Autor: Ulises Casas Jerez[casasulises@hotmail.com].
Crítica Política Numero: 180.
Fecha: 13 de Julio de 2009.
Frecuentemente se difunden estudios sobre la contaminación ambiental en las grandes ciudades y del planeta en general. Los estudios científicos sustentan los resultados de la respectiva investigación; algunas autoridades de los diversos países y las de las mayores potencias industriales se pronuncian sobre el asunto y anuncian medidas. Pero la situación sigue igualmente creciendo porque los industriales y comerciantes de todo el mundo no van a dejar de lado su necesidad de ganancias, cada vez mayores. Es la dinámica del capitalismo que no puede ser detenida por la voluntad de autoridad, entidad o persona alguna: la estructura material económica de la sociedad es independiente de la voluntad de quienes viven sobre la misma. La Historia no depende de la voluntad de sus protagonistas, los humanos.
Pero la otra contaminación, la de la mente de las gentes, sí que es más grave, a la vez que sostiene la primera. Desde que la Humanidad es, existe, el mito, la leyenda, las religiones, las ideologías, la superchería, los prejuicios, han sido los grandes contaminantes de la mente de los humanos. No importa una supuesta evolución del conocimiento, de la ciencia y de la tecnología que ha venido reemplazando la mano de obra en la producción de objetos para el uso y el cambio. En todas las etapas por las que ha atravesado la Historia Humana ha habido hombres y mujeres de brillante inteligencia que se han dirigido al resto de habitantes de sus respectivas regiones para enseñarles la naturaleza de las cosas, para dar luz a sus entendimientos; pero han podido más los brujos, los chamanes, los sacerdotes de cada una de las religiones que aparecieron en el transcurrir del proceso evolutivo humano: la mente de las grandes masas humanas que pululan en el planeta creen en lo que no se ve, esperan de quien o quienes no existen, sueñan con paraísos y nirvanas, temen la ira de ese dios poderoso y vengativo, autoritario y represor que les presentan esos magos del pensamiento y el engaño.
La contaminación ambiental puede ser superada por quien desee salir de las grandes ciudades o pasar a vivir cerca a ellas en donde haya mejor ambiente; pero la contaminación mental no la puede evitar porque por donde quiera que camine o se halle, ella está ahí; no podemos aislarnos de la comunidad porque somos seres sociales y la comunidad entera le cree a sacerdotes, hechiceros, brujos y toda clase de charlatanes ya sea de lo religioso o de lo político. Los políticos están ahí, en el Estado, en sus instituciones, en la Academia, en la educación, en todas las instancias materiales y culturales de la sociedad; quienes no estamos contaminados nos encontramos dentro de la contaminación y solo nuestra capacidad de comprenderla nos permite existir física e intelectualmente. Los grandes brujos modernos, los que se han organizado en comunidades religiosas y el clero en Conferencias Episcopales y similares organismos, se han convertido en los modernos oráculos en donde se cocina permanentemente la comida ideológica para mantener en la más espantosa ignorancia a los pueblos del planeta. No vale que frecuentemente se publiquen resultados científicos sobre la infinitud del Universo, sobre la indestructibilidad de la materia, sobre el origen del ser humano y su evolución, sobre la genética y la descendencia del individuo. Las mayorías humanas no leen ni entienden lo que los científicos descubren; más aún, muchos de esos científicos son consumados creyentes a pesar de tener en sus manos la evidencia de la falsedad de esas creencias. El cerebro humano no ha podido llegar aún, en la gran mayoría de los humanos, al nivel de la racionalidad de lo existente; los pocos cerebros que la han alcanzado son estigmatizados y reprobados por quienes tienen en posesión el dominio económico e ideológico sobre la casi totalidad de la Humanidad.
De ahí que formemos el círculo minoritario de la minoría que piensa en este nuestro planeta; y por pensar entendemos la reflexión y la racionalización de lo existente. Y este es un llamado a quienes se encuentren en este nuestro círculo a cerrar filas alrededor de proyectos económicos colectivos, únicas formas de poder soportar la contaminación física y la contaminación intelectual que nos rodea.