Cuando pelean los ladrones… descúbranse los hurtos
Mientras la pandemia arrecia principalmente contra los sectores más pobres de la población, mientras los cínicos voceros del régimen uribista distraen con el cuento de la confidencialidad en los jugosos contratos con los monopolios farmacéuticos, mientras cunde la incertidumbre del cuándo llegarán las vacunas para los pobres de Colombia… se filtran denuncias a la corrupción del régimen en la administración de los fondos para enfrentar la pandemia.
Hace días se hizo público el patético primer puesto de Colombia en las estadísticas de países corruptos. No era de extrañar. Es el merecido trofeo de un país gobernado por la voraz alianza de burgueses y terratenientes, que desde antaño no solo han entregado la fuerza de trabajo social y las riquezas naturales a los monopolios imperialistas, sino que al propio tiempo, son socios sanguinarios en el negocio de esquilmar al pueblo, saquear los recursos naturales y robar el tesoro público. Es vox populi que el régimen de Duque en vez de distribuir entre la población los recursos y medios para enfrentar la pandemia, se los apropia y los comparte con la corruptela de sus padrinos.
En esta situación, es llover sobre mojado, la denuncia de Camilo Enciso director del Instituto Anticorrupción, contra el politiquero del Centro Democrático Miguel Uribe Turbay por ser beneficiario de una subcuenta millonaria destinada a la prevención de la covid-19. A su turno, el corrupto Uribe ripostó denunciando a Camilo Enciso, un alfil de la Alcaldesa Claudia López también contratado en la veeduría distrital.
Bien dice el adagio popular cuando pelean los ladrones, descúbranse los hurtos. He ahí la evidencia concreta de la corrupción politiquera a cuenta de la “prevención” de la covid-19. El régimen de Duque, además de incapaz para resolver cómo enfrentar la pandemia, es un régimen corrupto que dilapida los fondos estatales que debieran destinarse al apoyo sanitario de la población. También las alcaldías de ciudades como Bogotá, que manejan presupuestos billonarios, son antros de corrupción blanqueada pero evidente en el bla, bla, bla, de la alcaldesa en los suburbios miserables de la ciudad, cuando en los hechos, al igual que el gobierno central, las ayudas son contratadas con y para sus adeptos.
La corrupción amparada en la pandemia, es solo la punta del iceberg en el Estado capitalista, de la cual se lucran, tanto los gigantescos parásitos de la burocracia estatal —gobernantes, congresistas, jueces, procuradores, contralores, fiscales…— y de las fuerzas armadas —Ejército, fuerza aérea, armada, policía, paramilitares…— como las sanguijuelas contratistas de los monopolios públicos y privados.
Para eliminar la corrupción en esta sociedad capitalista, es necesario destruir el Estado, pues como se dice en lenguaje del pueblo muerto el perro se acaba la chanda. La lucha de los politiqueros contra la corrupción es una quimera, una frase hueca para engañar incautos.
Y lo cierto es que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. No tarde llegarán los días de una revolución dirigida por el proletariado, único medio para erradicar la corrupción estatal porque elimina de raíz el mal, porque construye un nuevo Estado Tipo Comuna, un gobierno barato administrado por funcionarios asalariados verdaderamente representantes de las masas, elegidos y removidos por ellas.
Y mientras llegan esos días de transformación radical de la sociedad, hoy, entre los politiquerosque entre el diablo y escoja ¡todos son peores! Ni a la derecha, ni en el centro, ni a la “izquierda” hay solución. Las elecciones burguesas son una farsa que engatusa y desgasta al pueblo. La esperanza y la mira hay que colocarlas en la lucha directa de los trabajadores, en la fuerza de su cantidad, en el poder de su calidad transformadora del mundo, en la autoridad de su trabajo que así como mueve el engranaje capitalista también lo puede detener, puede cortar el chorro de ganancias de los explotadores hasta que el gobierno atienda sus demandas.
¡Por un Paro Nacional indefinido! ¡Adelante!
Contra el régimen ¡A las calles el 28 de enero!
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