La Cumbre del Clima fracasó en su objetivo de reducir las emisiones
1. Sin acuerdo global para frenar la crisis climática
Ni siquiera la prórroga de casi dos días que solicitó la ministra del gobierno de Chile, Carolina Smith, que ejercía la presidencia del cónclave, permitió que se llegara a un acuerdo sobre el cierre de la cumbre.
Agustín Fontenla
Desde Madrid
La Cumbre del Clima COP25 finalizó con una declaración de intenciones que pretende ocultar su fracaso, y el desacuerdo profundo entre diversos países sobre cómo abordar la emergencia climática. Ni siquiera la prórroga de casi dos días que solicitó la ministra del gobierno de Chile, Carolina Smith, que ejercía la presidencia del cónclave, permitió que se llegara a un acuerdo sobre el cierre de la cumbre.
El documento final solo “anima” a los países a presentar planes más ambiciosos para frenar el calentamiento global durante el año 2020, como una forma de llegar a la próxima COP26 de Glasgow con algún avance en relación a este 2019. La principal razón de la falta de acuerdo ha sido la negativa de una serie de países para comprometerse a presentar programas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque, también, la conducción de los funcionarios chilenos, ha sido blanco de numerosas críticas.
84 países han acordado a presentar programas con políticas más agresivas para reducir el cambio climático. Sin embargo, entre ellos no figuran Estados Unidos, China, India y Rusia, que generan el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo. La contracara de ese rechazo, la encabezó la Unión Europea que, además de aceptar el reto, presentó días atrás un Green New Deal para transformar al continente europeo en el primer espacio con una economía descarbonizada. En el fondo de este enfrentamiento se encuentra el argumento de determinadas naciones que rechazan aplicar ciertas regulaciones climática porque, aseguran, afectaría sus planes de desarrollo económico.
“La comunidad internacional perdió una oportunidad importante para mostrar mayor ambición”, afirmó el secretario general de la ONU, António Guterres sobre el final de la cumbre. El funcionario portugués no ocultó su decepción aunque desde el primer día había mostrado preocupación por las divergencias que existían con algunos países para abordar la crisis climática.
La predisposición del gobierno español, como accidentado receptor de la COP25, y la presión social liderada por la activista Greta Thunberg, habían traído cierto optimismo sobre un posible acuerdo para reducir el calentamiento global. Sin embargo, la joven sueca regresó este sábado a su casa, mientras la ministra Smith solicitaba una prórroga ante el inminente fracaso de la reunión.
En efecto, las últimas 24 horas de negociaciones se produjeron bajo el liderazgo de la ministra española de Transición Ecológica, Teresa Ribera, por propia iniciativa de la funcionaria del gobierno chileno. Esta semana, la directora de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, había declarado que la presidencia chilena estaba “fracasando” en el trabajo de proteger la “integridad del Acuerdo de París y no permitir que la codicia y el cinismo” lo destruyeran.
Uno de los puntos más intrincados de las negociaciones ha sido el artículo 6 del Acuerdo de París sobre el mercado de emisiones de gases de efecto invernadero, que debería entrar en vigor en 2020. El acuerdo se ha encallado en la regulación de ese sistema, a través del cuçales países y empresas pueden adquirir créditos a otras naciones en el caso de que excedieran el límite de gases que se hubieran fijado.
Con este panorama, las expectativas de lograr una reducción del calentamiento global para los próximos años se han disuelto, y todo apunta a que se llegará a la COP26 de Glasgow con un nuevo récord de temperaturas, superior al 1,1 grados centígrados por encima del periodo preindustrial que registró Naciones Unidas para el año que se acaba.
El único dato positivo de la COP25 Chile-Madrid ha sido la movilización social que protagonizaron los jóvenes. Al margen de lo que pueda acordarse (o no) a nivel global, las nuevas generaciones advirtieron en Madrid que su acción en la calle seguirá adelante con el objetivo de presionar a los gobierno nacionales. A su vez, el corrimiento que se planteó Thunberg para desactivar la presión política y mediática que sufría, ha puesto en escena a un centenar de jóvenes de diversos países con conocimiento y voluntad suficiente para no dejar la emergencia climática en manos de los negacionistas y de las grandes empresas.
Fuente:
https://www.pagina12.com.ar/236722-sin-acuerdo-global-para-frenar-la-crisis-climatica
Fuente:
https://www.pagina12.com.ar/236722-sin-acuerdo-global-para-frenar-la-crisis-climatica
2. COP25: fracaso catastrófico
De decepcionante calificó el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, la declaración final conseguida a rajatabla y con dos días de retraso en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU de Cambio Climático (COP25), que se llevó a cabo en Madrid, tras casi dos semanas de negociaciones entre representantes de 196 países.
Ante las alarmantes previsiones de la comunidad científica internacional, según las cuales se ha acelerado de manera súbita el calentamiento global producido por los gases de efecto invernadero (GEI) emanados por la industria, el transporte, los servicios, el comercio, la agricultura y los usos domésticos, los funcionarios reunidos en la capital española no lograron siquiera acordar medidas concretas para asegurar el cumplimiento del Acuerdo de París (2015), en cuyos términos todas las partes deben limitar sus emisiones de GEI a fin de impedir que la temperatura planetaria ascienda más de 1.5 grados centígrados. Según cálculos de la ONU, los programas actuales de contención o reducción de GEI llevarían ese incremento a 3.2 grados, lo que se considera una catástrofe ambiental en toda la línea.
Por otra parte, el documento surgido de la reunión omitió toda referencia a los mercados de dióxido de carbono, el mecanismo por el cual estados y empresas intercambian sus cuotas de emisión de ese gas y que puede facilitar el cumplimiento de las metas mínimas establecidas en 1997 en Kyoto, Japón. Asimismo, los firmantes se abstuvieron de incluir en el texto los apartados sobre derechos de los pueblos indígenas y la inclusión de una agenda de género, puntos que fueron defendidos por la delegación mexicana. En realidad, la única sustancia de la declaración de Madrid fue alentar a los gobiernos a que presenten planes más ambiciosos de reducción de emisiones en la reunión 26 de la COP, programada para noviembre en Glasgow, Escocia; apenas algo más que humo.
Ciertamente, 84 países, entre ellos el nuestro, se comprometieron a presentar programas más enérgicos de reducción de GEI para el próximo encuentro, pero entre ellos no se encuentran China, Estados Unidos, India ni Rusia, responsables en conjunto de más de la mitad de los GEI que se producen en el mundo; tampoco están Japón, Brasil y Arabia Saudita, que son grandes contaminadores planetarios.
A lo que puede verse, sólo una inclusión intensiva del problema ambiental en los temarios políticos de los países (especialmente, los mencionados) puede conseguir un cambio sustancial en la indolente e irresponsable actitud de gobiernos que se niegan a admitir las evidencias científicas sobre el cambio climático –Donald Trump, por ejemplo, ha manifestado que el calentamiento global es un invento de China para ganarle la carrera comercial a Estados Unidos– y a medidas drásticas de reducción de emisiones de GEI.
Ciertamente, una atenuación significativa de los impactos ambientales generados por las actividades económicas obliga a realizar grandes inversiones y a prescindir de negocios tan lucrativos como contaminantes. Pero salta a la vista que eso es preferible a desencadenar fenómenos que lleven al mundo a un desastre tras el cual no quede nada que salvar ni negocios por realizar.
Fuente: