación”, señalan los autores del estudio.
“La baja relación biológica intragrupo impidió el apareamiento consanguíneo, a pesar del pequeño tamaño de la población de los grupos de cazadores del Mesolítico Tardío”, añaden. El intercambio con las tribus vecinas, además, se limitaba a otros cazadores-recolectores, excluyendo a los agricultores del Neolítico.
David Ruiz Marull
Periodista. En Twitter: @DavidRuizM
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