En defensa de la
investigación universitaria en Colombia
*Hernán
Jaramillo Salazar
Bienvenido el debate
sobre la pertinencia y relevancia de la investigación científica en las
universidades colombianas. Es injusto
acusar a los investigadores de dar la espalda a la realidad del país. Sus
aportes son valiosos en múltiples disciplinas.
Dos errores
En una columna
desafortunada — “¿Ciencias Inútiles?”, publicada en El Tiempo el pasado 13 de
marzo —
Jorge Orlando Melo plantea un debate necesario al afirmar que “como el desarrollo científico ha sido en
otras partes causa del crecimiento, el país ha estimulado la investigación
científica en las universidades, pero es una ciencia que tiene poco que ver con
la realidad del país”.
Foto:
noticias.universia.net.co
La columna resulta
desafortunada por ignorar esa misma “realidad del país”.
El columnista comete
dos errores fundamentales, inconcebibles en un intelectual que ha tenido el
privilegio de ser miembro de la Fundación del Banco de la República en temas de
ciencia y tecnología, Director de la Biblioteca Luis Ángel Arango, jurado en
varias oportunidades de los premios de ciencias de la Fundación Alejandro Ángel
Escobar, e historiador con estudios en el exterior:
- El primer error — como periodista — consiste en faltar al deber ético de confrontar siempre la información y verificar los datos antes de expresar una opinión;
- El segundo error — como intelectual, como historiador y como formador de mentes jóvenes — consiste en faltar al deber epistemológico de emitir opiniones en ciencia e investigación antecedidas por una búsqueda rigurosa de los datos y de los hechos y por asegurar la validez de las hipótesis.
¿Cómo podría
escribirse la historia si no fuera mediante una confrontación profunda de
hechos y realidades? En este caso y en
esta columna se desconocen los hechos y la historia.
Opiniones
aparentemente “ilustradas” — como la siguiente — hacen un daño grave o a la
investigación, a la ciencia y a las universidades de verdad, las universidades
de excelencia: “Ahora, por principio, las universidades han puesto la
investigación científica como parte de su "misión" y su
"visión", y han definido medidas para calificar sus aportes. Estas
mediciones, como la ciencia que practicamos, tienen que ver poco con los
problemas del país”.
El profesor Melo
parece sugerir que lo único importante es la relación universidad – empresa,
cuando esta es una pequeña fracción de un universo mucho más amplio: la
relación ciencia – sociedad, donde los aportes de la universidad colombiana han
sido significativos. No se pueden mencionar solo las innovaciones marginales
del pasado, cuando resulta abrumadora la evidencia de innovaciones radicales
originadas recientemente en las universidades colombianas de élite.
El autor de la
columna mencionada podría haberse tomado el trabajo de revisar publicaciones de
Colciencias, como “75 maneras de generar conocimiento en Colombia. 1990-2005”,
con los resultados concretos de proyectos de investigación en diferentes áreas
del conocimiento.
El caso de Antioquia
La Universidad de
Antioquia acaba de ser acreditada por
diez años, no como resultado de haber incorporado a la ligera en su
misión y su visión una frase relacionada con la ciencia y el conocimiento.
Foto:
www.articulosweb.net
Su acreditación se
explica por la intensa actividad de sus grupos de investigación. Ahí reside el secreto de sus éxitos y de su
impacto. Las cifras son el resultado de su cultura, de su historia, de su
excelencia académica y de conocimiento.
Una visita a la Sede
de Investigación Universitaria (SIU) y a sus grupos de investigación llevaría a
una persona abierta de mente — sin arrogancia “intelectual” o “argumentos de
autoridad” — a comprender los múltiples vínculos entre los resultados de la
investigación y los problemas de la sociedad.
Son muchísimos los
ejemplos: desde los grupos de investigación en salud y su aporte a la
comprensión de enfermedades, con el desarrollo de patentes como el gen paisa,
en el estudio–caso del Alzheimer, en el estudio de la tuberculosis, en el
trabajo profundo del Programa de Estudio de Control de las Enfermedades
Tropicales, de grupos como el de inmunogenética, en el control de las enfermedades
infecciosas, en el grupo de trasplantes, entre otros.
De los grupos
dedicados a temas más cercanos a la empresa son innegables resultados concretos
como los siguientes:
- Patentes adoptadas por la industria de la corrosión y la protección, de coloides, de química orgánica de productos naturales.
