Hambre: S.O.S.
Foto: Daniel Bustamante / Cambio
El 20 de julio, cuando el país conmemoraba 199 años del grito de Independencia, Carmen,una indígena kogui de 8 años, moría de desnutrición en manos de una madre sustituta del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, en Soledad, Atlántico. Había llegado 10 días antes con un grupo de desplazados, todos enfermos de tuberculosis, infecciones respiratorias y parasitismo, que hoy está bajo supervisión médica. El 9 de julio, un niño de 11 meses, de Taminaco, una vereda en las estribaciones de la Sierra Nevada, había muerto por desnutrición severa. Sus padres no tenían con qué alimentarlo.
La semana pasada, al Hospital General de Barranquilla llegaron 11 indígenas, entre ellos cinco niños, con un cuadro de desnutrición severa. "Nos sacaron de la tierra y no tenemos qué comer -contó el líder indígena Johny Jiménez -. Los niños se están muriendo de hambre". Fueron desplazados de sus tierras hace seis meses y en ese tiempo, denuncian, murieron de hambre 13 niños y un adulto.
Los indígenas son las principales víctimas del hambre y la desnutrición, pero no son los únicos. El fenómeno crece entre la población campesina y en los sectores más deprimidos de las ciudades.Las situaciones más crítica se presentan en Chocó, Boyacá, La Guajira, Cauca, Cesar, Amazonas, Nariño, Casanare y Caldas, donde han aumentado las consultas por desnutrición. Y pese a la existencia de programas de nutrición, en capitales como Bogotá, Medellín y Cali las autoridades de salud también registran casos graves.
Según el más reciente informe de Unicef, 5.000 niños mueren de hambre cada año en el país: 14 cada día, la tercera parte por desnutrición. "Cada vez hay más niños que se van con hambre a la cama -dice el informe-. Estamos ante una emergencia". Y según un informe de la FAO (2008), además de las muertes por hambre, en Colombia hay una alta desnutrición: 64 personas de cada 100 no comen bien, no tienen cómo adquirir los productos básicos alimentarios de la canasta familiar. Están 'subnutridas'.
Según la FAO, el problema se debe, sobre todo, a las desigualdades, la pobreza y el hambre, cuyas manifestaciones más agudas se registran entre los negros y los indígenas, lo mismo que en la población femenina. Santiago Mazo, coordinador de la FAO, y quien la semana pasada estuvo en el Chocó, le dijo a CAMBIO: "El hambre es multicausal y solo la punta del inmenso iceberg de miseria en el que está sumido el departamento, que combina narcotráfico, corrupción, pobreza, ausencia estatal y violencia. El problema alimentario tiene en jaque a todos los pueblos indígenas y sobre todo a los menores, que son la mayoría. Vivimos una crisis alimentaria".
Crisis económica
Expertos consultados por CAMBIO coinciden en que la crisis económica, y una de sus secuelas, el desempleo, explican en buena parte el aumento de los casos de desnutrición. Según cifras oficiales, 12 de cada 100 familias no tienen ingresos suficientes para alimentar adecuadamente a los niños, pero algunos organismos e instituciones que trabajan en este campo sostienen que la cifra es mayor: 30 de cada 100. Es decir, una de cada tres familias colombianas sufre hambre.
Por ejemplo, en Medellín, donde la Alcaldía invierte 65.000 millones de pesos al año en un programa especial de nutrición infantil, los esfuerzos no parecen suficientes. "El año pasado atendíamos al mes entre 12 y 13 niños con desnutrición aguda, que es la más grave de todas, y actualmente están entre 22 y 23 menores de cinco años, la mayoría de los barrios Santo Domingo, San Javier, Carambolas, Niquitao, Popular, Manrique y la Comuna 13", le dijo a CAMBIO Lina Pérez Bayer, psicóloga de la Fundación Dulce Hogar.
