Bebés, niños, adultos, ancianos, personas con discapacidad, enfermos de cáncer, alias «animales», «daños colaterales» o los «untermensch» estamos invitados al generoso banquete de sangre, fuego, dolor y sufrimiento en Gaza, ofrecido por EEUU e Israel, en una amplia exposición de armas dirigida a los mercaderes de la muerte
Nazanín Armanian*
Boeing acelera la entrega de 1.000 bombas inteligentes a Israel, para que no pare su máquina de matar: «Hamás ha creado una demanda adicional», afirma Cai von Rumohr, director gerente de la industria aeroespacial de TD Cowen, que espera beneficiarse de los 14.000 millones de dólares que el presidente Joe Biden ha solicitado al Congreso como asistencia adicionales para Israel y en realidad se destinan a las empresas de armas de EEUU.
La guerra desatada el 7 de octubre entre Israel y Hamas ha disparado la cotización en bolsa de las compañías de armas de dichos países: Lockheed Martin, Boeing, General Dynamics y Northrop Grumman, subieron un 7% ; las acciones de los fabricantes de radares y misiles guiados de RTX13 aumentaron un 46%, los drones de AerodromeGroup un 202% , y así el resto de las corporaciones de armas de EEUU.
Por su parte, la industria militar de Israel (IWI, por sus siglas en inglés), que es miembro de la Business Roundtable, un poderoso lobby estadounidense que acoge también a Amazon, Apple, ExxonMobil, está haciendo su agosto. En 2022, las exportaciones mundiales de armas israelíes alcanzarán los 11.660 millones de euros, un aumento de un 50% en tres años, mientras el asalto de Hamás ha disparado la demanda interna de licencias de armas: 190.000 nuevas pistolas se destinarán al mercado civil, además de los nuevos equipos para los 360.000 reservistas que han sido llamados a filas para luchar, no contra otro ejército, sino contra un grupo de hombres armados con rifles y algunos cohetes de fabricación casera.
La «respuesta» de EEUU-Israel a la Operación Inundación de Al Aqsa de Hamás no es sólo que sea desproporcionada, al asesinar al menos a 14.000 palestinos y destruir una ciudad de 2,3 millones de habitantes, sino que se trata de la nueva fase del proyecto de crear el Gran Israel y la reconfiguración en curso del mapa de Oriente Próximo. Ese proyecto se inició tras el fin de la Unión Soviética en 1991, con la agresión ese mismo año de unos 40 países capitalistas del mundo liderados por EEUU a Irak, a la que siguieron Afganistán, Siria, Libia, Sudán, el intento del golpe de estado del 2016 en Turquía y el asedio militar y económico contra Irán.
El Complejo Industrial-Militar (CIM) de EEUU, que produce el 45% de todas las armas del mundo, ha conseguido normalizar la guerra como una respuesta a cualquier crisis: hasta para acabar con la pandemia, los mandatarios utilizaron a los ejércitos antes que colocar al personal sanitario en el centro de sus políticas de contener la propagación del virus.
Así funciona el CIM
El principal objetivo de las compañías de armas no es ganar guerras, sino la maximización de sus ganancias, elevando su valor en el mercado, como cualquier otra empresa de «bienes de consumo» del capitalismo:
Responden a una necesidad. Tras la Segunda Guerra Mundial, y la aparición del CIM de EEUU, la guerra deja de ser promovida por el control de los recursos naturales ajenos, o de las rutas comerciales (miren las guerras contra Vietnam, Corea, Yugoslavia, Irak, entre otras). La obsesión por ganar y ganar más dinero de unos individuos, tan faltos de escrúpulos, capaces de fabricar pistolas de colores rosa y azul para las niñas y los niños, o bombas-juguetes, los lleva a generar esta «necesidad».
Aún no está claro si el CIM estuvo detrás del asesinato de J. F. Kennedy por su intención de retirar al país de la guerra contra Vietnam, pero sí sabemos que los militares de EEUU llegaron a discutir la posibilidad de un golpe de Estado para que el presidente aislacionista Donald Trump, el único inquilino de la Casa Blanca de los últimos 45 años que no puso en marcha una guerra, no repitiera mandato, y ¡lo consiguieron!. La superpotencia estuvo involucrada en 34 de los 46 conflictos activos a nivel mundial del año pasado, afirma el Instituto Quincy. ¡Demasiados enemigos reales y ficticios debe tener el Tío Sam!
Cuentan con equipos de expertos, los llamados think tank, que crean la «necesidad» de que alguien (los compradores y las víctimas) consuman sus productos, aun cuando no hay motivo real para la guerra, que antaño sucedía cuando un conflicto era, políticamente, irresoluble entre dos Estados. Luego promueven la maquinaria de fabricar falsas noticias: las Armas de Destrucción Masiva en Irak; el fantasma de Bin Laden en Afganistán, quien desde una cueva había puesto en jaque a 7.000 millones de almas (romantizando el cuento de la guerra); en Libia la «masacre de los civiles por Gadafi» que nunca fue confirmada; y en Gaza «los 40 bebés israelíes decapitados», haciendo que hasta Joe Biden dijera que había visto las imágenes inexistentes.
Shit news” y “fake news”, herramientas comunicacionales de EEUU e Israel
En un ataque de sinceridad, el secretario de Estado del Gobierno de Barak Obama, John Kerry confesó que fue el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu quien empujó a EEUU a invadir Irak. Los túneles de Hamás bajo el subsuelo del Hospital al Shifa, que fue el pretexto del bombardeo del centro, y el asesinato de decenas de palestinos, fueron construidos hace décadas por el propio Israel, cuando sus fuerzas estaban en Gaza, «con el fin de crear más espacio para las operaciones del hospital», dice el exprimer ministro Ehud Barak. Los marchantes de armas son como el clérigo: han sobrevivido desde hace miles de años y justifican aun hoy su propia existencia generando miedo.
