Sponsor

EMANCIPACIÓN N° 999EMANCIPACIÓN N° 99926 Jul 2025 0 Comentarios

LEER REVISTA N° 999 DIRECTAMENTELeer en Línea: https://n9.cl/pz0ftcDESCARGAR Y COMPARTIRDescarg...

CARICATURAS DE LA SEMANACARICATURAS DE LA SEMANA26 Jul 2025 0 Comentarios

EL CRECIENTE CONFLICTO ENTRE TAILANDIA Y CAMBOYA TIENE SUS RAÍCES EN UNA DISPUTA FRONTERIZA CENTENARIAEL CRECIENTE CONFLICTO ENTRE TAILANDIA Y CAMBOYA TIENE SUS RAÍCES EN UNA DISPUTA FRONTERIZA CENTENARIA25 Jul 2025 0 Comentarios

El actual estallido de violencia comenzó a finales de mayo, cuando un soldado camboyano mu...

DESTRUIR A RUSIA. ¿FRACASAMOS? NO HAY PROBLEMA: ¡DESTRUYAMOS A CHINA!DESTRUIR A RUSIA. ¿FRACASAMOS? NO HAY PROBLEMA: ¡DESTRUYAMOS A CHINA!25 Jul 2025 0 Comentarios

Tras el auge de la revolución de colores/cambio de régimen, la China poscomunista podría establecer ...

SICARIATO JUVENIL REABRE DISCUSIÓN SOBRE JUSTICIA PENAL PARA MENORES EN COLOMBIASICARIATO JUVENIL REABRE DISCUSIÓN SOBRE JUSTICIA PENAL PARA MENORES EN COLOMBIA25 Jul 2025 0 Comentarios

Visiones encontradas sobre el crimen y el castigoEl sicariato no es una anomalía, sino el síntoma de...

EL GIRO REGENERATIVO EN LA AGRICULTURA Y LA INDUSTRIA TEXTILEL GIRO REGENERATIVO EN LA AGRICULTURA Y LA INDUSTRIA TEXTIL25 Jul 2025 0 Comentarios

Las prácticas regenerativas cambian los procesos de la agricultura y la producción textil que causan...

LA GUERRA QUE NADIE QUIERE, PERO PARA LA QUE TODOS SE PREPARANLA GUERRA QUE NADIE QUIERE, PERO PARA LA QUE TODOS SE PREPARAN25 Jul 2025 0 Comentarios

No hay ganadores en una guerra nuclear. Solo supervivientes, si es que los hay. Apostar a que el otr...

DESCUBREN DESCUBREN "SEXTO SENTIDO" OCULTO EN EL INTESTINO25 Jul 2025 0 Comentarios

Científicos hallan un “sexto sentido” oculto en el intestino que regula el apetito¿Y si no eres tú q...

LA GUERRA ORGANIZA LA ACUMULACIÓN DE CAPITALLA GUERRA ORGANIZA LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL25 Jul 2025 0 Comentarios

La realidad del capital va mucho más allá de las ganancias de unas cuantas empresas, al punto que ho...

DESCUBREN FUNCIONES OCULTAS EN EL ADN QUE MARCAN LA ESENCIA HUMANADESCUBREN FUNCIONES OCULTAS EN EL ADN QUE MARCAN LA ESENCIA HUMANA25 Jul 2025 0 Comentarios

Los residuos o fragmentos virales identificados pueden ser determinantes en la regulación de genes, ...

GAZA: HAMBRUNA DELIBERADAGAZA: HAMBRUNA DELIBERADA25 Jul 2025 0 Comentarios

Sólo el cese de la complicidad occidental puede poner fin al acto de hambruna deliberadaMacron y el ...

REVELAN QUE EL TIPO DE SANGRE INFLUYE EN MENOR O MAYOR RIESGO DE INFARTOREVELAN QUE EL TIPO DE SANGRE INFLUYE EN MENOR O MAYOR RIESGO DE INFARTO25 Jul 2025 0 Comentarios

La genética cuenta, pero nuestras decisiones diarias tambiénEste grupo sanguíneo se asocia con mayor...

PERDER POR NO CONOCER A TU PERDER POR NO CONOCER A TU "ENEMIGO"24 Jul 2025 0 Comentarios

Perder la guerra por no conocer al “enemigo”observatoriocrisis.com Editor del blog Moom of Alab...

