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AMÉRICA LATINA Y LA NUEVA DINÁMICA DEL SISTEMA MUNDIAL

*Monica Bruckmann 

Imagen: pressenza.com/

El sistema mundial contemporáneo vive cambios profundos marcados por el des-plazamiento de sus centros económicos más dinámicos, desde Europa y los Estados Unidos de América (EUA) hacia Asia. Estos cambios representan no sólo nuevas tendencias de la lógica de acumulación de la economía mun-dial, sino también profundas restructuraciones geopolíticas y territoriales. 

Desde el 2015, según el informe del Fondo Mo-netario Internacional, el ranking mundial de economías medidas por su Producto Interno Bruto indica que China desplaza a EUA, ocu-pando el primer lugar con un PIB de 18.979 mil millones de dólares por poder paritario de compra (PPP). A la economía china le sigue EUA, India, Japón, Alemania, Rusia, Brasil, In-donesia, Reino Unido y Francia en décimo lu-gar. Es decir, de las diez mayores economías del mundo, cinco pertenecen a los BRICS más Indonesia. 

Según los análisis prospectivo del PwC, en 2030 la economía China continuará en primer lugar y la economía estadounidense en segun-do, pero representando apenas dos tercios de la economía China. Según la misma fuente, estos cambios se acentuarán hacia el 2050, cuando ocho de las diez mayores economías del mundo pertenecerán a países del sur, in-cluyendo un país africano. China continuará en primer lugar, India pasará al segundo lugar, desplazando a EUA al tercer lugar, seguido de Indonesia, Brasil, México, Japón, Rusia, Nigeria y Alemania. 

Esto cambios fundamentales en la dinámica de la economía mundial se expresan también claramente en la reconfiguración del sistema financiero internacional, impactado por las fuertes reservas del Banco Asiático, que inicia operaciones con un capital de 200 mil millones de dólares y del Banco de Desarrollo de los BRICS, con un capital inicial de 100 mil millones de dólares y un capital similar para inversiones directas. 

Este proceso viene acompañado de nuevas tendencias en la producción científica y tec-nológica que muestran un desplazamiento de la producción en Ciencia y Tecnología (C&T) a nivel mundial hacia el sudeste Asiático, principalmente China. Según los principales indicadores del sector de C&T, este proceso está en curso. En 2012, el 23.4% de los graduados en ciencias exactas e ingenierías a nivel mun-dial obtuvo su grado en China, mientras que 23% lo hacía en India, frente a apenas 9,2% graduados en EUA y 11.5% en Europa. Es de-cir, casi la mitad de los científicos e ingenie-ros del mundo se están formando en China e India. Además, China está abrigando grupos de investigación científica en tecnologías de punta, de alto contenido estratégico, como es el caso del grupo de científicos de la Academia China de Ciencias que estudia el Grafeno, un nuevo material con características de superconductor que tiene el potencial de revolucionar el mercado energético mundial y varias otras ramas de la industria de alto contenido tecnológico. 

Para citar algunos otros ejemplos, China tiene ya el segundo acelerador de partículas de alta energía, que hasta hace poco tiempo apenas Europa había conseguido desarrollar en el La-boratorio Europeo de Física de Partículas-CERN (Ginebra), después de 70 años de intenso tra-bajo de colaboración científica internacional desde la pos guerra. En relación al número de súper computadores, Estados Unidos tenía, en 2015, 199 unidades y China 109, pero en 2016, EUA bajó a 165 y China alcanzó 167 sú-per computadores1. Es decir, desde 2016, la mayor concentración de supercomputadores, y de ellos los dos más veloces del mundo, está en China. 

Es claro que los BRICS, con participación ac-tiva o no de Brasil, están y continuarán ju-gando un rol fundamental que tiene el poten-cial de redefinir también la dinámica de las relaciones Sur-Sur. En este sentido, es fun-damental retomar el “Espíritu de Bandung” y los diez principios de coexistencia pacífica como inspiración y estrategia de nuevas for-mas de relación en el sistema internacional, basados en la soberanía de los pueblos y una agenda de paz. 

La reconfiguración del continente Euro -asiá-tico está en pleno desarrollo, a través de la iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda (One belt one road-OBOR) lanzada en setiem-bre del 2013 a partir de una alianza estra-tégica Sino-Rusa, que está desplegando im-portantes proyectos de infraestructura para dinamizar el comercio entre Asia y Europa con gran capacidad de redefinir el futuro del sistema mundial como proceso económico, político y cultural. 

