Concretamente, el esófago de Barrett se produce como resultado del reflujo gastroesofágico crónico (ERGE), una situación común que se origina cuando el contenido del estómago, incluyendo el ácido gástrico y los alimentos parcialmente digeridos, fluyen hacia el esófago, el conducto que conecta la garganta con el estómago
Los expertos del blog “Salud y prevención”, en un nuevo post, profundizan en el esófago de Barrett, una patología que aparece en la parte final de este órgano y que es secundaria a la enfermedad por reflujo gastroesofágico crónico. Tratarlo a tiempo previene el cáncer de esófago.
Foto cedida
Es importante que la población comprenda en qué consiste el esófago de Barrett y cuáles son sus principales síntomas para detectarlo y abordarlo, ya que, de no hacerlo, puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de esófago.
“Hasta hace poco, cuando aparecía esta enfermedad un poco más avanzada, el tratamiento era quirúrgico, especialmente en aquellos casos con displasia de alto grado (alteraciones o anormalidades en el aspecto y en la estructura de las células en el tejido del esófago notables), o bien con el adenocarcinoma intramucoso sobre Barrett (cáncer de esófago)”, explica el doctor José Miguel Esteban López-Jamar, jefe de la Unidad de Endoscopia Digestiva y de la Unidad de Aparato Digestivo del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
“Pero desde hace años -apunta- estas patologías se pueden manejar de forma endoscópica, con una curación y una desaparición del esófago de Barrett importantísima”.
Concretamente, el esófago de Barrett se produce como resultado del reflujo gastroesofágico crónico (ERGE), una situación común que se origina cuando el contenido del estómago, incluyendo el ácido gástrico y los alimentos parcialmente digeridos, fluyen hacia el esófago, el conducto que conecta la garganta con el estómago.
“Cuando el reflujo gastroesofágico es severo y prolongado, los ácidos del estómago pueden dañar el revestimiento (mucosa) del esófago, lo que conduce a una transformación de las células en esta área”, explica el especialista en Medicina del Aparato Digestivo.
El doctor cuenta con más de 20 años de experiencia con especial dedicación en la endoscopia diagnóstica e intervencionista, la ultrasonografía endoscópica, el esófago de Barrett y el reflujo gastroesofágico crónica (ERGE).
Los síntomas del esófago de Barrett
Los síntomas del esófago de Barrett son similares a los de la ERGE, aunque, asegura el especialista, que pueden variar en intensidad y en frecuencia: “Pirosis (ardor), regurgitación, tos crónica, voz ronca, dificultad para tragar (disfagia), y posibles problemas respiratorios como el asma”.
Eso sí, Esteban López-Jamar llama la atención sobre el hecho de que no todos los pacientes con esófago de Barrett experimentan estos síntomas, por lo que ve esencial buscar atención médica si se presentasen de manera persistente.
A su vez, remarca que diversos factores de riesgo están asociados con el desarrollo del esófago de Barrett: “Tener antecedentes familiares, el género masculino, la raza blanca, una edad superior a 50 años, el tabaquismo, y el sobrepeso son factores que pueden aumentar la probabilidad de desarrollar esta condición”.
Doctor Esteban López-Jamar, jefe de la Unidad de Endoscopia Digestiva y de la Unidad de Aparato Digestivo del Hospital Ruber Internacional de Madrid. Foto Quirónsalud
El diagnóstico: sólo por endoscopia
Con ello, este especialista del Hospital Ruber Internacional subraya que el diagnóstico del esófago de Barrett se realiza a través de una endoscopia, una técnica que implica la introducción de una cámara por la boca del paciente, a través de un tubo o endoscopio, para examinar el aspecto del tejido esofágico.
“En contraste con el tejido esofágico normal, que presenta un color pálido y brillante, el tejido afectado por el esófago de Barrett exhibe un color rojo y aterciopelado, similar a la mucosa del estómago”, describe.
Durante la endoscopia se realiza, además, una biopsia del tejido afectado que posteriormente se analiza en el Laboratorio de Anatomía Patológica: “Estas biopsias son esenciales para determinar la presencia de esófago de Barrett y evaluar la presencia de displasia, un factor crucial para evaluar el riesgo del paciente y determinar el tipo de tratamiento”.
El riesgo de desarrollar cáncer ante el esófago de Barrett
Una vez diagnosticado el esófago de Barrett, el enfoque de tratamiento debe ajustarse de acuerdo con la etapa en la que se encuentre la condición, según el grado de cambio celular y la presencia o no de displasia, indica el jefe de la Unidad de Endoscopia Digestiva y de la Unidad de Aparato Digestivo del Hospital Ruber Internacional.
En sus primeras etapas, señala, el tratamiento comienza de manera conservadora y se basa en pautas higiénico-dietéticas y farmacológicas, con el objetivo de mejorar el aclaramiento esofágico, de reducir la secreción gástrica, y de proteger la mucosa esofágica.
“Usamos medicamentos que reducen la producción de ácido estomacal, como los inhibidores de la bomba de protones o los antagonistas H2. Alivian los síntomas del reflujo y previenen el daño al esófago. Las modificaciones en el estilo de vida, como evitar acostarse después de comer, elevar la cabecera de la cama, y evitar ciertos alimentos y sustancias, son fundamentales igualmente”, indica.
Estas medidas conservadoras, argumenta, suelen controlar la enfermedad en la mayor parte de los casos, aunque cuando el tratamiento médico no es suficientemente efectivo, el esófago de Barrett se encuentra en una etapa más avanzada, como la displasia de bajo grado, se requieren opciones terapéuticas más agresivas, ya que el riesgo de desarrollar un adenocarcinoma sobre el Barrett es más alto.
Para ello, sostiene el experto, hoy en día contamos con procedimientos endoscópicos que permiten eliminar o destruir las células anormales del esófago, como la resección endoscópica de la mucosa, la ablación por radiofrecuencia, el uso del argón híbrido y la crioterapia; logrando en muchas ocasiones la completa desaparición del Barrett y la curación del proceso.
¿Cuándo hay que operar?
No obstante, en algunos casos es necesaria la cirugía ante la invasión de las capas más profundas (es decir por infiltración de la submucosa o la muscular).
Pero también se debe operar el esófago de Barrett para conseguir un adecuado control del reflujo gastroesofágico, un procedimiento llamado ‘funduplicatura’ y que tiene como objetivo prevenir el reflujo ácido y biliar, que contribuye a la formación de Barrett. Su tasa de éxito varía según el paciente y la gravedad de su ERGE.
Cuando el carcinoma sobre el esófago de Barrett afecta capas profundas se requiere de una evaluación exhaustiva de cada caso clínico y, generalmente, implica la extirpación de la parte dañada del esófago y la reconexión del esófago con el estómago.
“La cirugía puede ser efectiva en muchos casos, pero conlleva el riesgo de complicaciones. Por esta razón, se considera una opción de último recurso, reservada para situaciones en las que los tratamientos menos invasivos no son efectivos o no se toleran bien”, concluye el doctor.
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