DESCUBREN REPTIL CON CRESTA SIMILAR A UNA PLUMA QUE PODRÍA REESCRIBIR HISTORIA DE LOS REPTILESDESCUBREN REPTIL CON CRESTA SIMILAR A UNA PLUMA QUE PODRÍA REESCRIBIR HISTORIA DE LOS REPTILES24 Jul 2025 0 Comentarios

Descubren un «reptil milagroso» con cresta similar a una pluma que vivió antes que los dinosauriosEl...

CARICATURAS DE LA SEMANA26 Jul 2025 0 Comentarios

Recent

LÍNEAS ESTRATÉGICAS EN EL COLAPSO DE LA CIVILIZACIÓN INDUSTRIAL

Entre el límite y el deseo: líneas estratégicas en el colapso de la civilización industrial

Luis González Reyes



Casi nadie ha entendido que la pandemia del covid-19 no tiene nada de evento aislado y excepcional, sino que es un simple momento de un proceso mucho más amplio: el colapso ecosocial.

El gran shock que generó el confinamiento total de la primavera de 2020 va quedando cada día más lejos. Hace ya meses que vivimos una “nueva normalidad” que ni es nueva, ya que sigue poniendo el capital y el crecimiento por delante de la vida, ni desde luego tiene nada de normal. En vez de haber aprovechado la parada en seco de los meses del confinamiento para poner en marcha un cambio de rumbo radical, nuestras sociedades se han aferrado al miedo y al continuismo y, de manera desesperada, luchan porque todo siga igual y cuanto antes se normalice, se regularice, se estabilice.

Empatizamos con el sufrimiento de muchas familias y negocios que están viéndose obligadas a enfrentarse a situaciones de tremenda precariedad debido a las medidas políticas de gobiernos como el del Estado español. Nada más lejos de nuestra intención decir que éstas deberían ser abandonadas o desatendidas. No obstante, es un error mayúsculo no ser capaces de ver que de seguir con la particular manera de vivir, de producir, de consumir, de transportarse, etc. que han generado las sociedades capitalistas industriales, el sufrimiento en un futuro cercano será mucho mayor y afectará probablemente a toda la humanidad.

Nuestro gran problema sigue siendo que, de manera profunda, casi nadie ha entendido que la pandemia del covid-19 no tiene nada de evento aislado y excepcional, sino que es un simple momento de un proceso mucho más amplio: el colapso ecosocial.

Aunque casi todo lo que ha sucedido en los últimos años lo deja claro, nos cuesta ver que la supuesta normalidad (sociedades opulentas, en crecimiento perpetuo y con un acceso garantizado a los combustibles fósiles) que constituyen las sociedades occidentales de la segunda mitad del siglo XX son la verdadera excepcionalidad.

Han sido esas sociedades ricas e irreflexivas las que han dilapidado nuestro patrimonio fósil para poner en marcha una Gran Aceleración que por el camino ha devastado los ecosistemas, modificado el clima, erosionado los suelos, contaminado el agua… Y los incendios masivos, los fenómenos climáticos extremos, las sequías, las crisis económicas y muchas otras cosas que inundan hoy nuestros periódicos no son más que los síntomas de esa gran enfermedad terminal que es el colapso de nuestra civilización. Un colapso que no debemos entender como un fenómeno puntual o unitario, sino como un largo proceso de descomposición que afectará de manera desigual a diferentes países y, dentro de éstos, se cebará mucho más con la población más desprotegida.

Sin entender lo anterior es muy difícil que podamos realmente hacer una política que ponga la vida, la libertad, la igualdad y la estabilidad de Gaia por delante de todo lo demás. Al fin y al cabo, empeñarnos en retornar a una normalidad que nunca lo fue es lo contrario a lo que necesitamos hoy. La estabilidad no volverá, el crecimiento no continuará y nuestro modo de vida está en sus estertores. Nos enfrentamos a límites y a daños generados por nuestras dinámicas de extralimitación que hacen no solo indeseable, sino imposible seguir adelante como si nada ocurriera. Y el nuestro no es un problema técnico. Las y los expertos no serán capaces de dar con una nueva tecnología que lo resuelva todo, ni la burocracia del estado encontrará una política infalible que nos permita seguir adelante con nuestra vida como si nada. El nuestro es un problema global y radicalmente político. Lo que está en juego es nuestra manera de vivir (que necesariamente va a tener que cambiar profundamente), y quienes protagonicemos ese cambio tenemos que ser las personas organizadas de forma colectiva.

