Petro
CARLOS ANDRÉS ECHEVERRY
latarde.com
Los colombianos tenemos muchas raones para votar por un candidato: algunos por filiación partidista, otros por simpatía mediática, muchos se deciden por lo que ‘decidieron’ las encuestas, los más incautos van ‘a donde va Vicente’, y no falta quienes votan por alguien que no les gusta pero terminan haciéndolo para evitar que otro más odiado termine en el poder.
En las circunstancias actuales pocos terminan decantándose por el mejor, esto es, aquél con un sólido y transformador programa de gobierno, con una impecable trayectoria en el ejercicio de lo público y con una visión de país distinta, donde la nación tenga plena autodeterminación en la formulación, dirección y ejecución de sus políticas públicas.
Creo que Gustavo Petro encarna la última opción, su coherencia política y la fidelidad al ideario de unidad de su Partido, el Polo Democrático Alternativo, y no a los vaivenes coyunturales de la agenda trazada por los medios de comunicación –reflejada en las encuestas o sondeos- lo muestran en toda su dimensión: un verdadero estadista que no se deja manipular de una visión maniquea y ‘light’ de cierta corriente autodenominada ‘de opinión’.
Aparte de Gustavo Petro, ninguno de los candidatos ha tenido la valentía de denunciar la expansión y la infiltración en el poder público del paramilitarismo, tampoco fueron oportunos, como él, en abanderarse en la lucha contra la corrupción, como cuando acompañó al senador Robledo en la exposición de las triquiñuelas de Agro Ingreso Seguro o en los negocios de los hijos del presidente, entre otros, y por último, ninguno aparte de Petro ha puesto el dedo en la llaga al señalar que el principal problema del país es la soberanía económica, pues la dependencia a un modelo neoliberal es la principal causa de las desigualdades e iniquidades que agobian al país.
Sobra decir que cuando se habla de neoliberalismo, de soberanía o autodeterminación, cuando con nombres propios se denuncia a la corrupción y no se llama a su lucha con abstracciones académicas, se pone en riesgo aquella popularidad mediática hoy en día valorada más que la coherencia política, sin embargo, la consecución de un mejor país se logra no siendo veleta de los resultados entregados por Napoleón Franco o el Centro Nacional de Consultoría, sino perseverando porque las ideas, así sean consideradas vetustas o anacrónicas, sigan siendo puerto fijo de destino. Mi voto por el cambio, mi voto por Petro.