Las Tardes de Manuela
Sobre el Nuevo montaje del Grupo de Teatro de la Universidad del Tolima.
Por: Hugo Manuel Barrero
“LAS TARDES DE MANUELA” del dramaturgo antioqueño José Manuel Freidel puesta en escena por el grupo UTeatro de la universidad del Tolima bajo la dirección de Javier Vejarano fue presentada en el aula máxima de dicha universidad los primeros días del mes de Junio del 2010, es el pretexto para reflexionar sobre el acontecer escénico y de plasmar por escrito lo que allí se presentó no con el ánimo de sentar cátedra sobre el hecho teatral sino por el contrario proponer un trabajo de testimonio donde puedan integrarse tanto los teatreros y el público, con el propósito de formular una reflexión crítica que incida en el desarrollo escénico de la ciudad y que se constituya en un interlocutor que la dinamice.
El texto literario dramático, aborda un tema histórico, no como una crónica informativa, sino con una plena libertad de expresión artística, es un trabajo que guarda un sentido poético donde se narran los últimos días de Manuelita Sáenz, la amante del libertador Simón Bolívar. El texto está compuesto por siete escenas que se dividen entre el recuerdo, la gloria, la peste, la desolación y la muerte.
Es una pieza temporal en la que transcurren muchos años y en la que se juega constantemente con la realidad y la ficción. Manuela vieja, inválida, exiliada y loca en su retiro del desierto de Paita, recuerda sus años de gloria en la que era amante y guerrera, cuando defendía a Simón Bolívar de mil peligros, de las asechanzas de muerte o cuando lo amaba clandestinamente como noche oculta sin luna. El clímax de la obra llega cuando Manuelita en la noche septembrina, esa noche de espanto en la que los contradictores del libertador confabulados irían a matarlo, toma la decisión de que Simón salte por la ventana salvándole la vida. La “libertadora del Libertador”, nombre que posteriormente le asigna Bolívar a Manuela porque esa noche la heroína fue ella y donde las tres manuelas, la vieja, la amante y la guerrera se unen al unísono del desespero y el tiempo que se detiene en un mismo instante donde el recuerdo se vuelve una realidad, Manuela vieja retorna a esa época y vive de nuevo el terror de la huida y toda la pieza se transforma en un juego de naipes tirados al azar mientras se juegan los ánimos de triunfo, la fe de los vencedores y la sangre de los vencidos, en donde el amor es la espada que rompe el vacío, y el dolor es la memoria que corroe el destino.
Al son del humo del tabaco y el azahar las historias de estas tres Manuelas se entrelazan al amor de "la estatua de la gloria, la bandera y lo vítores" de un Bolívar derrotado. Manuela respira solitaria añorando el paraíso de la nada con su amante, sin disparos ni gritos, sin más batallas vencidas por el tiempo y descansa por fin en el lecho de polvo sin recuerdo con la imagen de su amante que le grita desde el olvido “ven, ven, ven, luego te amaré siempre”.
En relación a la puesta en escena, la propuesta de un espacio escénico en concordancia con la estructura dramática (en tanto a la versión propuesta por UTeatro) es acertada y van de la mano. El espacio se libera. La palabra figura la representación en la que los personajes tienen que ajustar el espacio escénico hacia una poética del actor. De allí que sea relevante la versión dramática propuesta por Javier Vejarano. Me explico: el uso del espacio vacío, abierto, sin dispositivos escenográficos, nos remiten a la imagen del exilio y sequedad, la desolación y el destierro, la acritud del ambiente, el paisaje desértico, el inicio de la muerte, el viaje sin retorno, requiriendo por parte de los actores unainterpretación semiológica del texto dramático, la cual, a su vez, deviene de la construcción estética que hace de éste para la escena.
Es allí donde los actores tienen que revelarse como una estructura sígnica que le otorga al desarrollo de ese espacio vacío las condiciones de una obra donde lo orgánico (la corporeidad del equipo de actores) tiene que imponerse. Es en ese momento donde las sensaciones y las emociones se desplazan hacia el espectador, puesto que encuentra una respuesta sensorial en esa relación humana y sensible que existe entre la actuación y el público que recepta en forma de emoción la sintaxis del relato teatral. Ese desplazamiento que va desde el texto al espectador está definido por un personaje central que se revela en la escena por la Manuela Vieja como personaje protagonista que da coherencia a toda la historia pero que a la vez se desdobla en la Manuela enamorada y la Manuela guerrera completando así una triada donde Manuela vieja vive en su silla postrera la presencia- ausencia de su Bolívar traicionado. Sólo su amor lo salva del olvido.
Ahora bien, este acierto en la concepción de un espacio despojado de todo elemento decorativo se ve de pronto disminuido al implementar los demás elementos sígnicos que complementan la puesta en escena apoyando y reforzando el trabajo del actor. Es el caso del concepto de la luz. Según Appia “la Luz interviene un espacio y nos cuenta una historia”, constituyéndose en acción dramática que se va modificando según la disposición del equipo lumínico a través de variables de color de intensidades, de posición y movimiento, de tal manera que el diseño de luces no logra transmitir los lugares de espacio, tiempo, estados anímicos, sicológicos de los personajes y crear las atmosferas y metáforas que constituyeran una unidad estrechamente ligada a la acción dramática, incluso ni siquiera como lenguaje visual lumínico del espacio escénico.
Igual ocurre con el manejo de los cubos que a manera de practicables escenográficos son manipulados directamente por los actores dibujando el escenario para generar los ambientes y espacios que el texto requiere pero sin una idea clara y elaborada del manejo y disposición de los mismos, creando confusión en el publico y desconcentración en los actores. No sucede así con el Vestuario que es acertado y oportuno, ya que como cualquier otro signo de la representación es significante y a la vez significado (Pavis), se advierten los contrastes absolutos entre vestuario y espacio, que complementan el espacio vacío, donde el vestuario llena y constituye un espacio desde el momento en que beneficia igualmente al cuerpo en su desplazamiento, en una escenografía ambulante, un decorado reducido a escala humana y que se desplaza con el actor materializando una época revelando la tendencia de la puesta en escena, cumpliendo con las funciones de caracterización, medio social, época y estilo.
Por último, el trabajo de actuación realizado por María Pacheco, Diana C. Bermeo, Ingrid Sierra e Iván Bonilla, estudiantes vinculados al grupo de teatro en un proceso semestral de formación teatral asumen con ímpetu el reto de dar vida a unos personajes que en vida existieron como protagonistas de la historia del país, logrando en cierta medida generar un discurso actoral que parte de la poética de lo orgánico hacia una puesta en escena coherente con la realidad dramática alcanzando una caracterización externa de los personajes, que por momentos la falta de concentración y de motivaciones internas les hacen caer en un padrón figurativo del cliché y del estereotipo. No por ello se deja de conceder una unidad de significación interpretativa: Un actor con discurso y estructura poética.
Hugo Manuel Barrero
Director de Teatro.
Ibagué.
Julio 3 del 2010.