Pese a que todos los poderes fácticos se nieguen a reconocerlo, en el futuro cercano nos esperan grandes discontinuidades sociales y metabólicas. La pandemia del covid-19 ya nos ha servido para comprender a qué se pueden parecer esas disrupciones, pero lo peor está aún por llegar. En los próximos años, lustros tal vez, todo apunta a que viviremos escasez de energía que se podrá transformar en desabastecimiento de alimentos, en problemas de acceso a combustible, en paralizaciones industriales, etc. También tendremos que vivir con un clima cada vez más inestable y que, hagamos lo que hagamos, nunca volverá al estado de equilibrio del que todas las sociedades humanas agrícolas habían disfrutado hasta el día de hoy. Olas de calor, sequías, grandes tormentas y huracanes, falta de agua dulce, deshielos… Todo ello ha llegado para quedarse, y para poner en jaque nuestro modelo urbano, nuestro sistema agroalimentario industrial o nuestra gestión del agua.

Frente a todo ello, ¿qué haremos? ¿Seguir adelante como si nada pasara? ¿Mantener vivo a toda a costa un capitalismo industrial suicida? Nuestra obligación es articular una política que navegue entre el límite y el deseo. Aunque parece que ya lo hayamos olvidado, la pasada primavera nos ha enseñado algo: que es posible poner por delante del capital a las personas. Y esa enseñanza es imprescindible si queremos tener alguna oportunidad de colapsar mejor, de garantizar vidas dignas, libres e igualitarias en el nuevo equilibrio al que hemos empujado a Gaia. Pero eso no es suficiente, pues por delante de las personas tenemos que poner a la vida. La vida no es únicamente humana, sino que abarca al resto de especies animales y vegetales. Solo en ese todo, las vidas de cada una de las especies son posibles. Es urgente que vayamos disolviendo nuestro arraigado antropocentrismo para poner en el frontispicio a Gaia como un todo que, como dice Jorge Riechmann, construyamos una poliética que sea capaz de mirar más allá de los muros de la ciudad humana.

Empecemos por lo “fácil”: poner por delante a la vida humana significa, en primer lugar, asumir e interiorizar los límites de Gaia. Comprender que las ilusiones del crecimiento infinito, de la abundancia ilimitada y de la naturaleza como algo inerte son malos marcos para entender lo que nos está pasando: necesitamos una Nueva Cultura de la Tierra.

Pero ese límite es también un límite a nuestro propio hacer, tiene que convertirse en una autolimitación colectiva. Esta es la receta mejor para evitar todo autoritarismo, incluido el que ha acompañado al Estado de Alarma. ¿Somos capaces de hacer de la selección de aquello imprescindible para la vida un ejercicio colectivo y asumido? La frugalidad, la modestia, son valores que tienen que venir a sustituir a la competitividad y la ambición. Vivir mejor con menos, decimos desde el ecologismo social. Al menos con menos energía, con menos consumo, con menos desigualdad, con menos injusticia, con menos destrucción socioecológica.

Poner límites también a quienes nos condenan con su hybris desmedida. Debemos unirnos entre iguales para construir una institucionalidad autónoma que, por un lado, nos libere de la expropiación que las élites nos imponen a través del salario y la gestión. Pero que también fuerce a un reparto de toda la riqueza injustamente acaparada por éstas. Por tanto, desalarizar y construir soberanía alimentaria, energética, tecnológica, política. Cuanto más autonomía tengamos, más capaces seremos de garantizar las necesidades sociales sin depredar y combatir, de autolimitarnos en el seno de Gaia y, al mismo tiempo, mejor nos defenderemos de los inevitables ataques de las élites y de los estados. Por tanto, expropiar, repartir el trabajo y la riqueza, okupar o garantizar un mínimo vital para todas aquellas que lo necesitan son políticas básicas. Alumbrar una fuerza que construya pero que también defienda, poner en marcha un ejercicio de autolimitación colectiva que sea una expresión de libertad y de autonomía social. En este trabajo hemos esbozado una hoja de ruta de cómo se podría hacer esto para la economía española durante la década 2020-2030.

