Empresa de Estados Unidos hizo ensayos clínicos con un dispositivo que permite escribir con los ojos y hacer clic con el pensamiento
▲ Una prueba del chip en un entorno médico.Foto Afp
▲ Thomas Oxley, director ejecutivo y fundador de Synchron, sostiene el stentrode, dispositivo que se inserta en el cerebro.Foto Afp
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Melbourne / San Francisco. El sueño de comunicarse directamente con las máquinas mediante el pensamiento parece ahora al alcance de los humanos, aunque llevarlo a la práctica sigue lejos de lo que ha imaginado la ciencia ficción y las promesas de la telepatía.
Varios laboratorios y empresas han demostrado que es posible controlar programas de computadora con el pensamiento gracias a implantes cerebrales. Y viceversa: desde una computadora se puede estimular el cerebro y obtener una respuesta física.
Las hazañas más recientes: en Lausana, Suiza, en mayo, un holandés parapléjico logró caminar y controlar sus pasos con el pensamiento gracias a electrodos en el cerebro y la médula espinal y tecnologías de inteligencia artificial que permiten decodificar intenciones de movimiento en tiempo real.
Ese mismo mes, científicos estadunidenses desarrollaron un decodificador de lenguaje, que traduce el pensamiento de una persona en escritura, después de entrenar la actividad del cerebro durante largas horas en un aparato de resonancia magnética.
Por ahora, la investigación sobre las interfaces cerebro-máquina (ICM) se centra en las personas con parálisis. Y la mayoría de los dispositivos se prueban en un entorno médico, aunque algunos de los instrumentos se usan con más frecuencia que otros en la actualidad.
Nosotros utilizamos los Utah Array (implantes de la empresa Blackrock) en el laboratorio, funcionan. Conozco personas que los usan para manejar sus sillas de ruedas, cuenta Michael Platt, profesor de neurociencias en la Universidad de Pensilvania.
Pero al cerebro no le gusta que le pongan cosas dentro y, entonces, el sistema inmunológico ataca estos dispositivos (...) y con el tiempo la calidad de la señal disminuye y se pierde información, explica el experto.
Cuanto más cerca estén las ICM de las neuronas, más precisa y rica será la señal, pero su colocación requiere cirugías complicadas, costosas y engorrosas y es menos probable que duren a largo plazo.
La empresa emergente stadunidense Synchron apuesta por unn stent (dispositivo de 8 milímetros de diámetro) insertado en el cerebro a través de la vena yugular, según un procedimiento quirúrgico que se ha vuelto común para las operaciones de corazón y que no requieren abrir el cráneo.
El objetivo es detectar actividad neuronal. Está conectado a una pequeña caja, que hace las veces de receptor y transmisor, ubicada debajo de la piel, a la altura del pecho.
Por ahora, otra caja está pegada a la piel, junto con un pequeño servidor.
Synchron aspira a obtener el acuerdo de las autoridades sanitarias el próximo año para comercializar el producto final, sin cables ni dispositivos externos.
Los ensayos clínicos han sido concluyentes, pero falta, entre otras cosas, establecer un lenguaje universal de comandos informáticos para el pensamiento.
Asimismo, el dispositivo permite al paciente usar servicios de mensajes como la plataforma Whatsapp o navegar en línea sin manos ni voz.
Voluntario beneficiado
Espero que esto mejore la vida de otras personas, asegura Rodney Gorham sobre el implante cerebral que ya cambió su propia existencia, en un mensaje que ha escrito en una pantalla seleccionando las letras con los ojos y haciendo clic en las palabras con el pensamiento.
Hace unos años, este australiano de 63 años recibió un diagnóstico irremediable: padece la enfermedad de Charcot, mal neurodegenerativo que provoca parálisis progresiva de los músculos respiratorios, tronco, brazos y piernas.
La enfermedad no lo matará de forma directa, apunta su esposa, Carolyn Gorham, porque padece una forma extremadamente rara de la patología. Así que puede vivir otros 20 años. Su cerebro funciona bien, pero ni siquiera puede rascarse la nariz.
Gracias al stentrode, Gorham espera por mucho tiempo seguir consultando Internet, viendo videos, enviando mensajes e incluso utilizando videojuegos.
Sin esta tecnología de punta, la vida de este ex vendedor aficionado a los coches deportivos y los viajes sería un infierno en la tierra. Pura y simple tortura, resumió su mujer.
Estamos en un punto de inflexión para las ICM, asegura Tom Oxley, cofundador de Synchron. Ha habido demostraciones increíbles de lo que es posible, y ahora el objetivo es hacer que el proceso sea reproducible, simple y accesible para un gran número de personas, destacó.
En 2021, Synchron fue autorizada por la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, (FDA, por sus siglas en inglés) para realizar ensayos clínicos.
Una docena de pacientes con enfermedad de Charcot recibieron un stentrode. El objetivo era verificar la señal de la actividad cerebral y que no hubiera efectos adversos, incluso después de un año, sostuvo David Putrino, del Hospital Monte Sinaí de Nueva York.
Misión cumplida, agregó. Y para los pacientes, si bien teclear un mensaje sigue siendo lento y trabajoso, el hecho de recuperar cierta autonomía no tiene precio.
Con el apoyo particular de los magnates tecnológicos Jeff Bezos (Amazon) y Bill Gates (cofundador de Microsoft), Synchron recaudó 75 millones de dólares en febrero.
Más conocida gracias a Elon Musk, su cofundador, la firma Neuralink quiere hacer que los pacientes paralíticos vuelvan a caminar, devolver la vista a los ciegos e incluso curar enfermedades siquiátricas, como la depresión.
Y, también, potencialmente vender su implante a aquellos que simplemente sueñan con ser cíborgs.
El multimillonario afirma que aumentar de esa manera las capacidades del cerebro permitirá que la humanidad no se vea abrumada por la inteligencia artificial, una amenaza existencial.
Además, abrió el debate sobre la posibilidad de guardar sus recuerdos en línea y cargarlos en otro cuerpo o en un robot.
El jefe de Tesla y la red social X (antes Twitter) tampoco excluye la telepatía consensuada entre humanos, para comunicar sus verdaderos pensamientos en estado bruto, sin pasar por las palabras.
En mayo, la empresa emergente californiana recibió luz verde de la FDA para probar sus implantes cerebrales en humanos. Y acaba de recaudar 280 millones de dólares en inversiones.
Su implante, del tamaño de una moneda, se coloca en el cerebro mediante una cirugía realizada por un robot. Se probó en monos, que aprendieron a jugar al videojuego Pong sin controlador de palanca ni teclado. Sólo con su pensamiento.
Una experiencia similar a muchas otras, como una de 1969, cuando el investigador estadunidense Eberhard Fetz enseñó a un mono a mover una aguja sobre un mostrador con la mente a través de una ICM.
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