El fin del ciclo del fracking y la economía de EUA 

El ciclo de producción de hidrocarburos no convencionales a través de la técnica del frac-cionamiento hidráulico que Estados Unidos desarrolló como estrategia de independencia energética asociado a una recuperación de su economía, ha llegado a su fin. Si el fracking era estimulado por un precio internacional del barril del petróleo superior a los US$100, debajo de US$40 era simplemente inviable. Desde fines del 2015, prácticamente no hubo nuevas perforaciones de pozos con esta tec-nología. La caída del precio internacional del petróleo a niveles próximos a US$30 desesti-muló y paralizó esta industria. Lo que se hizo fue iniciar procesos de refraccionamiento de pozos en desuso para obtener una producción remanente, aprovechando la inversión en ca-pacidad instalada. Esto amplió la devastación ambiental y social que esta técnica provoca y no pudo revertir el proceso de caída de la economía del fracking. Durante el primer tri-mestre de 2016, las principales empresas del sector anunciaban su falencia económica y, en algunos casos, su reconversión. 

La intervención de la OPEP para administrar el precio internacional del petróleo y los acuer-dos de la última reunión de junio de 2018, muestran pocas condiciones de recuperación de la industria del fracking. La recuperación paulatina del precio internacional del petró-leo durante los últimos meses es insuficien-te para redinamizar esta industria, que tuvo su mejor momento con el precio del barril del petróleo superior a 100 dólares america-nos. Todos los datos evidencian que el ciclo del fracking terminó y, sin embargo, aún se mantiene, con mucho esfuerzo mediático, la expectativa de crecimiento económico de EUA asociado a esta industria. 

Es importante señalar que, durante todo el período de “autosuficiencia energética” Esta-dos Unidos no sólo no dejó de importar hidrocarburos, sino que amplió sus importaciones beneficiado por el bajo precio del petróleo en el mercado mundial. Esto significa que du-rante todo el período de auge del fracking, Estados Unidos amplió considerablemente su reserva estratégica de petróleo, hecho que en términos geopolíticos tiene un peso relevante. 

Esta guerra de expectativas generada por el fracking permitió articular una nueva ofensiva política para desestabilizar los gobiernos de la región que, en alguna medida, se propusieron una gestión soberana de sus recursos natura-les. No es por casualidad que, en marzo de 2015, el presidente Obama declara que Ve-nezuela, país que detenta la primera reserva mundial de petróleo a nivel mundial, es una “amenaza inusual y extraordinaria” a su segu-ridad nacional, creando condiciones para una intervención militar en ese país. Tampoco es aleatorio el hecho de que la crisis política brasileña haya comenzado exactamente en la Petrobrás y que uno de los primeros decretos que la derecha brasileña, que articuló y con-dujo el golpe de Estado parlamentario en este país, propusiera la suspensión del régimen jurídico que otorga a la Petrobrás la gestión exclusiva de las reservas de petróleo en el off shore brasileño (presal, como se le llama en Brasil) que, como se sabe, podrían colocar a Brasil como uno de los principales productores de petróleo a nivel mundial. Durante los úl-timos meses, se puso en práctica una entrega acelerada de los lotes de petróleo del presal a empresas transnacionales, principalmente de capital estadounidense, así como una política articulada de desestructuración de la empre-sa estatal Petrobrás, desindustrialización del sector que convirtió a Brasil en un importador de diésel, con graves consecuencias económi-cas para el país. 

Frente a la inminencia de un nuevo periodo de recesión, Estados Unidos intenta reactivar su industria militar a través de una sistemáti-ca presión para validar el acuerdo de la OTAN que establece una inversión del 2% del PIB, de los países miembros, en gasto militar. Ningún país de la UE llega a este nivel. Son dos los argumentos usados para este fin: la conocida guerra contra el “terrorismo” y la reciente-mente acuñada “amenaza rusa”. Queda claro que EUA no puede financiar ningún nuevo frente de guerra sin ayuda de sus aliados y socios, que también atraviesan por una crisis económica profunda. El gasto militar mundial expresa estos cambios: EUA, que durante la primera década del siglo XXI tuvo 50% de gas-to militar mundial, ha disminuido considera-blemente su participación mundial: en 2017 representa apenas 35%, seguido de China con 13% del gasto militar mundial y Rusia en ter-cer lugar con 3.8%, según información del SI-PRI (Military Expenditure database, 2 de mayo de 2018). 

De otro lado, Trump expresa la tendencia a disminuir el comercio mundial a través del proteccionismo económico, mientras que la victoria de los grupos conservadores en Améri-ca Latina, y Brasil en particular, apuntan hacia una búsqueda de ampliación de comercio con Estados Unidos y Europa a partir de la expor-tación de materias primas. Las expectativas de los reaccionarios de la periferia entran en choque con las tendencias y expectativas de los reaccionarios del centro. 

La coyuntura latinoamericana 

A un ciclo de expansión de la participación so-cial en proyectos políticos populares, de am-pliación del gasto público en políticas sociales (aun cuando no se avanzó en cambios econó-micos estructurales) y de importantes avances en los procesos de integración regional, ame-naza imponerse un periodo de reinstauración conservadora en el continente. 