- El grupo de química de recursos energéticos patentó una planta generadora de gases calientes con aplicaciones efectivas en la industria del cemento.
- La patente que protege una innovación mayor sobre un quemador atmosférico que atenúa los efectos de la altura, aumenta la eficiencia energética en procesos de calentamiento y garantiza una combustión higiénica. Esta innovación ya fue incorporada como sistema de combustión en un calentador de agua de paso que se comercializa desde hace un año y que fue diseñado y desarrollado por la empresa de electromésticos Haceb.
- La cooperación del grupo de investigación en diagnóstico y control de la contaminación con EPM en temas de control de los embalses derivados de resultados de su investigación y con Uniban en la descontaminación de suelos en Urabá.
¿Es que acaso los
temas de la calidad de las aguas y la microbiología ambiental no son
pertinentes para la sociedad? Y ¿por qué no hablar de la pertinencia profunda
de las ciencias básicas, la física, la química, la biología?
¿Por qué no profundizar en los aportes que a través de las ciencias sociales se le entregan a la sociedad para su comprensión, su historia y su cultura? Trabajos como los de Maria Teresa Uribe y el grupo de estudios políticos o el de valores musicales regionales, ¿acaso no son importantes para la sobrevivencia de la sociedad? Para no mencionar la historia, cuya investigación tampoco parece relevante para la sociedad, a juzgar por los argumentos de la columna de marras.
¿Por qué no profundizar en los aportes que a través de las ciencias sociales se le entregan a la sociedad para su comprensión, su historia y su cultura? Trabajos como los de Maria Teresa Uribe y el grupo de estudios políticos o el de valores musicales regionales, ¿acaso no son importantes para la sobrevivencia de la sociedad? Para no mencionar la historia, cuya investigación tampoco parece relevante para la sociedad, a juzgar por los argumentos de la columna de marras.
Sin salir del ámbito
de la Universidad de Antioquia, cualquier lector o columnista podría indagar
sobre los cerca de 250 grupos de investigación y encontrar resultados adoptados
por diferentes espacios de la sociedad, con pertinencia y responsabilidad.
Foto: www.cext.es
Sin dejar a
Medellín, podría visitar la Corporación de Investigaciones Biológicas para
confirmar su relevancia científica de alcance mundial asociada en el área de
salud. Su lema “las ciencias al servicio
de la Vida” tampoco es una fórmula ritual en la misión y la visión, sin
sustento y desconectada de la realidad.
Y cruzando el puente,
podría continuar este periplo admirable para visitar la Universidad Nacional de
Medellín. Se encontraría fácilmente la huella imborrable de la Facultad de
Minas: su compromiso de hacer ciencia para la sociedad sigue vigente en sus
grupos de investigación.
El viaje seguiría
por la Autopista Sur para llegar a EAFIT, donde admirar y comprender la
profunda transformación institucional en investigación e innovación que se
viene operando, en total coherencia con su origen empresarial. Pero este prestigioso centro se ha convertido
también en un espacio mayor para la sociedad: un ámbito de conocimiento e
innovación, de música, de literatura, de ciencias y de ingeniería. Bastaría
traspasar sus muros para encontrar en abundancia pruebas de lo que no se ha
querido encontrar en la desafortunada columna periodística.
Investigación
aplicada en la Nacional
Una mirada
responsable al periódico de la Universidad Nacional (UN) — que circula
ampliamente, entre otras por intermedio de El Tiempo, casa editorial que acoge
con hospitalidad al columnista —
reconocería en cada edición avances y aportes a la sociedad colombiana en
problemas relevantes.