Exhiben y publicitan las bondades y la eficacia de sus nuevos productos, y no sólo en las exposiciones, sino «en el campo», donde los posibles compradores podrán observar con deleite y comiendo palomitas en el sofá de sus palacetes los cuerpos despedazados de todo ser vivo, humanos y animales, como certificado del buen funcionamiento de las armas: ¡Me lo compro! ¿Es por eso que Tel Aviv ni desmiente la masacre de los civiles palestinos, 5.000 de ellos niños?
Los drones de vigilancia Heron y los misiles guiados antitanque Spike de Israel (que al impactar contra un objetivo, o sea un ser humano, le parte en dos), fueron probados en la Segunda Intifada en la Franja de Gaza de 2008-2009, en la que 10.672 palestinos fueron asesinados, y ahora a la vista de los resultados ha sido perfeccionado. También fue en este mismo escenario donde el IWI estrenó el dron Heron TP, que puede transportar cuatro misiles Spike en su tripa y volar durante 30 horas: abrasó con su fuego a 353 niños, y mutiló y desfiguró a otras 860 personas (¿por eso se llamó la «Operación Plomo Fundido»?).
India, Francia y Brasil se apresuraron en comprar un centenar de esta maravilla de la ingeniería. Pero no se entusiasmen: hay que tener mucho cuidado con la publicidad engañosa: sus vehículos blindados Namer, presentados como «inquebrantables», quebraron en el ataque de Hamás del 7 de octubre y sus soldados fueron asesinados o capturados.
Como contribuyentes civilizados que son, estas empresas ofrecen a sus gobiernos vertederos en el extranjero donde acabar con los deshechos y no contaminar la patria querida. Los proyectiles empapados de uranio empobrecido estadounidenses han sido enterrados en Irak, Afganistán y Ucrania, engendrando «Hijos del Uranio».
Deshacerse de los productos viejos, sin ponerlos en rebajas. EEUU ha decidido dejar de fabricar bombas de racimo, y lo anuncia vaciando sus almacenes para venderlas a Ucrania con macabros propósitos. Los trabajadores de este país (que no su régimen corrupto) pagarán la contaminación de sus tierras y también el precio de esas bombas, que permanecerá como «deuda de Ucrania» para las próximas generaciones.
Las bombas malditas: la munición de racimo
España también liberó espacio en sus hangares vendiendo los carros Leopard 2 A4 a Ucrania incluso sin desempolvarlos, con el agravante de saber de que los ucranianos no podían utilizarlos, por el desconocimiento de su tecnología.
Los negocios generan otros negocios para los emprendedores, como la industria farmacéutica o la de dispositivos ortopédicos (uno de sus mercados es Afganistán, el segundo país con mayor número de mutilados del mundo, gracias a 43 años de la intervención militar de EEUU y sus socios). O como los constructores, que esperan impacientes la celebración de la «Cumbre Mundial de la Reconstrucción de Gaza», por no hablar del crimen organizado como el tráfico de mujeres y de niños (ucranianos o sirios), de órganos o de droga. La guerra es un negocio redondo, del que se aprovecha todo.
El CIM es quien se opone a la regulación de la venta de armas en el propio EEUU: ¿Cuánto habrá ganado a causa del asesinato por armas de fuego de 150.000 compatriotas entre 2014 y 2022?
En este festín hay más comensales: Alemania, que proporciona el 30% de las armas convencional de Israel; Italia, que se lleva un 5,9% y ahora está enviando unos 1.000 motores de tanque a su cliente; Holanda, que le suministra componentes para aviones de combate F-35, derrumbando bloques de viviendas enteros aquellos que ni pudieron huir de sus hogares.
¡Pedir un embargo de armas contra Israel sería tirar piedras al tejado de sus empresas de armas! Confesó el exprimer ministro israelí Naftali Bennett que Occidente bloqueó sus esfuerzos de mediación entre Moscú y Kiev en marzo del 2022. Ucrania se ha convertido en el tercer mayor importador de armas del mundo: la alemana Rheinmetall aumentó sus beneficios un 27% el año pasado.
Para EEUU, la guerra contra Gaza es una «guerra perfecta», igual que la de Rusia y Ucrania: vende armas y municiones, no implica a sus propios soldados, y hará que se convierta en una guerra estancada para generar ganancias continuas mientras desestabiliza a las potencias rivales, quitándoles mercados, los recursos naturales y rutas comerciales.
Así, el presupuesto de Defensa de EEUU alcanzará los 900.000 millones de dólares en el próximo año, llegando a controlar el 45% de todas las ventas de armas a nivel mundial.
Miente el presidente Biden cuando dice que este desembolso de las arcas públicas generará puestos de trabajo. Según informaba NBC News el pasado 28 de octubre, «el número de empleos [creados por la asistencia militar a Ucrania] ha sido relativamente pequeño en comparación con el tamaño total de la industria».
Tras el 7 de octubre, Israel «renace» de un colapso que venía sufriendo desde hace un año y amenazaba incluso con su existencia, y EEUU tiene más pretextos para equipar a sus cerca de 800 bases militares por el mundo. Parece, y sólo parece, que la jugada les ha salido redonda. Vuelve así el coco creado por los patriarcas de la Guerra Infinita contra el Terrorismo, para entretener a una audiencia infantilizada y manipulada. ¡No a la guerra!
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*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario español on-line Público.
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