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CHAVEZ, INMORTAL SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA LATINOAMERICANA



Hasta siempre Comandante Chávez
HOMENAJE 



 'Los que mueren por la vida'
Los que mueren por la vida 
no pueden llamarse muertos 
y a partir de este momento 
es prohibido llorarlos 

que se callen los redobles 
en todos los campanarios 

vamos pu pal carajo 
que para amanecer 
no hacen falta gallinas 
sino cantar de gallos 

ellos no serán bandera 
para abrazarnos con ella 
y el que no la pueda alzar 
que abandone la pelea 

no es tiempo de recular 
no de vivir de leyendas 

canta canta compañero 
que tu voz sea disparo 
que con las manos del pueblo 
no habrá canto desarmado 

canta canta compañero 
canta canta compañero 
canta canta compañero 
que no calle tu canción 

si te falta bastimento 
tienes ese corazón 
que tiene latir de bongo 
color de vino ancestral 

viene tu cuenca de lucha 
cabalgando un viento austral 

canta canta compañero 
canta canta compañero 

canta canta compañero 
que tu voz sea disparo 
que con las manos del pueblo 
no habrá canto desarmado 

canta canta compañero 
canta canta compañero 
canta canta compañero 
que no calle tu canción 

si te falta bastimento 
tienes ese corazón 
que tiene latir de bongo 
color de vino ancestral 

viene tu cuenca de lucha 
jineteando un viento austral 

canta canta compañero 
canta canta compañero 
los que mueren por la vida 
no pueden llamarse muertos 

canta canta compañero 
canta canta compañero 

canta canta compañero 
canta canta compañero 
que no calle tu canción 

si te falta bastimento 
tienes ese corazón 

canta canta compañero 
canta canta compañero
Alí Primera
Chávez

Atilio A. Boron
Página/12

Cuesta muchísimo asimilar la dolorosa noticia del fallecimiento de Hugo Chávez Frías. No puede uno dejar de maldecir el infortunio que priva a Nuestra América de uno de los pocos “imprescindibles”, al decir de Bertolt Brecht, en la inconclusa lucha por nuestra segunda y definitiva independencia. La historia dará su veredicto, que no dudamos será positivo.

Más allá de cualquier discusión que legítimamente puede darse al interior del campo antiimperialista, el líder bolivariano dio vuelta una página en la historia venezolana. Desde hoy se hablará de una Venezuela anterior y de otra posterior a Chávez, y no sería temerario conjeturar que los cambios que impulsó y protagonizó parecen tener el sello de la irreversibilidad. Los resultados de las dos recientes elecciones reflejos de la maduración de la conciencia política de un pueblo otorgan un cierto sustento a este pronóstico.

Este genuino líder popular, representante insuperable de su pueblo con quien se comunicaba como nunca nadie antes lo había hecho, sentía un visceral repudio por la oligarquía y al imperialismo. Ese talante fue luego evolucionando hasta plasmarse en un proyecto racional y muy pensado: el socialismo del siglo veintiuno. Fue Chávez quien reinstaló en el debate público latinoamericano, y en menor medida a nivel internacional, la actualidad del socialismo; más aún, la necesidad del socialismo como única alternativa real ante la inexorable descomposición del capitalismo y las falacias de las políticas que procuran solucionar una crisis que es sistémica con políticas que no cuestionan los parámetros fundamentales de un orden económico social en descomposición. Y fue también Chávez el mariscal de campo que permitió propinarle al imperialismo la histórica derrota del ALCA en Mar del Plata, en Noviembre del 2005. Si Fidel fue el estratega general de esta larga batalla, la concreción de esta victoria habría sido imposible sin el protagonismo del líder bolivariano, cuya arrolladora personalidad concitó la adhesión del anfitrión de la Cumbre de Presidentes de las Américas, Néstor Kirchner, de Luiz Inacio “Lula” da Silva y de la mayoría de los jefes de estado allí presentes. ¿Quién si no Chávez podría haber logrado tan inesperado resultado? Por eso su muerte deja un hueco difícil, si no imposible, de llenar.