Las enfermedades que prevalecen son marasmo y marasmo 'kwashiorkor' (ver recuadro). Los casos de desnutrición han aumentado debido a las dificultades económicas de las familias, la mayoría en cabeza de una mujer. "Las madres lloran desconsoladas y dicen que aunque se reúnen para pedir comida de casa en casa, no alcanza para darles a sus hijos al menos los 'tres golpes' diarios -dice Pérez-. Los niños llegan aquí en estados higiénicos inadecuados, con un frío impresionante, lesiones en la piel y el cabello, producto del mal estado nutricional".
La madre de un niño desnutrido del barrio El Salado, en la Comuna 13 de Medellín, cuenta qué hace para distraer el hambre de sus hijos: "Los dejo dormir hasta tarde para que no me pidan desayuno y cuando se levantan, por ahí a las 11 de la mañana, les doy agua de panela con arroz y papa, y a la comida, otra vez arroz y, si hay, un refresco".
La situación es tan difícil en algunos barrios, que los tenderos decidieron vender por 'puchos' de 100 pesos: de aceite, de sal, de arroz... "Los niños no comen ni carne, ni huevos, ni leche y es un lujo que a veces les den caldo o sopa de hueso -sostiene la psicóloga Pérez-. Crecen a punta de teteros de agua de panela y cuando llegan a la Fundación es difícil recuperarlos".
Mal de muchos
Si en Medellín llueve, en el resto del país no escampa. En Cauca, Nariño, Risaralda, Chocó, Boyacá, Casanare, Caldas, Cesar y La Guajira se presenta un grave problema alimentario cuyas principales víctimas son los niños, que podría aumentar si el desempleo sigue en alza.
En 2008, la tasa de desempleo llegó a 12,1 por ciento en las ciudades y a 8,2 por ciento en el campo, y según los cálculos más optimistas habrá crecido más de tres puntos al final del año. Hoy, una de cada ocho personas en busca de trabajo no lo encuentra y cada desempleado tarda más de siete meses, en promedio, en conseguir uno. "En la medida en que no haya ingresos habrá más desnutrición -dice Carlos Zapata, analista económico-. Esta perversa lógica pone en jaque a muchas familias que no tienen cómo alimentar a sus hijos".
Según el ICBF, en las ciudades 12 de cada 100 niños, en promedio, están desnutridos, y en las zonas rurales la relación es de 17 por cada 100. Y aunque no hay un consolidado de cifras porque el Gobierno no tendrá listo su informe hasta 2010 cuando publique la Encuesta Nacional de Nutrición que hace cada cinco años, "el panorama es gravísimo y la situación más crítica la padecen los menores de cinco años y los niños no escolarizados", asegura César Caballero, director del programa Objetivos de Desarrollo del Milenio del PNUD.
Aparte del desempleo y la falta de ingresos, el aumento de los embarazos de adolescentes es otro factor que contribuye a agravar el problema. La tasa de embarazo adolescente ha ido creciendo: de 7,5 por ciento en 1987 a 20 por ciento hoy del total de nacimientos. Esto quiere decir que de cada cinco niños nacidos, uno es de madre adolescente. "Lo más crítico es que hoy la edad promedio de las madres adolescentes está entre 11 y 12 años -afirma Caballero-. Eso dificulta que en el embarazo puedan nutrir al feto en forma adecuada y por eso muchos bebés nacen por debajo del peso normal".
Y agrega el consultor económico Carlos Restrepo: "El embarazo en la adolescencia lo que hace es reproducir la pobreza y quitarles oportunidades a los nuevos padres y a sus hijos". De ahí la importancia de darle prioridad al tema entre los asuntos relativos a la salud pública.
