El espionaje ilegal es una política estatal orquestada por las clases dominantes para reprimir la rebeldía popular
Ni “manzanas podridas” ni súplicas al Estado terrorista de los ricos, que es una máquina de opresión hoy en manos de la mafia uribista usada para reprimir a todo aquel que se oponga a sus planes de expansión de la megaminería, concentración de tierras para monocultivos y ganadería extensiva o aumento de zonas para cultivo y tráfico de estupefacientes...
El espionaje ilegal es una política estatal orquestada por las clases dominantes para reprimir la rebeldía popular, pero además, hace parte de la forma en que los reaccionarios resuelven sus contradicciones interburguesas
El portal digital Semana publicó una investigación en la cual deja al descubierto lo que las masas populares ya saben: por medio de las fuerzas armadas el Estado de los ricos, hoy bajo la administración del régimen terrorista de Uribe-Duque, ejecuta el terrorismo en contra de periodistas que incomodan al establecimiento con sus investigaciones y denuncias, políticos de oposición y líderes populares.
Según denuncia Semana en su artículo, la salida del Ejército del general Nicacio Martínez tuvo que ver con toda una estrategia de espionaje ilegal más conocido como “chuzadas”. La salida de dicho general se dio a finales del año pasado y en su lugar fue nombrado el también carnicero general Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda.
El espionaje ilegal es una política estatal orquestada por las clases dominantes para reprimir la rebeldía popular, pero además, hace parte de la forma en que los reaccionarios resuelven sus contradicciones interburguesas y que en este caso compromete seriamente al partido de gobierno Centro Democrático. Los altos mandos militares, ordenaban a los técnicos usar diferentes equipos para espiar reconocidos periodistas, políticos y líderes sociales, en operaciones que denominaban “trabajos especiales”, los cuales los realizaban dentro de instalaciones militares para evitar allanamientos o intrusión de los medios de comunicación.
Es tan importante este trabajo de espionaje para el régimen, que no escatimaron gastos a la hora de invertir $3.000 millones para adquirir una plataforma tecnológica llamada “Hombre Invisible” altamente intrusiva en computadores, celulares o aplicaciones de mensajería. También invirtieron en la compra de equipos portátiles que simulan ser antenas telefónicas y permiten interceptar llamadas.
Los editores del portal digital Semana, claman al Estado de los ricos y organismos de inteligencia que “respeten los protocolos, se ajusten a la ley y se cobijen en la Constitución” para ellos el problema es de “algunas manzanas podridas” que no combaten sino que, cometen crímenes, coincidiendo así con el presidente títere Duque quién hipócritamente afirma que de haber “manzanas podridas” dentro de la institución serán sancionados y denunciados, como si él mismo no hiciera parte activa de estos planes criminales.
Semana y el régimen uribista coinciden porque ambos son defensores de la democracia burguesa, sin embargo, entre burgueses también hay contradicciones, intrigas y persecuciones, cada medio de comunicación oficial representa a un sector de la burguesía y, nada de raro tiene que entre ellos se espíen. Si bien su defensa de la democracia burguesa los une, las contradicciones políticas, ideológicas y políticas los separan, asunto que para el proletariado resulta favorable, pues la división entre burgueses los debilita, de ahí la importancia de que la clase obrera actúe como una sola en el combate contra burgueses, terratenientes e imperialistas.
Ni “manzanas podridas” ni súplicas al Estado terrorista de los ricos, que es una máquina de opresión hoy en manos de la mafia uribista usada para reprimir a todo aquel que se oponga a sus planes de expansión de la megaminería, concentración de tierras para monocultivos y ganadería extensiva o aumento de zonas para cultivo y tráfico de estupefacientes. El ejército con sus brazos de inteligencia y contrainteligencia, es parte integrante del pilar central sobre el que descansa el Estado de dictadura de los ricos, por lo que las clases dominantes no escatiman gastos a la hora de invertir en planes de espionaje que les permitan controlar temporal y relativamente a la oposición. Estos planes terroristas son usados para aniquilar a los líderes del pueblo, pues hacen parte del empadronamiento, seguimiento y control realizado por los organismos de seguridad del Estado que usa fuerzas militares y paramilitares para asesinarlos y amedrentarlos.
Este podrido Estado asesino no merece un día más de vida. Las masas populares no deben confiar en ninguna de sus instituciones que serán demolidas con la fuerza de la revolución proletaria. Ninguna de ellas está al servicio del pueblo sino que por el contrario, están para mantener el sistema capitalista que garantiza privilegios a burgueses y terratenientes. Por ello deben ser destruidas junto con el Estado de los ricos por medio de la violencia revolucionaria de las masas pobres del país, como parte del cambio profundo que deben hacer las propias masas obreras y campesinas materializado en la revolución socialista que erija el estado de obreros y campesinos donde sea el pueblo en armas el que defienda su propio Estado de todo tipo de amenazas internas y externas.
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