Del pago de los hoteles, el gobierno de Colombia se estaba encargando de las facturas de unos y ACNUR, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, de otros, incluidos los hoteles Hampton Inn y el Villa Antigua, en Villa del Rosario. A la gente de Guaidó, le correspondía el pago de los hoteles Ácora y Vasconia.
La red Atlas (Atlas Economic Research Foundation), la internacional del capitalismo ultramontano que funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, think tanks y sociedades unidos entre sí por hilos poco detectables , que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EEUU.
El Gobierno de Colombia no solo está molesto y se siente estafado en su condición de “aliado” de la oposición venezolana, por los dolosos manejos de la gente de Guaidó sino, además, porque jamás le comunicaron sobre los diálogos que se desarrollaron en Oslo con representantes del gobierno. Hace un mes Guaidó y López supieron del entramado corrupto de sus emisarios en Cúcuta: hasta ahora no se dieron por enterados.
Mientras, Guaidó, Duque, Piñera y Almagro sacaban el saldo de un concierto que no recaudó casi nada (fue una estafa desde todos los puntos de vista) y se preparaban para farsa de la entrada de la “ayuda humanitaria” a Venezuela del día siguiente, Vilca Fernández, José Manuel Olivares y Gaby Arellano preparaban a sus grupos de choque. El espectáculo cambió de un día al otro: del jolgorio, los selfies y la euforia, se pasó a los grupos de choque, los cócteles molotov, la violencia, la farsa.



