A los problemas mencionados -crisis económica, desempleo, embarazo adolescente-, los expertos añaden el desplazamiento, que crece en lugar de disminuir. "Los desplazados son un foco crítico de desnutrición", advierte un informe de acnur. Y también el hecho de que la recuperación nutricional no figure en el Plan Obligatorio de Salud (POS), dificulta la detección temprana del problema en los niños. "El precario sistema de vigilancia nutricional basado en peso y talla hace que este mal tome ventaja -explica Dora Gutiérrez, secretaria de Bienestar Social de Medellín-. Esto significa que podría haber más desnutridos de los que realmente se registran".
Lo grave es que los efectos de la desnutrición en la primera infancia (0 a 8 años) pueden ser devastadores. La desnutrición afecta el crecimiento físico, el desarrollo motor y cognitivo, dificulta la atención y el aprendizaje, lo mismo que las habilidades sociales y la salud reproductiva. Así las cosas, las perspectivas de futuro se ven seriamente alteradas. "Los niños desnutridos no van a tener la capacidad de dar a la sociedad el ciento por ciento de sus habilidades", afirma Paul Martin, representante de Unicef. La buena o mala alimentación en los primeros años de vida es determinante y puede tener un efecto profundo en el futuro. Existe evidencia sólida en el sentido de que mientras más temprano empiece el niño a beneficiarse de programas de nutrición, mejor será su desarrollo en términos de conducta. Y con respecto al crecimiento físico, los programas pueden ser efectivos solo durante el embarazo y en los primeros dos o tres años de vida. Pero, además, los expertos sostienen que inclusive en niños severamente desnutridos, si se toman las medidas apropiadas para satisfacer sus necesidades nutricionales y psicosociales a temprana edad, es posible lograr mejoras significativas.
El diagnóstico existe, las alarmas están prendidas, el Gobierno central y los locales están obligados a corregir el rumbo pues mientras más pronto pongan en marcha programas de nutrición infantil, mejores serán los resultados.
Tipos de desnutrición
- Los principales signos de la desnutrición son: bajos de peso y estatura para la edad, atrofia muscular, reblandecimiento y deformación de los huesos, piel seca y áspera, fisuras en párpados y labios, pliegues en codos y rodillas, infecciones respiratorias crónicas y frecuencia cardiaca acelerada, alteración del desarrollo motor, del lenguaje y del comportamiento (irritabilidad, indiferencia u hostilidad), entre otros.
- Entre los tipos de desnutrición son comunes el marasmo, provocado por grave deficiencia de proteínas y calorías, y el 'kwashiorkor', causado por la carencia de nutrientes vitales básicos y un déficit importante de proteínas, que va acompañado por edemas (acumulación de líquido).
- El término 'kwashiorkor' viene de una palabra de Ghana que significa "afección del niño que deja de mamar". Es la enfermedad más frecuente de las nutricionales y se produce cuando el niño es, destetado y, por consiguiente, privado del elevado valor nutricional y contenido proteico de la leche materna.
- El aspecto de un niño con 'kwashiorkor' es inconfundible: expresión de gran tristeza, llanto débil y continuo, delgadez extrema de las extremidades y abdomen hinchado. Tanto el desarrollo físico como el mental están muy afectados y los que sobreviven sufren secuelas de por vida.
Mala dieta
Según el Ensin (2005) -informe del Gobierno sobre seguimiento nutricional-, la dieta de los colombianos es desbalanceada:
1. El 40,5 por ciento de la población tiene una dieta en la que predomina el consumo de carbohidratos (azúcares y harinas): más del 65 por ciento, considerado excesivo.
2. El 36 por ciento no consume proteínas suficientes (carne, pollo, pescado, huevos, lácteos). Las deficiencias más altas se dan en las regiones atlántica y pacífica.
3. El 25 por ciento consume más grasa saturada (mantequilla, margarina, manteca, grasa animal...) que la recomendada.
4. El 33 por ciento de los menores de cinco años y el 45 por ciento de las gestantes tienen anemia.
http://www.cambio.com.co/informeespecialcambio/839/5731029-pag-3_3.html