Sin pretender un
inventario exhaustivo, en las distintas ediciones mensuales podrían encontrarse
artículos como los siguientes:
Cáncer pulmonar en
colombianos distinto del resto del mundo: investigaciones en fármaco–genética
del cáncer, realizadas por expertos de la Universidad Nacional de Colombia,
constataron que los grupos humanos son diversos hasta en las características
químicas de las moléculas que contienen los genes (conocidas como
biomoléculas)……. “Hasta hace poco se creía que la información molecular del ADN
de las poblaciones tenía diferencias mínimas; sin embargo, al comparar muestras
de cáncer de pulmón de nativos colombianos y norteamericanos se evidenció una
diferencia abismal en la expresión de los genes. Así, el diagnóstico de la
enfermedad, que se hace a partir de métodos estandarizados en el planeta, se
debería revaluar”.[1]
En este mismo
número, se encuentra que “sistemas silvo–pastoriles mejoran calidad de carne en
el país: para que la carne colombiana sea más tierna, jugosa y cumpla con los
estándares internacionales de calidad, investigadores agropecuarios ensayan
sistemas productivos que podrían cambiarle la cara al sector.” “Mientras mejoran las praderas involucrando
un arbusto rico en proteína con pasto tradicional, ceban el ganado con una
dieta aventajada en valor nutricional. Los resultados son promisorios”.
Sin consultar otra
edición, se encuentra también que “aceites esenciales salvan al tomate de
árbol”, gracias a un trabajo de investigación de uno de los grupos de la
Universidad Nacional.
Si tomamos al azar
otro número — distante en el tiempo — se puede comprender el alcance de una
“técnica para examinar tumores cerebrales en 3D”. Una herramienta de
visualización en tres dimensiones les permitirá a los neurocirujanos conocer
con precisión el tamaño y ubicación de los tumores cerebrales, para lograr su
extirpación sin lugar a error. El sistema fue ingeniado por científicos de
Colombia y México”.[2]
En ese mismo número
se informa sobre “cirugías ortopédicas en la vanguardia tecnológica: la
osteotomía consiste en cortar los huesos para modificar su forma y orientación,
explica el especialista Carlos García Sarmiento, ortopedista de la Universidad
Nacional de Colombia, quien señala que de esta manera se repara la deformidad
para aliviar el dolor y mejorar las partes afectadas en el paciente”.
Incluso se constata
la irradiación del impacto hacia el exterior del conocimiento aplicado: por
ejemplo un proyecto de la UN que “beneficiará a 46 mil hogares en Honduras: una
central hidroeléctrica con 40 megavatios de energía, diseñada por
investigadores del Laboratorio de Hidráulica de la UN en Manizales, que suplirá
la escasez de este recurso en Honduras. Es la primera vez que Colombia realiza
un proyecto de esta naturaleza en el extranjero”.
También se rinde
cuenta del resultado del proyecto Información satelital, que tuvo como objetivo
alertar sobre el desbordamiento de los ríos, para que la política pública pueda
tomar decisiones a tiempo y evitar posibles eventos de catástrofe..
Al revisar apenas
dos números — entre una colección muy grande que con esfuerzo ha venido
realizando la Universidad Nacional — se revela la existencia de múltiples
casos, múltiples esfuerzos investigativos, múltiples éxitos, en múltiples áreas y disciplinas de
investigación.
Opinión sin
fundamento
La conclusión simple
y clara es que al parecer el autor solo alcanzó a revisar algunas páginas web
de universidades, donde no ha pasado de consultar las definiciones de misión y
visión. Tal frivolidad resulta
imperdonable cuando se ha tenido el privilegio de ocupar posiciones importantes
y participar de espacios donde se ha premiado la ciencia y la investigación del
país.
Foto:
noticias.universia.net.co
Podrían encontrarse
programas y proyectos de investigación
realmente importantes para la sociedad colombiana — y de relevancia
intelectual y académica a nivel internacional — en respetables instituciones
como la Universidad de los Andes, la Javeriana, El Rosario, la Universidad del Norte, la Universidad
Industrial de Santander (UIS), la Universidad del Valle, entre otras.
Al recibir la
acreditación por ocho años o más, se está reconociendo en estas instituciones
la integración de la docencia y la investigación, y la obtención de resultados
visibles e importantes.
La investigación en
las universidades colombianas no es aislada ni fugaz: la acreditación de
excelencia constata que recorren con pie firme el camino del conocimiento
mediante sus programas de pregrado, sus maestrías de investigación y sus
programas doctorales de excelencia, soportados por el conocimiento, la
investigación y la innovación.
Esta columna posee
una única virtud: se debería difundir entre los estudiantes en sus procesos de
aprendizaje como ejemplo ilustrativo de una opinión sin fundamento.
* Decano de Economía
de la Universidad del Rosario.
http://www.razonpublica.com/index.php/econom-y-sociedad-temas-29/3634-en-defensa-de-la-investigacion-universitaria-en-colombia.html