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LA CORRUPCION
NOS CARCOME
AGUSTÍN ANGARITA LEZAMA
Es un lugar común,
hablar de combatir la corrupción. Es un discurso desde el que se hacen grandes
promesas, pero que en la práctica los hechos son tan escasos, que la corrupción
sigue su curso, rampante, ascendente y sin reparos. Esto no quiere decir que la
corrupción deba continuar su camino y que lo único que se pueda hacer es
encogerse de hombros. No, de ninguna manera.
La corrupción le
repartió dinero a manos llenas a los hacendados poderosos, y para tapar el sol
con un dedo, también a centenares de campesinos pobres. ¿Y, entonces, cuál fue
el problema? Que si sumamos el dinero entregado a centenares de miles de
trabajadores del campo, y lo comparamos con la cantidad entregada a unas pocas
familias poderosas que laboran el agro, nos damos cuenta que se les dieron
mucho a poquitos y poquito a muchos. La función del Estado no es ayudar a los
que no necesitan sino, y especialmente, a los necesitados. Y si esta ayuda a
los poderosos, se hizo para pagar favores por apoyos electorales, la cosa
empeora. Es corrupción utilizar los dineros públicos, los dineros que se
recogen de los impuestos que pagamos todos, para beneficiar a unos pocos, que
además, no pasan necesidades.
Los hospitales
están en crisis porque la salud se convirtió en un negocio para beneficiar a
los grupitos que siempre ganan y perjudicar a las mayorías que siempre pierden.
Muchos pobres se mueren esperando
atención en las puertas de los centros hospitalarios, mientras otros disfrutan
de los dineros que se apropiaron y que convirtieron en lujosos hoteles, campos
exclusivos de vacaciones y descanso… La corrupción no solo está en la salud, se
ha descubierto en los trámites de las pensiones, en los negocios del ejército,
la policía, la armada y la fuerza aérea;
en la justicia; en las ejecuciones viales, en las investigaciones
judiciales y de seguridad, en los contratos de educación para entrega de
dotaciones, refrigerios, salas de cómputo, construcción de aulas,
polideportivos, bibliotecas, etc. Se ha detectado corrupción en los
aeropuertos; en la entrega de licencias de importación y exportación; en el
deporte; en las ayudas a los damnificados; en las entregas de subsidios de
vivienda; en la compra de droga para enfermedades de alto costo; en las
cárceles…
En la corrupción
convergen muchos de los problemas de este país. Combatir la corrupción es más
importante que cualquier otra de las dificultades que nos aquejan. Si acabamos
la corrupción se generaría empleo digno y permanente. Se abrirían oportunidades
para nosotros, para nuestros hijos y nietos; se construirían y dotarían
hospitales, escuelas, colegios, bibliotecas y polideportivos. Las universidades
públicas tendrían recursos para financiar
educación con calidad, cupos suficientes para los hijos de los pobres, investigación
pertinente, laboratorios dotados, prácticas suficientes y oportunas. La
vivienda de interés social sería eso, de verdadero interés social. El campo
recibiría el apoyo que merece y necesita. Los pobres no se verían empujados a
la delincuencia, al tráfico de estupefacientes, a la prostitución, al desempleo
y la desesperanza.
La pasividad, la
apatía y la complicidad permiten que este país, este departamento y esta ciudad
se deterioren. La culpa no es sólo de los corruptos sino también de nosotros
que los dejamos hacer, que los elegimos para que roben, de nosotros que cerramos
los ojos para no ver lo que nos hacen.
Md. Agustín Angarita Lezama
Director Observatorio de paz y derechos humanosUniversidad del Tolima
Ibagué, Alto de Santa Elena
Teléfono 2771212 extensión 9393 Cel 315 319 2414