Pero este límite nunca llegará si se presenta como alegato lógico, como conclusión política incuestionable. Nuestra acción tiene que navegar entre el límite y el deseo, pues éste último es el único capaz de activarnos, de movernos. Un deseo que, a su vez, se encontrará en la raíz del conflicto que el escenario que detallamos inevitablemente comporta.

No podemos asumir que el poder, el neoliberalismo, el capitalismo industrial, ha ganado definitivamente la batalla del deseo y ha hecho de nosotras y nosotros seres únicamente capaces de desear aquello que el Estado y el mercado nos ofrecen. No podemos porque una verdadera evaluación del límite nos lo impide pero, sobre todo, porque el ser humano ha demostrado a lo largo de su historia (y en el presente también) que puede vivir dignamente en armonía con la naturaleza. Ese, por tanto, es un horizonte de deseo antropológicamente posible y una realidad para muchas sociedades humanas, como por ejemplo algunos pueblos originarios.

¿Por qué son tan persuasivos los cantos de sirena de nuevas propuestas como el Green New Deal (GND)? Precisamente porque pretenden poder aunar la necesidad de asumir el límite con el deseo generalizado entre las “clases medias” occidentales de que casi nada en nuestro modo de vida cambie. Una solución a todas luces falsa, ya que la realidad es que nuestro deseo de no tener que cambiarnos nos lleva a minusvalorar la profundidad del ejercicio de autolimitación que tenemos por delante, incluso del ejercicio de autolimitación que supondría un GND mínimamente realista. Tal y como exploramos en este trabajo, un GND que se acerque a los recortes de emisiones recomendados por el IPCC (que sabemos que son ecológicamente insuficientes), además de apostar por las renovables tiene que volcarse hacia la agroecología, diezmar el coche privado, restringir fuertemente la aviación internacional (el turismo)… Un auténtico vuelco a la subjetividad neoliberal.

Parece por tanto poco probable que un GND mínimamente realista, que implica profundas transformaciones en nuestro modo de vida, pueda convertirse en una opción parlamentaria de mayorías a corto plazo (ya veremos qué sucede a medio plazo en un escenario tremendamente cambiante como el que estamos viviendo). Menos probable aún es que algún Estado tenga la capacidad o el deseo de hacerlo realidad, pues no en vano dependen para su funcionamiento de los impuestos y los mercados financieros que, a su vez, solo pueden desviar fondos fruto de la reproducción del capital. Y, lo que es más importante, las luchas ecologistas atravesadas por la suficiencia austera y la redistribución parecen lejos de estar en disposición de marcar el ritmo de la articulación social.

Por tanto, la construcción de aterrizajes de emergencia en el colapso tendrá que navegar entre las grietas y las zonas grises del sistema, en el disenso, y asumir que el conflicto es inevitable. En ese camino, no hay solución buena ni única. Nadie tiene una solución infalible. Para que llegue a buen puerto ese aterrizaje, no podemos asumir que la transformación del deseo, y por tanto de los modos de vida, está más allá de la acción política posible o realista. Nuestra obligación es, en cambio, politizar el deseo y conectar con la antigua aspiración de la emancipación social. La nuestra tiene que ser una transformación también antropológica, y por tanto no podemos admitir que el triunfo en ese ámbito del neoliberalismo es irreversible. O, si lo hacemos, tendremos que asumir que el ecocidio seguido de genocidio que generarían los peores escenarios de colapso ecosocial es también inevitable.

Solo si somos capaces de anhelar vivir de otro modo, solo si ponemos al tejido de relaciones sociales densas, al tiempo, al aire, a la naturaleza, al trabajo vivido con sentido, al contacto con la tierra por delante del consumo, del dinero o de la mercancía podremos aterrizar de manera lo menos traumática posible. Necesitamos trabajar por la reconstrucción de eso que Mumford llamaba neolítico y que hoy podemos entender como una forma de vida a la vez comunitaria, sostenible, justa y autónoma. Esa es una batalla clave en el plano del deseo. En el informe que citábamos antes, el único escenario capaz de respetar los límites ecológicos era en el que trabajábamos menos horas en total. De ese tiempo de trabajo, dedicábamos más a labores de cuidados en el hogar y menos al empleo remunerado, tanto si era en el sector público, como si era en el privado. Además, era un escenario en el que surgía un nuevo tipo de trabajo, hoy casi inexistente, que era un trabajo comunitario destinado a satisfacer necesidades básicas. Un tipo de trabajo que, potencialmente, tiene mucho más sentido vital que el asalariado. Desde nuestro punto de vista, un escenario capaz de estimular el deseo de muchas personas.

