CULTURA TOLIMENSE - WordPress.com
PARTE I
ALBERTO BEJARANO ÁVILA
Todo indica que los mentores de las cíclicas prospecciones de desarrollo del Tolima suelen desdeñar la lectura antropológica, sociológica e histórica de la región. Esta ilógica elusión explica por qué los copiosos bienes públicos siempre satisfacen el interés personal y nunca el bien común, porqué el “efecto” de las estrategias de desarrollo económico es el empleo y no que todo tolimense sea copartícipe de una región de dueños y por qué el demagogo utiliza nuestros anhelos como argumento para urdir impudor, clientelismo y codicia.
En pocas líneas planteo por qué la lectura social no guía la ética, la visión y la estrategia. De tres millones de tolimenses vivos (una cifra cabal atañe a investigadores y académicos) cerca del 50% (campesinos, desplazados, desempleados, indígenas, informales, excluidos) hacen difusa presencia corpórea en el territorio y sólo en época electoral son plenamente visibles, visitables y elogiables. Esto es más que sabido y por ello ahí lo dejo.
El otro 50% de coterráneos vivos, socialmente ignorados y políticamente invisibles, es de los hijos, hermanos, padres y amigos, que se vieron obligados emigrar a otras regiones o países porque la miopía y torpeza de quienes por décadas gestionaron su terruño sólo causaron pobreza e infortunio. “Lo malo no es la fuga de cerebros, lo malo es la fuga de corazones”, reza el axioma oído de un buen amigo y que me es útil para denotar angustias, enterezas y afectos, enormes como montaña, que tecnócratas, teóricos y políticos no ven o esquivan.
De oídas y no como efecto de una ética política que reconozca y honre al tolimense donde él esté, se sabe que todo aquel que sólo tuvo la opción de emigrar, haya “triunfado” o no, sufrió nostalgia, desarraigo, xenofobia y exclusión y, para su fortuna, también conoció qué es convivencia civilizada, solidaridad, modernidad, prosperidad, calidad de vida. Grato es saber que el terruño vibra en el alma del tolimense donde él esté, pero causa grima saber que el Tolima es “autista” frente a las penurias, añoranzas y sueños de aquellos que un día tuvieron que marchar en búsqueda de las oportunidades que su tierra siempre les negó.
Irónico y vergonzoso sería que al investigar sobre calidad de vida de nos, los tres millones de tolimenses, se supiera que hoy vive mejor el tolimense ido que quienes acá moramos y que él entraña mayor potencialidad de saberes y oportunidades y, por ende, que sería un determinante actor virtual del progreso regional. El emigrante, tan tolimense como Usted y como yo, merece atención y respecto y, en muchos casos, nuestra solidaridad.
Para ser socialmente justos, modernos y progresistas, tenemos que construir una cultura humanista e inclusiva que vea al coterráneo en lejanía no como recuerdo pálido, sino como persona con voluntad, compromiso y aptitudes que pueden converger hacia el verdadero desarrollo regional y, por ello, creo que la tarea de cambiar el rumbo al Tolima, así parezca ingenuo y opuesto al pertinaz pragmatismo, exige priorizar el gran reencuentro de los tres millones de coterráneos y así reconocer el valor de las personas como punto de partida.
PARTE I I
El Tolima tiene 47 municipios físicos e Ibagué 46 municipios virtuales. Con esta afirmación inicio la segunda parte del escrito anterior (título ídem) para sumar, de modo propositivo, los “1.5 millones” de tolimenses que habitamos la región a los “1.5 millones” que tuvieron que partir y así totalizar una lectura sociológica tolimensista que los planificadores podrían acoger para idear un firme esbozo estratégico-social que rescate los conceptos de equidad y bienestar social de la vacía retórica electoral que, como “Sherazade” astuta, cada día nos “echa” uno de sus mil y un cuentos para preservar dominios y evadir muertes políticas.
Una extrapolación empírica (que la academia debería examinar) lleva a concluir que de la población nativa de cada uno de los otros 46 municipios tolimenses, cerca del 35% habita en Ibagué. Esta realidad, difusa para quien sólo ve el orden social con lente electoral, nos permite afirmar que esos 46 municipios tienen raíz virtual en Ibagué, hecho que revelaría palmariamente una singular formación histórica de nuestro hábitat y en consecuencia una potencialidad humana diversa que facilita pensar la cohesión social pluriterritorial como estrategia para reconstruir a Ibagué reconstruyendo social y económicamente al Tolima.
Esta visión de sociedad y contexto territorial facilita sugerir, como reiterada iniciativa, que el Alcalde de Ibagué y el Concejo Municipal, inviten a 46 alcaldes y concejos municipales a instituir en el municipio capital la colonia de cada uno de sus municipios y a crear el “Foro Permanente de Alcaldes y la Asamblea anual de Concejos Municipales”, para que todos los 47 municipios, como realidad sistémica y con sostenidas dinámicas sinérgicas en lo social, económico y ambiental, aseguren total correspondencia de las visiones, las estrategias y los planes de desarrollo de sus municipalidades con el plan de desarrollo departamental.
Por sus connotaciones históricas no es errado creer que el Panóptico, hoy “papa caliente”, es sitio ideal para fundar la Casa de las Colonias y sus 47 sedes, para levantar allí el padrón de cada colonia, tallar 49 escudos, ondear 49 banderas (sumo la de Colombia y el Tolima), invitar a fiestas vernáculas, llenar auditorios con tópicos vitales de los municipios, realizar convites solidarios, exhibir audiovisuales, presentar obras literarias y muestras culturales y lograr que desde allí empecemos a tejer una nueva región, autónoma y cohesionada.
Esta razonable y esperanzadora idea, tendría que convertirse en proyecto acordado entre el Municipio de Ibagué y la Gobernación del Tolima a efectos de concretarla, socializarla y, digamos que validar su aprobación, en “una minga de colonias municipales”. Por razones obvias a este proyecto debe adicionarse la conversión de los institutos de cultura en entes responsables de reconstruir e irradiar los valores identitarios del Tolima.
Tres millones de tolimenses unidos virtual y físicamente (“Casa de las Colonias”), con una visión común de progreso y una concurrente voluntad sinérgica, sería suceso decisivo para acercar la cultura regional a la modernidad, la globalización y la prosperidad social.
ALBERTO BEJARANO ÁVILA
Ibagué, Colombia
Recibido por Correo
albeja @hotmail.com