El gran desafío de Petro es la reforma tributaria, que el gobierno precedió por el cese de las amnistías tributarias a los empresarios (un mecanismo que se venía renovando desde hace años, reduciendo en los hechos el porcentaje de impuestos que pagaban).
Por Lucas Malaspina e Iván Sverdlick
. Imagen: EFE
Van más de dos meses de la asunción del gobierno de Gustavo Petro y la última semana las batallas de Petro en el Congreso han tenido avances significativos. La ley de la Paz Total pasó su primer debate, la reforma política también, y la regulación de la marihuana avanzó en Diputados, primera vez que un proyecto de este tipo llega a tercer debate en el Congreso.
Al mismo tiempo, la reanudación de relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela, en el marco de la llegada de capitales estadounidenses a ese país, no sólo es un giro de 180 grados en el perfil exterior sino que además podría disparar las exportaciones de bienes de consumo al país vecino. El de Petro es un gobierno que entró con los tapones de punta también en la arena internacional, como lo demostró su discurso ante la ONU, donde por primera vez un presidente colombiano admitió el fracaso de la “guerra contra las drogas”, cuestionó a los países centrales y su hipocresía frente a la cuestión ambiental, preguntando: “¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo?”
El escenario colombiano es positivo para él desde la opinión pública, aunque durante septiembre tuvo una abrupta caída en su imagen pública. Las últimas mediciones mostraron a Petro con un 46% de aprobación, frente al 56% del mes pasado, y oscilando una imagen negativa del 40% (Invamer) . La imagen del primer mes resultó la favorabilidad más alta que tuvo un presidente colombiano en una década.
Omar Rincón, consultor y ensayista colombiano señala la dimensión simbólica de la gestión de Petro. “Lo primero que significa este cambio de gobierno es una ganancia socio-política cultural impresionante, solamente que ellos lleguen. Que llegue un ex guerrillero, de color, costeño, o sea caribeño, no blanco. Llega una mujer afro, colombiana, lideresa social salida del territorio. Eso ya es inevitable que signifique una revolución estética y política para Colombia. Que venga una negra, que venga un ex guerrillero, que nombren en Naciones Unidas a un indigena, que nombre de embajador en Washington a un afro, que nombre en OEA a otra indigena de otra etnia, son cambios de una ganancia histórica irreversible, eso es un interesante mapeo simbólico”. Rincón resalta también la foto presidencial: “por primera vez en la historia de Colombia, aparece con un paisaje colombiano atrás, con un territorio real, un paisaje que se llama Caño Cristales”. Y subraya que en Colombia por primera vez “en lugar de querer parecer igual al mundo, se enfatiza su cosa local”.
Durante la campaña se observó la consolidación como discurso hegemónico del “sí a la paz”. Rincón acentúa como “la paz es el discurso, es la autopista en la que está el relato de nación, en la que Petro tenía que actuar, o cualquier presidente, solamente que Petro dijo ‘como el anterior no hizo nada, yo si voy a hacer de esto mi bandera’”. Uno de los mensajes clave del nuevo gobierno es la aspiración de una “Colombia potencia mundial de la paz”.
Actualmente, la oposición se encuentra casi sin cabeza. El ex candidato, Rodolfo Hernández, renunció a su cargo de senador a poco de asumir y recientemente se vio envuelto en críticas por corrupción tras filtrarse que le pidió dinero a una representante de su bloque. El ex presidente Iván Duque ni siquiera figura, según Rincón “nos acordamos de él (Duque) como un meme presidente, no había que hacer nada él solo decía frases meméticas, la portada de los periódicos eran un meme”. Rincón suelta un concepto poderoso, con el que podría medirse a Petro o cualquier otro: “el meme es el espejo donde observar la comunicación de gobierno”.
El combustible de Petro también viene del estallido social que aconteció durante el gobierno de Duque, donde hubo más de 80 muertos a mano de la policía. Esto produjo “una nueva visión de país desde las perspectivas jóvenes, ahí lo que hubo fue un rompimiento generacional; jóvenes, que están con el estallido social, con el feminismo, contra la violencia contra la mujer, con el acoso sexual, con la diversidad sexual, con los DDHH, con la educación pública, con el ambiente. Arriba de 50 votaron por la derecha, y abajo de 50 votaron por Petro. Entonces considero que la gente tiene muchas esperanzas de que él responda a esas necesidades. Y ahí la ventaja que tiene es que parte de ese encantamiento de esta movilización de este estallido social lo encarna Francia Márquez: ahí está cómo va a jugar ella, aunque por ahora internamente no se le ve mucha fuerza pero a nivel externo es la popstar, es en este momento Colombia en el exterior”.
El gran desafío de Petro es la reforma tributaria, que el gobierno precedió por el cese de las amnistías tributarias a los empresarios (un mecanismo que se venía renovando desde hace años, reduciendo en los hechos el porcentaje de impuestos que pagaban). La Reforma Tributaria (donde el gobierno quiere imponer una recaudación de 25 billones de pesos colombianos extra y el empresariado dice no poder pagar más de 8) es un punto central de su programa que multiplica las tensiones. Aunque la opinión pública está dividida sobre el tema tributario (48% a favor, 41% en contra), cuando se profundiza más sobre la reforma hay material de consenso para Petro: subir los impuestos a los colombianos que ganen más de diez millones de pesos mensuales (más de 2000 dólares) tiene un amplio apoyo (70%, Centro Nacional de Consultoría). Petro busca cerrar este asunto antes de 2023.
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Lucas Malaspina e Iván Sverdlick son analistas en comunicación política.
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