La precariedad del capitalismo sin rumbo, en su fase actual especulativa, alienta una recaída a todos los niveles de la economía mundial que puede traducirse en una recesión sin precedentes u otros impactos de alcance global
POR EDUARDO CAMÍN
El nivel del Barómetro sobre el Comercio de Mercancías de la Organización Mundial de Comercio (OMC), del 23 de agosto, se mantiene estable, aunque por debajo de la reciente tendencia mostrada en ese ámbito, lo que parece indicar que el comercio mundial de mercancías siguió creciendo en el segundo trimestre de 2022 pero que el ritmo de crecimiento fue inferior al del primer trimestre y probablemente seguirá siendo débil en el segundo semestre del año.
El Barómetro del Comercio de Mercancías es un indicador adelantado compuesto del comercio mundial, que proporciona información en tiempo real sobre la trayectoria del comercio de mercancías en relación con las tendencias recientes. La última lectura de 100.0 coincide exactamente con el valor de referencia del índice, lo que indica una expansión comercial en tendencia.
Sin embargo, el barómetro general se mantiene por debajo de un índice complementario que representa los volúmenes reales del comercio de mercancías, lo que sugiere que el crecimiento interanual del comercio puede desacelerarse aún más, pero seguir siendo positivo cuando se disponga de estadísticas oficiales del segundo trimestre, con el comercio simultáneamente lastrado por el conflicto en Ucrania y impulsado por el levantamiento de los bloqueos de Covid-19 en China.
El volumen del comercio mundial de mercancías se estabilizó con una desaceleración del crecimiento interanual al 3,2 por ciento en el primer trimestre de 2022, frente al 5,7 por ciento del cuarto trimestre de 2021. La desaceleración en el primer trimestre sólo reflejó en parte el impacto del conflicto en Ucrania, que estalló a fines de febrero. Los confinamientos en China también pesaron mucho en el comercio en el primer trimestre.
Los componentes del barómetro de bienes son una bolsa mixta. El índice de pedidos de exportación prospectivo (100.1) está en tendencia, pero se ha vuelto a la baja. El índice de productos automotrices (99.0) está solo ligeramente por debajo de la tendencia, pero ha perdido su impulso alcista. Los índices de carga aérea (96,9) y componentes electrónicos (95,6) están por debajo de la tendencia y apuntando a la baja, mientras que el índice de materias primas (101,0) ha aumentado recientemente ligeramente por encima de la tendencia.
La principal excepción es el índice de transporte de contenedores (103.2), que ha aumentado firmemente por encima de la tendencia a medida que los envíos a través de los puertos chinos han aumentado con la relajación de las restricciones de Covid-19.
La última lectura del barómetro es coherente con el pronóstico comercial más reciente de la OMC de abril, que preveía un crecimiento del 3,0 por ciento en el volumen del comercio mundial de mercancías en 2022. Sin embargo, la incertidumbre en torno al pronóstico ha aumentado debido al conflicto bélico, el aumento de las presiones inflacionarias y el ajuste esperado de la política monetaria en las economías avanzadas. A principios de octubre se publicará un pronóstico revisado.
El desvarío del capitalismo y el mito del libre comercio
El centro del problema es analizar el espejismo del capitalismo depredador subsumido en una profunda crisis, acrecentado además por los desequilibrios y el patético rol del líder de la principal potencia mundial, que en su guerra comercial ha llevado al planeta al escenario de un conflicto bélico en suelo europeo. Es muy claro que el comercio mundial está cada vez más determinado a los desvaríos más asombrosos determinados por los comportamientos monopólicos que dominan el mercado mundial.
Basta decir que la mayor parte del comercio Internacional desde hace muchos años se realiza al interior de las corporaciones o empresas multinacionales, transnacionales o globales. Por ello el libre comercio es un mito, una falacia, y lo que en realidad predomina desde hace decenios es la noción de un desigual comercio. O dicho de otra manera, el libre comercio se consolida en el comercio desigual.
Los estados nacionales más poderosos que ahora están confrontados en sus batallas comerciales asumen la tarea de organizar y administrar el comercio mundial no en la perspectiva real de un libre mercado sino para asegurar la hegemonía de sus empresas sobre los mercados nacionales y locales de las naciones emergentes claramente menos poderosas.
En realidad, se trata de impedir que estas naciones dispongan mecanismos de defensa de sus mercados. El dominio de los mercados nacionales o locales también dependen en gran medida del control de los medios de información y comunicación que logran a través de la publicidad y el resto de los mecanismos más sofisticados de gran influencia cultural, que determinan conductas y comportamientos que se traducen en un consumismo solvente, cuyo núcleo central es el mercado.
La Organización Mundial del Comercio no es un instrumento de la libertad de éste, sino del ordenamiento del comercio mundial a favor de un núcleo central de países bajo la égida de un capitalismo puro y duro en una guerra permanente por su prevalencia en tanto que sistema.
Incluso, podemos analizar la realidad política y económica de los países en vías de desarrollo, que se guían por los preceptos de la libre movilidad de capitales , la apertura comercial irrestricta , las privatizaciones de servicios públicos estratégicos y la desregulación a través de reformas de flexibilidad del mercado laboral, todo esto bajo un contexto de un mayor control del excedente por el capital financiero, a través de los fondos de inversión , los fondos provisionales y la propia inversión directa.
Por todo ello es que tanto el neoliberalismo como el progresismo abrazaron los modelos de crecimiento económico, cuyo énfasis está en los equilibrios macroeconómicos.
Durante las últimas décadas se aceleró un proceso de grandes transformaciones mundiales que cambiaron radicalmente las bases sobre las cuales se asentaban las relaciones internacionales y que han tenido una profunda repercusión en la vida interna de todas las naciones.
En ese contexto, los países industrializados favorecidos por los organismos internacionales han utilizado y utilizan su poderío y las ventajas económicas y políticas derivados de la actual correlación mundial de fuerzas para continuar a imponer su “nuevo orden mundial”, el neoliberalismo, que hace a los países del tercer mundo más subordinados y dependientes de los países industrializados.
Inmersos en sus guerras comerciales, por los mercados y las materias primas es la contradicción que sigue sustentado el capitalismo.
Este análisis dado a conocer por la OMC va en la misma dirección que todos los organismos internacionales que empeoran sus previsiones, pero tratan de evitar por activa y por pasiva la palabra recesión: solo un susurro se permite, no vaya a ser que Wall Street se engripe. Pero todos saben, por experiencia, que cualquier señal de debilidad alienta los temores de una recesión.
La precariedad del capitalismo sin rumbo, en su fase actual especulativa, alienta una recaída a todos los niveles de la economía mundial que puede traducirse en una recesión sin precedentes u otros impactos económicos y financieros de alcance global. Parafraseando a Mario Benedetti, diremos que “en las fronteras del futuro hay un control estricto … solo son admitidos los sobrevivientes”.
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