A su extraordinaria estatura como líder popular se le unía la clarividencia de quien, como muy pocos, supo descifrar el entramado geopolítico del imperio y la subordinación que éste imponía para América Latina. Subordinación que sólo podía neutralizarse afianzando en línea con las ideas de Bolívar, San Martín, Artigas, Morazán y Martí la unión de los pueblos de América Latina y el Caribe. De allí su torrente de propuestas integracionistas: desde el ALBA hasta Telesur; desde Petrocaribe hasta el Banco del Sur; desde la UNASUR hasta la CELAC. Iniciativas, todas ellas, que tienen un ADN indeleble: su ferviente e inclaudicable antiimperialismo. Chávez ya no está, pero confiamos en que los pueblos de Nuestra América inspirados por su ejemplo seguirán transitando por la senda que el bolivariano supo señalar. ¡Hasta la victoria, siempre, Comandante!

http://www.pagina12.com.ar/
Hugo Chávez: De Sabaneta a la historia

 
PL

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, líder indiscutible de la Revolución Bolivariana, acumuló en su andar un camino que lo llevó desde Sabaneta, en estado Barinas, a la historia por el profundo cambio que impulsó en el país.

Nacido el 28 de Julio de 1954 en esa localidad de los llanos de Barinas y fallecido este martes en Caracas, fue el segundo de los seis hijos de Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías, ambos maestros de educación primaria.

Reconocido por una singular personalidad capaz de captar los más diversos sentimientos populares, recibió en su formación la influencia militar y al ingresar en una escuela de ese tipo en 1971.

Tras cuatro años de estudio, se graduó como subteniente y licenciado en Ciencias y Artes Militares e inició una carrera en la entonces Fuerza Armada Nacional, en la que alcanzó, en 1990, el grado de Teniente Coronel.

De manera adicional, este proceso le facilitó el conocimiento de los más recónditos sitios del país y la crítica situación en que sobrevivían millones de venezolanos.

Seguidor del pensamiento y la obra del Libertador, Simón Bolívar, Chávez realizó también estudios de postgrado en Ciencias Políticas, que estructuraron y sistematizaron sus tempranas inquietudes políticas y sociales.

Fueron precisamente esas inquietudes el origen de la fundación en 1982, junto con otros oficiales del cuerpo castrense, del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200), en el entorno de una deteriorada situación sociopolítica en el país, que condujo, en 1989, a la explosión popular conocida como El Caracazo.

La Venezuela de los años 80 y 90 del pasado siglo se caracterizó por el agotamiento del modelo neoliberal instruido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y entronizado por gobernantes venales y corruptos, que llenó el país de millones de pobres a pesar de las inmensas riquezas generadas por la explotación petrolera.

Es en ese escenario en el que lidera, el 4 de febrero de 1992, una rebelión cívico-militar contra el presidente de turno, Carlos Andrés Pérez, que terminó en un fracaso, pero con el "por ahora" pronunciado por Chávez al asumir públicamente la responsabilidad por esa acción, se convirtió en el punto de partida de un proceso político que cambiaría al país.

Por esos hechos, Chávez estuvo dos años en prisión, de donde salió fortalecido ideológica y políticamente, y entonces fundó el Movimiento V República.

Tras su liberación, comenzó un peregrinar social y político por todo el país, además de sumar a sus filas a estudiantes,

profesionales, pequeños y medianos empresarios, campesinos, cultores, pescadores, mineros, indígenas, obreros, mujeres, jóvenes, militares, dirigentes locales y a la casi totalidad de la dirigencia de la izquierda venezolana.

Todo ello bajo las banderas del rescate del pensamiento bolivariano y de la convocatoria a una Asamblea Constituyente para refundar el Estado, recuperar la soberanía popular y nacional, así como transformar la estructura de exclusión social de las grandes mayorías.

De esa forma, intervino en las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998, apoyado por los partidos Comunista (PCV), Patria Para Todos (PPT) y otros que mantenían entonces posiciones de izquierda.

En esos comicios, Hugo Chávez fue electo por el 56,2 por ciento de los votos válidos y se convirtió en el 47 presidente de Venezuela, apoyado por el voto popular con el entonces segundo más alto porcentaje alcanzado por un candidato presidencial en cuatro décadas.

