DOSSIER:
1. Turquía Va A Una Segunda Vuelta Con Sabor Amargo Para Erdogan
El presidente lleva 20 años en el cargo y su gobierno atraviesa una crisis económica
Tanto Recep Tayyip Erdogan como el opositor Kemal Kilicdaroglu consiguieron menos de la mitad de los votos necesarios para ganar en primera vuelta, un hecho inédito en el país.
. Imagen: AFP
Turquía se encamina a una segunda vuelta de sus elecciones presidenciales, después de que el presidente, Recep Tayyip Erdogan y el candidato opositor Kemal Kiliçdaroglu alcanzaran el domingo menos de la mitad de los votos necesarios para vencer en primera vuelta. Con un 97,67 por ciento del escrutinio compartido por la agencia oficial Anadolu, el conservador Erdogan, de 69 años, alcanzaba el 49,35 por ciento de los sufragios, mientras que su rival, el socialdemócrata y laico Kilicdaroglu, de 74 años, sumaba el 44,98 por ciento.
De confirmarse los resultados, la votación sería un traspié para el mandatario, reelecto siempre en los últimos 20 años sin tener que llegar al segundo turno electoral. Las cifras aún podían evolucionar levemente, pero abren la vía a un ballotage el 28 de mayo, algo inédito en ese país de 85 millones de habitantes, que celebra los cien años de la fundación de su república. Las encuestas publicadas antes de la elección preveían una leve ventaja a favor de Kilicdaroglu, pero la mayoría hablaba de una segunda vuelta.
Los dos candidatos festejan
La oposición, antes de conocerse el escrutinio final, se dio como vencedora. "Están impugnando el recuento que sale de las urnas, en el que llevamos una ventaja masiva", declaró a la prensa el alcalde opositor de Estambul, Ekrem Imamoglu. Según Imamoglu, quien fue uno de los que pretendía disputar las presidenciales por el CHP, el recuento interno de la oposición mostraba que Kilicdaroglu obtuvo el 49 por ciento de los votos y Erdogan solo el 45 por ciento.
Ninguno de esos dos recuentos evitaba, sin embargo, la posibilidad de una segunda vuelta en dos semanas. La Alianza Nacional de seis partidos que lidera Kilicdaroglu promete desmantelar la forma de gobierno presidencialista votada por estrecho margen en un referendo en 2017 y hacer que el país vuelva a tener una forma de gobierno parlamentaria. A la espera del final del escrutinio, Kilicdaroglu prometió ganar en el ballotage.
Ya en la madrugada del lunes, Erdogan no descartó lograr la mayoría absoluta en la primera vuelta aunque dijo estar preparado para un segundo turno si fuera necesario. "Aunque los resultados aún no están claros, encabezamos el recuento con una clara ventaja", dijo el mandatario, quien indicó que gracias al voto en el extranjero tiene aún opciones de revalidar la mayoría absoluta que tiene desde 2014. En Alemania, donde viven aproximadamente la mitad de los turcos que residen en el extranjero, Erdogan habría obtenido el 65 por ciento de los votos.
En 2018, en las últimas elecciones presidenciales, Erdogan ganó en primera vuelta con más del 52,5 por ciento de los votos. Más de 60,9 millones de ciudadanos turcos fueron llamados a las urnas este domingo para elegir al presidente y a los miembros de la 28º legislatura. Además se eligieron a los 600 miembros del Parlamento por representación proporcional en 87 distritos electorales. Disputaron estos escaños 24 partidos políticos y 151 candidatos a diputados independientes.
Crisis económica
Erdogan llegó a la votación en un país golpeado por una crisis económica, con una moneda devaluada a la mitad en dos años y una inflación que superó el 85 por ciento en otoño. El terremoto del seis de febrero, que derrumbó decenas de miles de edificios y causó la muerte de al menos 50 mil personas y más de tres millones de desplazados, puso en tela de juicio la omnipotencia de un presidente que centraliza todos los poderes.
Precisamente Erdogan señaló como uno de sus grandes logros la modernización de Turquía a través de la construcción, en la que basó su éxito durante su primera década en el poder, desde que era primer ministro. Sin embargo, el terremoto evidenció la corrupción de contratistas y autoridades, que otorgaron permisos de construcción que no cumplían las normas antisísmicas.