El regreso a rupturas del estado de derecho y desprecio por el voto popular ya no se da por la vía de los golpes militares, sino a través del uso de representaciones parlamentarias articuladas a poderosas campañas mediáticas desplegadas por los monopolios comunicacio-nales. De otro lado, se despliega un boicot sistemático a los proyectos de integración re-gional y a sus diversos intentos de elaboración estratégica, para retornar una política de rea-lineamiento con la visión hegemónica de Esta-dos Unidos. Se utiliza el concepto de “autonomía” para suprimir el dominio democrático a instituciones absurdamente poderosas, como los Bancos Centrales, cuyos técnicos pretenden estar por encima de cualquier política pública sujeta a control democrático. 

Asistimos a un amplio despliegue de acciones sistemáticas de las clases dominantes y los centros hegemónicos del poder mundial para inviabilizar e impedir la consolidación de los avances democráticos en la región. La ofensi-va antidemocrática iniciada con el fallido gol-pe de Estado contra el gobierno constitucional de Hugo Chávez en Venezuela (11 de abril de 2002), encuentra su auge en el nuevo ciclo de restauración conservadora que se inicia a fines de 2015. 

Frente a la expansión de los gobiernos popu-lares del siglo XXI, los representantes del gran capital se han volcado a una acción sistemá-tica con el objetivo de restaurar el proyecto neoliberal. Los argumentos y mecanismos uti-lizados parecen ser: El convencimiento de que la hegemonía de Estados Unidos sobre el Sistema mundial es, y debe ser, mantenida ante la expansión eco-nómica, política e ideológica originada en las regiones consideradas periféricas. Esta nega-ción sistemática de los hechos conduce a la idea de la restauración de la hegemonía esta-dounidense como principio ideológico. 

El intento de preservar el rol determinante del llamado “libre mercado” apoyado en la idea del intercambio entre productores pri-vados organizados por la mano invisible del mercado. Esta visión ignora el papel funda-mental de los monopolios privados y de la in-tervención estatal como los organizadores de un mercado mundial que determina cada vez más los mercados nacionales y locales. 

En tercer lugar, frente a los cambios de correla-ción de fuerza y de las estrategias geopolíticas de alcance regional que se desdoblan cada vez más en estrategias mundiales, el centro del sis-tema intenta garantizar su hegemonía a través de acciones militares, actos de fuerza y control ideológico que tiene un alto costo económico, financiero y humano. 

Finalmente, al ignorar los intereses de vastos sectores de la población afectados por estas políticas y despreciar su capacidad de reac-ción, se configura una visión del mundo y un sistema irracional que pone en riesgo la sobre-vivencia de la humanidad, sea a través de la creciente militarización y las guerras perma-nentes, sea a través de una capacidad colosal de destruir el medio ambiente y el planeta. 

La disputa global por recursos naturales y la recolonización del mundo 

La expansión de la demanda de recursos natu-rales a nivel mundial profundiza estas contra-dicciones. La disputa por el acceso, gestión y apropiación de recursos naturales estratégicos se convierte en un elemento central de la acu-mulación capitalista que privatiza y financie-riza la naturaleza. La visión estratégica de Estados Unidos, que establece que el acceso y gestión de recursos naturales es una “cuestión de seguridad nacional” que garantiza “la salud de su economía y de su población”, ha sido capaz de articular una estrategia multidimen-sional de apropiación de recursos naturales a nivel global, en la medida en que las princi-pales reservas de los mismos se encuentran fundamentalmente fuera de su territorio con-tinental y de ultramar. A partir de esta visión, EUA ha desplegado un conjunto de políticas de recolonización de los territorios y los países que detentan estos recursos. 

La complejidad de la coyuntura mundial y re-gional y los cambios en las tendencias y escenarios futuros posibles y probables exigen un gran esfuerzo de análisis y un nuevo proceso de acumulación de las fuerzas progresistas para retomar el camino de la integración re-gional y la recuperación de la soberanía de los pueblos y los gobiernos. El reciente triunfo de Manuel López Obrador en México puede ser el inicio de este nuevo ciclo.
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1 Fuente: Ranking top 500-National Laboratory of Berkeley, Tennessee, Prometheus. 

Revista América Latina en Movimiento. Edición digital 534. Año 42, 2da época. Julio de 2018
______________
*Monica Bruckmann es profesora del Departa-mento de Ciencia Política y del Programa de Posgrado en Historia Comparada de la Univer-sidad Federal de Río de Janeiro-UFRJ; Presi-denta de ALAI. 

Fuente:2 534 jul/2018 
 https://www.alainet.org/sites/default/files/alai_534w.pdf

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