Tras la toma de posesión, el 2 de febrero de 1999, los acontecimientos se sucedieron con inusitada rapidez.

Un referendo constituyente, la elaboración de una nueva Carta Magna en sustitución de la de 1961 y su aprobación por el Parlamento el 15 de diciembre, marcaron el primer año de gobierno y crearon las bases de un profundo proceso de reformas políticas, económicas y sociales que continúa en la actualidad.

En virtud de lo establecido por la nueva Constitución Bolivariana, fueron convocadas elecciones generales para el año siguiente, a fin de ratificar a todos los cargos de elección popular, incluyendo la Presidencia, y en esa cita Chávez fue ratificado al obtener el 59,76 por ciento de los sufragios.

Sin embargo, la batalla política era intensa, pues las medidas ejecutadas por el gobierno para afianzar la soberanía y consolidar la independencia, entre ellas la Ley de Hidrocarburos de 2001, dirigida a recuperar los recursos derivados del petróleo, soliviantaron en su contra a los sectores más acomodados del país, que contaron entonces -y ahora- con el respaldo de Estados Unidos.

El efímero golpe de Estado de abril de 2002 y el paro petrolero de finales de 2003 y principios de 2004, fueron los intentos más graves de la oligarquía venezolana, asociada a intereses foráneos, de tratar de librarse de Chávez y de recuperar el control del país, frustrados por la resistencia popular y de la mayor parte de los militares.

Al mismo tiempo, comenzaron a ejecutarse las misiones sociales, entre ellas, Barrio Adentro, para la atención médica gratuita de la población de menos recursos, y Mercal, surgida tras las carencias provocadas por el paro petrolero y dirigida a proveer alimentos a bajos precios a los venezolanos.

Tras superar el referendo revocatorio promovido por la oposición en 2004 y ser reelegido en los comicios presidenciales del 3 de diciembre de 2006, Chávez emprendió el período de gobierno 2007-2012 con un creciente apoyo de la mayor parte de la población, que lo ve como el líder que les sacó de la sempiterna exclusión y les cambió la vida.


Los comicios del 7 de octubre del 2012 llevaron a la reelección del mandatario para un nuevo periodo 2013-2019, con el respaldo del 55,07 por ciento de los electores al acumular ocho millones 191 mil 132 votos, en un proceso donde la participación llegó al 80,4 por ciento.

http://www.argenpress.info/2013/03/hugo-chavez-de-sabaneta-la-historia.html


Hugo Chávez deja profunda huella


Por Humberto Márquez

Hugo Chávez saludando a una niña en un acto electoral

(IPS) -

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que murió este martes 5 en el Hospital Militar de Caracas de un cáncer en el abdomen detectado en junio de 2011, marcó de forma indeleble la historia política de su país.

Nacido el 28 de julio de 1954 en Sabaneta, un pueblecillo de los llanos del sudoeste de Venezuela, fue el segundo de los seis hijos varones de Hugo de los Reyes Chávez y Elena Frías, dos humildes maestros rurales.

Criado principalmente por su abuela, el joven Hugo se apasionó por jugar béisbol y a los 17 años, culminada la secundaria, ingresó en la Academia Militar.

Hizo carrera en el ejército al tiempo que, desde que era teniente, comenzó a organizar células conspirativas reunidas luego en lo que se llamó Movimiento Bolivariano Revolucionario-200, influenciado por su hermano mayor, Adán, militante del Partido de la Revolución Venezolana que orientaba el líder guerrillero Douglas Bravo.
Lucha social e integración

Como legado de Chávez en Venezuela queda el haber colocado el tema de la pobreza en el centro de la vida social y política, haber conducido a la izquierda al gobierno al cabo de casi un siglo de intentos frustrados, una cierta desacralización del poder y el fortalecimiento de grupos y comunidades que durante décadas estuvieron en la exclusión o al borde de ella.

En la región, Chávez deja un discurso y un tejido de relaciones que apuestan por la integración, política antes que económica según su concepción, y el apoyo a gobiernos amigos con base en el recurso petrolero.

Así, separó a Venezuela de la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) y la llevó al Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), creó Petrocaribe para auxiliar con petróleo a los países de la región, impulsó la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, el Banco del Sur y una incipiente moneda regional, el sucre.