En un intento por atraer a los votantes afectados por la inflación, Erdogan aumentó los salarios y las pensiones y subvencionó las facturas de electricidad y gas. El mandatario amplió la alianza política de su gobernante Partido Justicia y Desarrollo, o AKP, con dos partidos nacionalistas para incluir uno de izquierda y dos islamistas marginales.
Erdogan, que antes de presidente fue primer ministro entre 2003 y 2014, había planteado estas elecciones como un test sobre la supervivencia del país, advirtiendo que si ganaba la oposición pactaría con terroristas kurdos, Turquía se hundiría en el caos y quedaría a merced de intereses económicos y políticos de Occidente. La oposición, por su parte, había prometido revertir la pérdida de derechos y libertades y sanear una economía muy golpeada.
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2. Turquía: la moneda está en el aire
Con el recuento casi completo de los votos emitidos ayer en las elecciones general de Turquía, el presidente de ese país, Recep Tayyip Erdogan, parece no haber logrado, por unas décimas de punto, la relección en primera vuelta; de confirmarse que obtuvo 49.34 por ciento de los sufragios, y su adversario, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu habría logrado 45 por ciento, la presidencia turca habrá de dirimirse en una segunda vuelta prevista para dentro de dos semanas. Lo anterior, sin ignorar que todavía está pendiente el conteo de los votos emitidos en el extranjero.
Aunque transcurrió en forma pacífica, el proceso comicial no ha sido terso, toda vez que ambos bandos se acusan de la comisión de irregularidades.
Mientras que el principal partido opositor, el Republicano del Pueblo (CHP), señaló durante la jornada a los medios oficiales por divulgar cifras adulteradas, el gubernamental Justicia y Desarrollo (AKP) ha exigido la revisión de los resultados en la mayor parte de las casillas ganadas por la oposición.
Sin duda, la imputación más preocupante fue emitida por el propio Erdogan, quien afirmó la víspera de la elección que el gobierno de Estados Unidos busca sacarlo del poder a toda costa y ofrece para esto un respaldo a los opositores.
Esta acusación es sin duda verosímil, debido a que en años recientes el alejamiento entre Ankara y Washington ha derivado en una abierta hostilidad, cuyo episodio más reciente es el incumplimiento estadunidense de un contrato de venta de cazabombarderos de última generación F-35 a Turquía, en represalia porque este país adquirió sistemas antiaéreos S400 rusos.
Sin embargo el fondo de la animadversión es la determinación del gobierno de Erdogan de mantener una posición independiente y de convertirse en un actor autónomo con ran-go de potencia regional, a pesar de su condición de miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En tales circunstancias, no sería remoto que Washington buscara aprovechar el proceso electoral en el país euroasiático para inducir allí una revuelta como las llamadas primaveras árabes que sacudieron a Túnez, Egipto y Siria –y derivaron en el derroca-miento de gobiernos o en guerra interna–, como una medida para cerrar el paso al multilateralismo, del que Erdogan es resuelto partidario, lo que lo ha llevado a tender puentes de colaboración con países como Rusia, Venezuela, China y Brasil.
En esta lógica, la relección de Erdogan sería una mala noticia para Estados Unidos y un hecho auspicioso para Rusia.
Por otra parte, en el ámbito interno, la perspectiva de una prolongación del actual gobierno turco, islamista, autoritario y conservador, resulta preocupante y desalentadora para los sectores laicos y progresistas, así como para la minoría kurda, sobra la cual Erdogan ha lanzado una sistemática y brutal represión.
La veta dictatorial de Erdogan es inocultable, como lo han sido sus ataques a las libertades individuales, los derechos políticos y la transparencia.
Finalmente, el curso que tome el escenario político turco en los próximos días será determinante para los precarios equilibrios de poder en la región y para la propia sociedad de ese país de Medio Oriente.
Sea cual sea, cabe esperar que no derive en un panorama de inestabilidad ni de abierta confrontación y que Turquía logre salir de este difícil y riesgoso momento en paz, democracia e institucionalidad.
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