Para este Estado, la salud no es más que un negocio redondo y el beneficio no es para el pueblo, el beneficio real está en lo rentable que es invertir menos y sacar ganancia
El pasado 11 de mayo, el hospital Sagrado corazón de Jesús de Quimbaya, fue víctima de la crisis de la salud que vive el país durante años. Aun cuando para el 2020 se había anunciado que este sería intervenido para el fortalecimiento de la red hospitalaria del departamento; el argumento de la Secretaria de Salud Departamental del Quindío, quien ordenó el cierre “temporal” de algunas áreas, es con el fin de realizar mejoras locativas para garantizar la seguridad de los usuarios. Aunque es razonable que las condiciones locativas y sanitarias deben mejorar en el sector salud, sabemos que esta es un juagada más del gobierno de turno, para taparle la vagabundería a las empresas privadas que lo único que han hecho es robarse el presupuesto y dejar en la ruina a los trabajadores, que reciben salarios muy paupérrimos por salvar la vida a su gente.
El cierre “temporal” de hospitales como: el Sagrado Corazón de Jesús, San Vicente de Paúl de Salento y el trabajo a media marcha del Hospital de Santa Ana de Pijao, hacen parte de la arremetida contra el servicio de salud. Estas auditorías solapadas por parte de las instituciones del Estado, ante las denuncias de la ciudadanía y los trabajadores de la salud por mejores condiciones hospitalarias, son solo la complicidad ante el robo inminente, para justificar los cierres y dejar a más de 200 trabajadores del sector en la calle, a muchos pacientes con graves patologías sin cobertura y más paseos de la muerte.
Aunque el alcalde de Quimbaya, Abelardo Castaño, aseguró que se está trabajando para acelerar trabajos en las zonas menos afectadas para poder prestar servicios, también dijo que esta sede del hospital ya cumplió su ciclo; lo cual quiere decir que el cierre es inminente. Por otro lado, argumentó que se iniciarían trabajos de construcción de unas nuevas instalaciones, aquí el cuestionamiento es ¿Por qué con informes, revisiones y auditorias de años anteriores y ante una infraestructura no apta para cubrir las necesidades de la región, no se han construido ya nuevos hospitales? Y ¿Por qué esperar a que no haya más salida que los cierres para tomar medidas no de prevención, sino de reacción?
La respuesta ya sabemos que está más allá de la gestión de un funcionario, la gobernación o las instituciones; pues para este Estado, la salud no es más que un negocio redondo y el beneficio no es para el pueblo, el beneficio real está en lo rentable que es invertir menos y sacar ganancia, hasta donde aguante la gallina poniendo huevos de oro.
Se han desviado los recursos, han tercerizado la mano de obra, han reducido gastos en equipos, han sacado tajadas y han especulado con los medicamentos. A esto, solo el pueblo podrá ponerle freno, exigiendo a través de la lucha, que debe retomar nuevamente más allá de los resultados presidenciales, para exigir:
- Abolir la Ley 100 de 1993
- Enterrar completamente el proyecto de Ley 010 de 2020
- Fortalecimiento material y científico de la estructura sanitaria.
- Empleo formal, estabilidad laboral y acabar la tercerización e intermediación laboral.
- Abolir la ley 50 de 1990 y el Decreto 1174.
La llamada crisis hospitalaria es el resultado de la avaricia, de la corrupción y el interés particular propios del Estado capitalista y se convierte al tiempo en la excusa perfecta para desviar los recursos de la salud y para seguir robando, mientras el pueblo sigue muriendo en las puertas de los hospitales, no solo en el Quindío, pues el panorama no es mejor en el resto del país.
Muestra también la agudización de las contradicciones del capitalismo, que lleva a los proletarios a cargar en sus hombros los problemas que trae la crisis social y económica, pero también lo llena más de motivos para darle sepultura a este sistema obsoleto que no brinda nada, solo hace que crezca el odio de clase, sepultar este sistema que solo deja ruinas a su paso y así haya un cambio de gobierno, la crisis sigue acrecentándose porque ya no es posible salvarlo con remiendos y reformas, porque nuestros sueños no caben en las urnas del capital, no hacemos parte del cambio sino trabajando independientemente, por un futuro Estado de obreros y campesinos.
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