Chávez entró en la historia de Venezuela la mañana del 4 de febrero de 1992, al momento de rendirse tras liderar una fallida y cruenta sublevación de varios batallones del ejército contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez (1974-1979 y 1989-1993).

Con uniforme de combate, boina roja de paracaidista y andar aplomado en medio de los nerviosos oficiales que le conducían cautivo, improvisó una alocución de 70 segundos dirigida a compañeros todavía alzados, pero que caló inmediatamente en millones de compatriotas que seguían el acontecimiento en vivo por televisión.

"Por ahora nuestros objetivos no fueron logrados…, pero el país tiene que enrumbarse hacia un destino mejor, y yo asumo ante ustedes y ante toda Venezuela la responsabilidad por este movimiento militar bolivariano", dijo al pedir el cese de la lucha para evitar más derramamiento de sangre.

En vez de sangre, corrieron la tinta y las voces de múltiples análisis acerca de cómo, en un país con millones de excluidos y falto de líderes que asumieran las fallas del sistema político, un joven oficial había asumido su responsabilidad a nombre de un movimiento que invocaba al libertador Simón Bolívar (1783-1830).

Así nació su leyenda y su popularidad. Estuvo preso dos años y luego, tras ser indultado por el presidente socialcristiano Rafael Caldera (1969-1974 y 1994-1999), recorrió el país promoviendo esperanzas de una nueva insurrección, hasta que en 1996, de la mano del veterano izquierdista Luis Miquilena, optó por buscar el poder mediante la vía electoral.

Fundó entonces el Movimiento V República (MVR), que avanzó mientras se desmadejaban los partidos tradicionales en el poder desde 1959, y ganó las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998, con 56 por ciento de los votos.

En otras 15 instancias electorales desde entonces hasta 2012, ese porcentaje de adhesión a la causa de Chávez se ha sostenido como promedio. Los sectores más pobres de la población han sido siempre su principal soporte.

A las razones económicas, sociales y culturales que explican ese respaldo, "la esperanza de justicia que habita siempre en lo profundo del alma de los pobres", se unió el carisma de Chávez, señaló a IPS el antiguo líder socialista Teodoro Petkoff.

Rasgos de ese carisma son su fácil identificación con el venezolano mestizo e informal, su verbo agitador y voz de mando, con un discurso a ratos con algo de predicador religioso, y repleto de menciones a Bolívar y a las luchas independentista y agrarista del siglo XIX.

De gran naturalidad ante el micrófono y las cámaras, desde que llegó al gobierno se dirigió al país unas 2.200 veces por cadenas de radio y televisión. También sumó casi 400 ediciones el programa dominical "Aló Presidente", desde donde explicaba por varias horas y casi siempre en tono coloquial cuestiones políticas, de gestión, de su pasado castrense y de historia, a veces la universal, otras la del terruño.

Chávez promovió causas de izquierda y gobiernos con semejanzas al suyo en América Latina y el Caribe, pactó una alianza cada vez más intensa y sólida con Cuba y adoptó como uno de sus guías al líder histórico de esa isla, Fidel Castro.

Impulsó la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que entró en vigor en 1999 y fue enmendada en 2009.

En 2001 dispuso medidas sobre la propiedad privada, desatando la reacción de las clases medias y altas y de sindicatos de empleados que en marchas multitudinarias reclamaron su salida del gobierno.

El 11 de abril de 2002, la mayor de esas marchas finalizó con tiroteos cerca de la casa de gobierno que dejaron 19 muertos y un centenar de heridos.

En ese marco, el alto mando militar, con apoyo de poderosos sectores civiles, perpetró un golpe de Estado contra Chávez al día siguiente, y asumió el gobierno de facto Pedro Carmona, presidente de Fedecámaras, la principal asociación empresarial del país, quien disolvió de inmediato los demás poderes del Estado.

Pero militares leales respaldados por miles de seguidores que rodearon los cuarteles en Caracas, repusieron al presidente constitucional en su cargo horas después.

A fines de 2002, se conjugó el "lock-out" (cierre patronal) de empresas privadas y de la producción petrolera con la huelga dispuesta por la dirección de sindicatos industriales y de comercio en busca, otra vez, de derrocar a Chávez. Dos meses consecutivos con esas medidas de fuerza no lograron vencer la resistencia, y las instituciones democráticas permanecieron estables.

