El ideal educativo moderno, lejos de adoctrinamientos, es el lograr que el ser humano cualifique las varias inteligencias, que adquiera valores para el respeto a la diferencia y la convivencia armoniosa, con esta guía ética están formados nuestros docentes
Alberto López de Mesa
Columnista
La Federación Colombiana de Educadores (Fecode) en sus cuarenta años de existencia ha representado al gremio docente, abogando por los derechos tanto del profesorado como del estudiantado, dignificando y cualificado el oficio, reivindicando la educación como factor principal del desarrollo del ser y de la sociedad, todo lo cual se ha logrado protestando en las calles, con huelgas, con paros, constante y justa lucha que, por supuesto, para los gobiernos intransigentes en mezquindades ha sido puya fastidiosa, acaso porque a las plutocracias la educación del pueblo les dificulta la manipulación y arriesga su hegemonía en el poder. Pero si las reivindicaciones y conquistas laborales se alcanzaron pulseando con ministros de Hacienda, Trabajo, Salud y Educación de cada gobierno, nunca como ahora Fecode había sido blanco de ataques injuriosos de congresistas del CD, que es como decir del gobierno, por ejemplo la representante Margarita Restrepo publica: “Fecode se ha convertido en la punta de lanza del comunismo colombiano- y advierte- Acabamos con Fecode o Fecode acaba con la educación en Colombia.”
Tal estigmatización la replican noticiarios, incluso el comentarista deportivo Carlos Antonio Vélez, desde su tribuna de amplísima difusión, irresponsablemente afirma que “el sindicato del magisterio instrumentaliza profesores y estudiantes al servicio de su politiquería”, con igual alevosía políticos de la secta abyecta injurian a profesores con nombre propio acusándolos de “usar las aulas para adoctrinar a los estudiantes en la ideología del socialismo del siglo XXI” , lógicamente dicha afrenta mediática ha hecho eco en mucha gente vulnerable a la manipulación y ya se oyen señoras en las tiendas denigrando de los educadores, por inercia, porque cala más la inquina mediática que la muestra palpable del saber y los valores que han aprendido de los maestros sus propios hijos.
Este año en un colegio de Cali, la profesora de sociales de noveno grado Sandra Xiomara Caicedo, atendiendo la inquietud de un estudiante interesado en saber que eran “Los falsos positivos”, elaboró un cuestionario para que los mismos estudiantes investigaran el asunto.
Hasta ahora no se sabe quién fue el que primero puso el grito en las redes: tal vez un papá partidario del CD escandalizado porque a su hijo lo pongan a averiguar sobre ese asunto, u otra profesora o profesor uribista, que en el magisterio también los hay, a quien le pareció indignante el que en clase de historia se refieran así de su caudillo, lo cierto es que el escarnecimiento de la profe fue nacional y esta es la hora que aún no se repone del linchamiento mediático que padeció; cierto es también que el ensañamiento contra la docencia ha hecho metástasis en las regiones donde, en lo que va de este gobierno, ya son cientos los profesores asesinados por las mismas bandas que asesinan líderes sociales, y los matan porque consideran que sus lecciones adoctrinan al alumnado con ideologías peligrosas.
El fascismo, en su largo historial represor y manipulador, a procurado hacerse al control de la educación y aquí en Colombia la ultraderecha oligárquica y ahora el uribismo más radical, parece interesado en cooptar a su favor instancias de la información y del saber, ya tienen su ficha en el Centro de Memoria, ya están posicionando como modelo educativo su universidad bandera, la Sergio Arboleda, con razón sospecha Camilo Cuervo (informante y asesor de esta columna) que el artífice del complot contra Fecode, el que puso en la mira al magisterio, ha de ser el senador José Obdulio Gaviria, el ideólogo furtivo de jugadas maliciosas en el uribismo, algo infausto se trae el fulano, por algo está tan calladito.
Las profesoras y los profesores, el magisterio en general, cumplen la misión que abarca todas las éticas, cual es el alimentar el conocimiento y ofrecer saberes a las nuevas generaciones, con prioridad al estudiantado de la educación pública, porque son la mayoría a quienes las castas del poder buscan manipularles la consciencia, lo cual no lo logran en las mentes educadas.
El magisterio colombiano es tan plural como lo es la sociedad tanto en lo cultural como en lo ideológico, y, aún cuando la Constitución, en respeto a la libertad de culto, exige que la educación pública sea laica, existen maestras y maestros católicos, cristianos, agnósticos, también santeros, en lo político hay derechistas, izquierdistas y apáticos, a todos los cuales con la guía de un currículum oficial se les admite y respeta la libertad de cátedra, así es que el estudiantado se favorece de criterios diversos.
El ideal educativo moderno, lejos de adoctrinamientos, es el lograr que el ser humano cualifique las varias inteligencias, que adquiera valores para el respeto a la diferencia y la convivencia armoniosa, con esta guía ética están formados nuestros docentes, desde los especializados en preescolar, los licenciados para la educación básica hasta los catedráticos universitarios. Por eso es grave que la ciudadanía se coma la cizaña que siembra la secta infausta contra el magisterio, porque si desvirtuamos su dignidad y su misión social exponemos las mentes de nuestra descendencia al nuevo oscurantismo conveniente para que los sombríos se perpetúen en el poder.
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