Descubren el secreto de los agujeros negros supermasivos
Se forman rápidamente porque dos discos de gas giran en su interior en sentidos opuestos
Los astrónomos han descubierto por qué los agujeros negros supermasivos crecieron rápidamente en el universo primitivo: dos discos de gas giran en su interior en sentidos opuestos y esta inestabilidad acelera su formación.
Primera imagen real de la historia de un agujero negro supermasivo ubicado en el centro de la galaxia M87 presentado el 10 de abril de 2019 por el consorcio internacional Telescopio del Horizonte de Sucesos. EHT.
Los astrónomos han descubierto la posible explicación de por qué los agujeros negros supermasivos crecieron rápidamente en el universo temprano.
Lo consiguieron estudiando la densa nube de polvo y gas con forma de donut que rodea a un agujero negro supermasivo oculto en una galaxia conocida como NGC 1068.
Los astrónomos se valieron del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) para estudiar por primera vez con el máximo detalle esta nube misteriosa.
“Gracias a la espectacular resolución de ALMA, pudimos determinar el movimiento del gas en las órbitas internas alrededor del agujero negro”, explica Violette Impellizzeri, autora principal de un artículo publicado al respecto en la revista The Astrophysical Journal. “Para nuestra sorpresa, encontramos dos discos de gas que giran en sentidos opuestos”, añade.
Los agujeros negros supermasivos ya existían cuando el Universo era joven, tan solo 1.000 millones de años después del Big Bang.
Lo que no acaban de entender los astrónomos es cómo estos objetos tan peculiares, con masas que superan en miles de millones de veces la masa de nuestro Sol, tuvieron tiempo para crecer tanto.
El nuevo hallazgo hecho con ALMA podría darles una pista. “Los flujos de gas que giran en sentidos contrarios son inestables, y eso significa que las nubes fluyen hacia el agujero negro más rápido que en los discos que giran en un solo sentido”, añade Impellizzeri. “Eso podría explicar por qué un agujero negro crece tan rápido”.
A 47 millones de años luz
NGC 1068 (también conocida como Messier 77) es una galaxia espiral situada a unos 47 millones de años luz de la Tierra, en dirección de la constelación de Cetus.
En su centro hay un núcleo galáctico activo, un agujero negro supermasivo que se está alimentando a partir de un delgado disco giratorio de polvo y gas, conocido como disco de acreción.
En observaciones anteriores de ALMA se había revelado que el agujero negro está tragando material y escupiendo gas a una velocidad increíble. Es posible que el gas expulsado del disco de acreción contribuya a mantener la zona que rodea el agujero negro oculta a la vista de los telescopios ópticos.
Impellizzeri y su equipo usaron la extraordinaria capacidad de zoom de ALMA para observar el gas molecular que rodea el agujero negro y, para su sorpresa, encontraron dos discos de gas que giran en sentidos opuestos.
El disco interno tiene se extiende por unos 2 a 4 años luz y sigue la rotación de la galaxia, mientras que el externo (también conocido como toroide), abarca entre 4 y 22 años luz y gira en sentido contrario.
“No esperábamos ver esto, porque el gas que fluye hacia un agujero negro normalmente gira a su alrededor en un solo sentido”, comenta Impellizzeri. “Algo debe de haber alterado el flujo, porque es imposible que parte del disco haya empezado a girar al revés por sí solo”.
Nada raro
La rotación contraria no es un fenómeno tan raro en el espacio. “Es un fenómeno que se observa en las galaxias, generalmente a miles de años luz del centro galáctico”, explica Jack Gallimore, coautor del artículo.
“La rotación contraria siempre es el resultado de una colisión o interacción entre dos galaxias. Lo notorio de este hallazgo es que se observa a escala mucho menor, a decenas de años luz del agujero negro central, en vez de miles de años luz”.
Los astrónomos creen que el flujo reverso de NGC 1068 puede ser el resultado de nubes de gas expulsadas de la galaxia huésped, o bien de una pequeña galaxia en órbita contraria que, a su paso, capturó el disco. Por el momento, el disco externo parece describir una órbita estable alrededor del disco interno.
“Eso cambiará cuando el disco externo empiece a fluir hacia el disco interno, cosa que podría pasar al cabo de algunas órbitas o de unos cientos de miles de años. Los flujos de gas giratorios entrarán en colisión y se volverán inestables, y los discos probablemente colapsarán en un evento luminoso a medida que el gas molecular caiga dentro del agujero negro. Desafortunadamente, ya no estaremos aquí para presenciar ese espectáculo pirotécnico”, concluye Gallimore.
Referencia
Counter-rotation and High-velocity Outflow in the Parsec-scale Molecular Torus of NGC 1068. C. M. Violette Impellizzeri et al. The Astrophysical Journal Letters, Volume 884, Number 2. DOI:https://doi.org/10.3847/2041-8213/ab3c64
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