En agosto de 2004, la oposición logró activar la herramienta constitucional de referéndum para poner en juego la continuidad del mandato presidencial de Chávez, pero las urnas nuevamente le fueron favorables, esta vez por 59 por ciento de los votos, en una jornada transparente controlada por la Organización de los Estados Americanos y el estadounidense y no gubernamental Centro Carter, entre otros observadores.

Con el soporte de Cuba, el gobierno de Chávez lanzó sus "misiones" –programas de alimentación, salud, alfabetización, educación y ayudas financieras directas a los sectores pobres–, al margen de las burocráticas instituciones tradicionales del Estado y convertidas al paso de los años en la nuez de su oferta política.

Después de su reelección en diciembre de 2006, el mandatario acentuó su confrontación verbal y diplomática con Estados Unidos, se acercó a países ajenos a la región, como Rusia, China e Irán, rompió relaciones con Israel y propuso como objetivo de su proyecto un "socialismo del siglo XXI".

Chávez siempre se definió como bolivariano, al punto que llevó ese adjetivo al nombre oficial de Venezuela y a muchas de sus obras y propuestas, pero también se confesó con insistencia como cristiano, humanista, marxista, socialista, antiimperialista, indigenista y obrerista.

Los precios altos de los últimos tiempos en el mercado petrolero, de donde se obtiene el "salario nacional" de Venezuela, le permitieron estatizar numerosas empresas y colocar toda la economía bajo severos controles, comenzando por el de cambios, pero sin poder frenar ni la importación de alimentos ni el afán consumista de los venezolanos.

Tras el rechazo de una nueva reforma constitucional en 2007 por una ajustada mayoría, debió esperar hasta 2009 para lograr que se votara su propuesta de reelección sin límite para la Presidencia y otros cargos electivos.

Mucho antes, en 2003, en una breve conversación con IPS, Chávez había dicho que no aspiraría a gobernar por siempre, "sino solo dos periodos, hasta enero de 2013, y después lo hará otro revolucionario u otra revolucionaria".

Pero luego cambió de opinión y planteó que su continuidad en el gobierno era un requisito para sostener el proyecto, argumentando que los constantes cambios de administraciones en América Latina y el Caribe han frustrado iniciativas de ese estilo.

La búsqueda de ese cuarto mandato parece haber impactado en su enfermedad, pues médicos dijeron que resultó fatal dedicarse en 2011 y 2012 al gobierno y a la campaña simultáneamente, descuidando su salud.

Solo in extremis, víctima de una nueva recaída en diciembre de 2012, aceptó ungir como heredero a Nicolás Maduro, su candidato a reemplazarlo en la Presidencia.

La primera gran incógnita que deja es si el liderazgo y el apoyo popular del que gozó por 20 años, 14 de ellos en el gobierno, se trasladará a sus herederos políticos.

También si el chavismo devendrá en un fuerte movimiento político, al estilo del peronismo en Argentina tras la muerte de su mentor Juan Domingo Perón (1895-1974), o si solo la figura de Chávez quedará como objeto de culto de la protesta de izquierda, como ocurrió con otro argentino, el guerrillero Ernesto "Che" Guevara (1928-1967).

Muchas veces dijo que cuando le llegase la vejez se veía retirado, bajo la sombra de un árbol en medio de las sabanas del sudoeste venezolano donde nació, dando clases a algunos chiquillos, quizá cultivando una de sus pasiones, la música y el recital de coplas de las llanuras que nutrieron su vida.

Guerrero por naturaleza, "un simple soldado" como gustaba repetir, siempre con una palabra de combate para explicar cualquier contingencia, vencedor de casi todos sus rivales, un verdadero triunfador en la política, no pudo ganar la batalla al cáncer que lo emboscó y lo llevó a la muerte a los 58 años de edad.

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=102461


¡Hasta siempre, Comandante!