Ahora mismo, los deseos todavía pivotan mayoritariamente entre continuar como si nada en lo económico, pero siendo conscientes de que los tiempos están cambiando, y una transición ecológica que permita vivir más o menos como ahora, ejemplificada en el discurso público del GND (que no en su hipotética materialización). Los Trump apuestan por la economía fósil, que es sin duda la más productiva, al tiempo que refuerzan las fronteras y los imaginarios de confrontación imprescindibles para mantener su poder en un orden que se resquebraja. Están sabiendo leer nuestro tiempo, en función de sus intereses, mejor de lo que parece. Quienes defienden el GND parten de tener una conciencia, al menos parcial, de la crisis socioecológica, pero hacen promesas imposibles de cumplir y que no están a la altura de los retos ecológicos, que no son solo energéticos, sino mucho más complejos. Despliegan un horizonte de deseo de muy corto recorrido y con una alta potencialidad de generar desencanto.

La gran batalla en el campo del deseo en los próximos años o lustros no va a ser la de si se hace la transición hacia una economía sostenible. Eso va a suceder inevitablemente. La disputa va a ser qué tipo de transición triunfa. Por un lado, la ecofascista o la ecoautoritaria: mantener unos altos estándares de vida de las élites, para lo que abrazarán relatos conservacionistas y de defensa de “lo nuestro”. Ya lo hizo el partido nazi y lo empieza a hacer la ultraderecha europea. El cuento de la criadasería un horizonte de deseo (de las élites) en un territorio estéril fruto del Capitaloceno.

El otro gran horizonte de deseo es el que se conforma con el reparto del trabajo y de la riqueza, la sencillez, la lentitud, el placer derivado de tejidos sociales densos o el encuentro íntimo con la naturaleza. Ese encuentro basado en el conocimiento, en el trabajo y en el amor que de ambos se deriva, como nos enseñan ya los movimientos neorrurales. Es el que permitiría materializar una transformación socioeconómica inspirada por el decrecimiento, la relocalización, la integración en los ciclos naturales (es decir, una economía agroecológica y no industrial), y la distribución de la riqueza y el poder. Este es el horizonte de deseo que ahora mismo se encuentra más escondido, menos articulado y más entrelazado con otros deseos contradictorios, pero que probablemente exista más de lo que pensamos. Es el que impulsa a quienes anhelan prejubilarse o a quienes emplean sus vacaciones en peregrinar. Es el deseo que lleva a muchas a abandonar la ciudad y volver a poner los pies en la tierra. Es el deseo, también, de aquellas que deciden trabajar en clave cooperativa y escapar de las imposiciones absurdas del crecimiento. Éste será el único deseo compatible con algo que podamos considerar vidas buenas cuando las vidas que antes calificábamos de buenas (las del consumismo) ya no sean factibles.

Ese horizonte de deseo es imprescindible hacerlo crecer ahora. De no hacerlo, en su hueco crecerá el deseo ecofascista. Y nada hace crecer más el deseo que ver a otras personas viviendo felices. Necesitamos estimular que amplias capas sociales quieran imitar a quienes trabajan en una cooperativa con condiciones laborales dignas y en trabajos socialmente necesarios, viven en edificios ecológicos diseñados para maximizar las amistades y los apoyos mutuos, o comen fruta sabrosa cogiéndola directamente del árbol que cuidan.

Pero eso no es suficiente. Necesitamos estimular el deseo recuperando nuestra capacidad de soñar con otras economías y sociedades, algo que nos parece hoy casi imposible porque el capitalismo y el estado, al cercenar nuestra autonomía económica y política, también han cortado las alas a nuestra capacidad de imaginar otros mundos. Por eso, para poder soñar alto tenemos que ir materializando a la vez los sueños. Es decir, construir vidas autónomas que nos permitan fantasear con sociedades autónomas y, de paso, posicionarnos mejor para defenderlas cuando llegue el momento de hacerlo.
___________
@luisglezreyes
______________
Fuente:

Entradas que pueden interesarte

Sin comentarios

LO MÁS VISTO

EL CONFLICTO ENTRE LA MAYORÍA GLOBAL Y LA OLIGARQUÍA ESTADOUNIDENSE-EUROPEA

El temor de que otros gobiernos puedan seguir el ejemplo chino ha llevado a los ideólogos del capital financiero de EE. UU. (y de otros países occidentales) a ver a China como una amenaza  Cuando EE. UU. señala a China como un enemigo existencial de Occidente, no es porque sea una amenaza militar, sino porque China ofrece una alternativa económica exitosa al orden mundial neoliberal La realidad es que Estados Unidos se ha convertido en una oligarquía rentista, que es cada vez más hereditaria. MICHAEL HUDSON , profesor de Economía en la Universidad de Missouri, EEUU observatoriocrisis.com 21 julio, 2025 El capitalismo industrial fue revolucionario en su lucha por liberar las economías y los parlamentos de Europa de los privilegios hereditarios y los intereses creados que sobrevivieron del feudalismo. Para hacer que sus manufacturas fueran competitivas en los mercados mundiales, los industriales necesitaban acabar con la renta de la tierra pagada a las aristocracias terratenientes de...

EL IMPERIO DEL MIEDO: GUERRA PERPETUA Y PODER CORPORATIVO

La guerra eterna no es un accidente histórico, sino un diseño funcional. Es un negocio. No hay ganadores sociales con la Guerra Eterna, solo corporaciones  https://rebelion.org/wp-content/uploads/2025/07/guerra-eterna.jpg Por: Lic. Alejandro Marcó del Pont eltabanoeconomista.wordpress.com julio 20, 2025 Desde diversos sectores –analistas, académicos, medios y estrategas– se plantea la inquietante posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, evocando el fantasma de los grandes conflictos del siglo XX. La guerra ha mutado, ya no se limita a trincheras ni invasiones masivas, sino que se manifiesta de manera constante, difusa y estructural. En ese sentido, lo que muchos observadores interpretan como la antesala de un nuevo gran conflicto puede ser, en realidad, una fase más de lo que desde la era de George W. Bush se denominó “guerra perpetua”. Esta idea cobró impulso tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, cuando Estados Unidos redefinió su política exterior en función de enemi...

EL PARO DE LOS ARROCEROS Y EL PROLETARIADO REVOLUCIONARIO

¡No más ruina en el campo!  Condonar las deudas y dar apoyo financiero y técnico a los campesinos pobres y medios. Garantizar la compra de las cosechas a precios justos. Tal apoyo no equivale a renunciar a las conquistas y exigencias del proletariado del sector en materia de alza de salarios, estabilidad laboral, condiciones de trabajo saludables, etc. Imagen: https://img.lalr.co/cms/2025/03/10104711/Paro-arrocero-2-1.jpg?r=16_9 El paro de los campesinos productores de arroz pone de manifiesto la crisis de la agricultura capitalista. Una crisis que hace parte de la crisis de sobreproducción del capitalismo mundial El paro arrocero ocasiona un trastorno general que merece la atención del proletariado revolucionario para examinar las distintas aristas del conflicto y los intereses de las clases involucradas Revolución Obrera julio 24, 2025 El 14 de julio, volvieron los campesinos productores de arroz al paro y los bloqueos, luego de que sus demandas de marzo no fueran resueltas por e...

ENTRADA DESTACADA

EMANCIPACIÓN N° 999

EMANCIPACIÓN N° 999

LEER REVISTA N° 999 DIRECTAMENTE Leer en Línea:  https://n9.cl/pz0ftc DESCARGAR Y COMPARTIR Descarg…

Biblioteca Emancipación

  • Libro N° 6790. Nuevas Pistas de la Economía Mundial. Observatorio Económico Latinoamericano. Alai.

     © Libro N° 6790. Nuevas Pistas de la Economía Mundial. Observatorio...
    Jul - 25 - 2025 | 0 comentarios | Más
  • Libro N° 6789. El Libro De La Ley. Crowley, Aleister.

     © Libro N° 6789. El Libro De La Ley. Crowley, Aleister. Emancipación....
    Jul - 25 - 2025 | 0 comentarios | Más
  • Libro N° 6788. Línea De Sombra. El No Sujeto De Lo Político. Moreiras, Alberto.

     © Libro N° 6788. Línea De Sombra. El No Sujeto De Lo Político. Moreiras,...
    Jul - 25 - 2025 | 0 comentarios | Más