Los girasoles ciegos
Alberto Méndez
“Superar exige asumir, no pasar página o echar en el olvido. En el caso de una tragedia requiere, inexcusablemente, la labor del duelo, que es del todo independiente de que haya o no reconciliación y perdón. En España no se ha cumplido con el duelo, que es, entre otras cosas, el reconocimiento público de que algo es trágico y, sobre todo, de que es irreparable. Por el contrario, se festeja una vez y otra, en la relativanormalidad adquirida, la confusión entre el que algo sea ya materia de historia y el que no lo sea aún, y en cierto modo para siempre, de vida y ausencia de vida. El duelo no es ni siquiera cuestión de recuerdo: no corresponde al momento en que uno recuerda a un muerto, un recuerdo que puede ser doloroso o consolador, sino a aquel en que se patentiza su ausencia definitiva. Es hacer nuestra la existencia de un vacío.”
Carlos Piera, «Introducción» a Tomás Segòvia: En los ojos del día:antología poética
INDICE
Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir
Segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido
Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos
Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos
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LOS GIRASOLES CIEGOS – Alberto Méndez
He de decir que por primera vez en mucho tiempo, algunos pasajes de un libro han llegado a angustiarme. Y eso está bien, porque sea para bien o para mal, cuando un libro alcanza ese nivel de impacto es que es algo relevante.
Las cuatro historias están relacionadas dos a dos por un fino hilo, pero que al final pone de manifiesto como la brutalidad de la guerra y sus catastróficas consecuencias llegan a todos los puntos de la sociedad, con una capilaridad total.
La primera historia cuenta cómo un soldado nacional cambia de bando cuando sabe que se va a rendir el enemigo, para ser un perdedor. Le avergüenza ser un ganador en esa guerra. La segunda historia, la más brutal desde mi punto de vista y en la que tuve que dejar de leer, cuenta la historia de un hombre y su hijo recién nacido, que escapan al perder la guerra. Angustiosa. En la tercera, un preso se inventa una historia sobre el hijo del mando que lo interroga, para que este lo mantenga con vida, y la mentira crece y crece hasta que explota. Por último, el libro se cierra con la narración sobre la vida de una familia en Madrid, después de la guerra, en la que el marido y padre vive escondido. Un cura que intenta acercarse a la madre, acaba provocando una tragedia.
Resumiendo, un libro corto, pero intenso y si esto se puede decir de un libro, triste y angustioso.
La victoria en la guerra sólo se consigue cuando se hace ganar también a los vencidos. (Manuel Fraga Iribarne)