 
Homar Garcés 
ARGENPRESS.info

Es difícil resignarse ante la muerte de un líder que despertó pasiones, emociones y conciencias entre millones de personas como nunca había ocurrido antes, tanto en Venezuela y en nuestra América como en el resto del mundo. Un líder que supo interpretar las necesidades, el sentimiento y las esperanzas de un pueblo que fuera engañado, humillado, marginado y masacrado a lo largo de cuarenta años por las elites gobernantes.

Un líder que reavivó la confianza en el socialismo como alternativa revolucionaria frente a la depredación, el intervencionismo militar, las injusticias y las desigualdades generadas por el capitalismo cuando muchos aceptaron sin chistar el veredicto de sus apologistas al desmoronarse la Unión Soviética. Un líder, en fin, que supo comprender la trascendencia de su papel histórico y lo asumió a plenitud -sin mezquindad y a tiempo completo- en beneficio de aquellos que jamás perdieron la fe respecto a que él sabría y haría mucho por dignificar sus condiciones de vida. Por eso, decir que Hugo Chávez Frías ha muerto es una mala jugada de quienes, de una u otra forma, le acompañamos en este arduo camino de construir la patria nueva y la revolución bolivariana socialista. Sería concederles la razón a aquellos que, enceguecidos por sus apetencias personales de poder, mantuvieron posiciones de evidente lacayismo, subordinados siempre a los intereses del imperialismo gringo, con la vana ilusión de parecerse a sus amos capitalistas.

En retribución a esa dedicación de Chávez en hacer realidad los anhelos republicanos, independentistas, igualitarios, integracionistas, ciudadanos y democráticos de Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, además de otros próceres de la amplia geografía latinoamericana y caribeña, a los cuales se sumaran (sin contradicción) los contenidos en el socialismo revolucionario; los chavistas tienen ante sí el reto de mantener, profundizar y consolidar los cambios necesarios para que la revolución bolivariana socialista no naufrague y no se pierda ese gran esfuerzo hecho por el Presidente. Para ello es fundamental que se alcance la unidad orgánica de los revolucionarios sobre un programa común, sin los sectarismos partidistas que desde siempre han obstaculizado este propósito que -ahora más que nunca- es harto necesario para la continuidad del proceso revolucionario bolivariano. Dicho propósito, sin embargo, no podrá cumplirse sin que exista sinceridad de parte de todas las organizaciones sociales y políticas que respaldaron a Chávez en cuanto a la promoción, activación, formación teórica y organización autónoma del poder popular, con énfasis especial respecto al pleno ejercicio de la democracia participativa y protagónica, en una primera fase, para luego convertirse, en una fase posterior, en democracia directa, transformando radicalmente todas las estructuras de la sociedad existente.

Ahora sólo nos resta exclamar ¡Hasta siempre, Comandante!, reafirmando con ello el compromiso revolucionario que debe caracterizarnos a quienes hemos luchado por forjar una sociedad de nuevo tipo bajo los ideales del socialismo revolucionario, poniendo todo nuestro empeño en que dicha sociedad (incluyente, de unidad en la diversidad e internacionalista) sea algo posible y no simple discurso de demagogos y oportunistas.

http://www.argenpress.info/2013/03/hasta-siempre-comandante.html

Por Chávez… por Nuestra América

 
Alejandro L. Perdomo Aguilera 
ARGENPRESS.info

Chávez, ejemplo de virtud y de entereza, imagen inmortal del sueño bolivariano, de la unión de Nuestra América, de la esperanza y el valor de los pueblos que claman día a día por el triunfo de la segunda y verdadera independencia.

Chávez es pasado, presente y futuro; sus ideas y sus sueños quedarán inmortalizados en las mentes y los corazones de muchas generaciones; porque demostró con su vida, que la lucha por la emancipación no morirá jamás, que el ansia de los hombres y mujeres de Nuestra América, por una vida más digna y plena, ameritan toda la consagración, el amor y el valor de nuestros pueblos. Chávez es, por su vida y su legado, la prédica con el ejemplo, la luz en el horizonte del símbolo de la unidad de Nuestra América.

Sí…, Chávez ha muerto, pero también ha nacido, germina en una tierra divina, donde habitan los próceres de nuestras emancipaciones. Está allí porque tiene el valor único, de haber reavivado en las nuevas generaciones el sueño bolivariano; porque demostró que sólo los que sueñan con lo imposible, logran lo posible. Sus luchas por la verdadera liberación derribaron fronteras, transgredieron tabúes e invadieron espíritus; forjando la unidad, como la plata en las raíces de los andes, para las luchas contra los hegemonismos, las castas y la desesperanza.

Sí…, Chávez ha muerto, pero seguirá vivo, porque se ha convertido en el alma de la segunda independencia, porque desplegó la llama de la revolución, regando la esperanza y el amor por toda la Madre América.

Desde esas últimas comparecencias, cuando enfrentó con valor y nobleza la realidad que le confrontaba, habló con pasión, desde el torrente de su corazón, para que jamás murieran sus ideas, para que su pensamiento y sus esfuerzos por una vida mejor para nuestros pueblos, continuara encarnada en las nueva generaciones.

Adiós Chávez, con amor sincero y respeto pleno, te escribe uno más de este hermano pueblo cubano, que hoy sufre con Nuestra América, la terrible perdida de tu presencia física, pues siempre estarás en nuestros corazones.
http://www.argenpress.info/2013/03/por-chavez-por-nuestra-america.html 


¡Chávez Vive! ¡La Lucha Sigue!




¡Chávez Vive! ¡La Lucha Sigue!
Revista Libre Pensamiento

Chávez Vive, su Venezuela Bolivariana, aunque lo llora con dolor profundo, se mantiene incólume, como Patria Socialista, como Patria Emancipada.

Chávez Vive. Está ahora reunido con Bolívar cuidando de ella y de toda la Patria Grande. Desde su vida y, a partir de ahora, desde su inmortalidad, llama a la unidad de todas las fuerzas patrióticas y las de todas las fuerzas amantes de la paz y la justicia social en Latinoamérica y el mundo.

El ALBA que junto a Fidel concibió, creó y puso en marcha, permanece firme y, sin duda, bajo su inspiración, habrá de crecer y profundizarse para bien de Nuestra América.
La CELAC que él concibió, inspiró e impulsó existe y sabrá sortear tormentas e intrigas de toda índole.

Y hay que decirlo, la dirección revolucionaria que él supo tejer con tanto acierto, ha sabido administrar sabiamente todo lo relativo a su enfermedad, agonía y muerte, sin dar más información que la que las circunstancias dictaban. Por eso Fidel, anotó hace muy poco:

“Todo debió llevarse a cabo con mucha discreción, para no darle oportunidad a los grupos fascistas de planear sus cínicas acciones contra el proceso revolucionario Bolivariano.”

Que no se enreden, pues, las aves de mal agüero, los que presagiaron cual pitonisa y, sobre todo, con mórbido deseo, su muerte, para buscar en vano el desplome de todo su proyecto revolucionario, confundiendo al hombre de carne y hueso, al individuo, con su obra gigantesca que era, ha sido y será siempre una obra colectiva, creada por su pueblo bajo su inspiración y dirección.

Chávez desde en vida se alojó en el corazón de su pueblo; y más aún, en el de todos los que amamos la justicia social, en todos los que amamos la hermandad y la solidaridad entre los seres humanos, en Nuestra América y mucho más allá de sus límites.

Chávez, Junto a Bolívar, Martí, Sandino y muchos próceres más, seguirán conduciendo la resistencia irrenunciable al imperio del capital y sus lacayos; seguirá impulsando la lucha por la segunda y definitiva independencia de toda Nuestra América.

Publicado por Revista Libre Pensamiento

 La semilla de Hugo Chávez

Gilberto López y Rivas

Ha muerto un hombre de bien, un hombre del pueblo y para el pueblo que luchó por dignificar y dar poder a los humildes de su querida República Bolivariana de Venezuela. Fue un hombre de su tiempo y un adelantado que alcanza la inmortalidad de los predestinados para dejar huella en la historia del mundo de las resistencias y revoluciones. Soñó, como su mentor Bolívar, con una América Latina unida y libre de la dominación imperialista. Como su gran amigo y consejero Fidel, puso en marcha las fuerzas telúricas de los explotados para dejar de serlo y avanzó a contracorriente de inercias, telarañas seculares y conspiraciones.

Hugo Chávez deja un enorme vacío político –nacional e internacional– por su estatura como dirigente de los de abajo, por su visión de estadista al servicio de una revolución que contra viento y marea ha logrado cambiar al país hasta sus cimientos; por su calidad humana que concitó el apoyo ciudadano mayoritario en los innumerables procesos electorales en los que participó y que lo llevaron a los varios mandatos de una presidencia golpeada sistemáticamente por una derecha recalcitrante, violenta, racista, aliada del imperio, siempre lista para el boicot empresarial, la subversión, el golpe de Estado, y el magnicidio.

El odio implacable y patológico a Hugo Chávez por parte del gobierno de Estados Unidos, de la oligarquía venezolana, de sus pares en los circuitos de la contrarrevolución y el terrorismo de Estado, en la derecha intelectual de los Varga Llosa, y en los medios de comunicación a su servicio, como el duopolio televisivo en México, o El País, en España, ofrece la medida de lo que el Comandante representa para su pueblo y los pueblos del mundo en esta compleja lucha de clases que tiene lugar en el ámbito planetario, a pesar de los esfuerzos de la dictadura mediática por negarla, ocultarla o trastocarla en su favor.

El Comandante deja un vacío, pero también una legado de incalculable valor: su confianza en el pueblo pobre y explotado para vencer las adversidades y enfrentar la violencia del imperio y la oligarquía; su capacidad para reaccionar avanzando a cada agresión de sus enemigos; su curiosidad intelectual que lo llevó a un permanente desarrollo de sus alcances teóricos sobre el entorno político e ideológico que le tocó vivir; su lealtad y congruencia para estrechar las alianzas duraderas y confiables, como las mantenidas con el pueblo y el gobierno cubanos.

También nos deja la lección de la viabilidad de la integración latinoamericana como garantía de independencia y soberanía frente al imperialismo, y en particular con la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), el ejemplo concreto de que lejos de la dictadura del capital, los pueblos pueden relacionarse bajo la premisa de la solidaridad y la verdadera hermandad. Su legado político regional también incluye Telesur, Petrosur, Petrocaribe, la naciente Celac, Banco del Sur, entre otras iniciativas que, propias o conjuntas, no podrían pensarse hoy sin la participación del Comandante presidente.

No tengo la menor duda de que el chavismo logrará salir airoso de la prueba de una Venezuela sin Chávez, si permanece unido a ese legado y si radicaliza aún más la revolución bolivariana en la dirección inequívoca de profundizar la construcción del poder popular, de combatir la corrupción y la doble moral entre sus filas, de ocupar todos los espacios de la territorialidad y la política con hombres y mujeres reconocidos por su fidelidad al pensamiento y la práctica del presidente Chávez.

Murió un libertario, un irreverente, un comandante del pobrerío, pero queda la semilla de un futuro más promisorio para la Venezuela bolivariana y para la América Latina entera, para otro mundo posible, que sin la acción de hombres de la estatura del Comandante y de los pueblos como el que lo ha acompañado desde hace más de 15 años, no podríamos alcanzar.

http://www.jornada.unam.mx/2013/03/06/opinion/013a1pol 

La muerte de un revolucionario de Nuestra América
 
Renán Vega Cantor


"La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida."
José Martí

El martes 5 de marzo de 2013 quedará en la historia de este continente como el día en que falleció el comandante Hugo Chávez Frías, presidente constitucional de Venezuela, un revolucionario a carta cabal de nuestra América, cuya imagen, ideal, y proyecto ya forman parte de la legendaria constelación de luchadores antiimperialistas y anticapitalistas de este lado del planeta.

En esta hora de profundo dolor para los luchadores del mundo, es necesario recordar el carácter revolucionario de la vida y obra de este líder de Venezuela, con independencia de las incertidumbres políticas que el futuro inmediato le depare a ese país y a toda Latinoamérica, por la temprana desaparición física de este notable personaje.1
Sin pretender ser exhaustivo en momentos en que la tristeza nubla el pensamiento, basta mencionar algunos de sus aportes revolucionarios. Para empezar, la figura y proyecto de Hugo Chávez emergieron cuando el neoliberalismo –es decir, el capitalismo realmente existente- se pavoneaba orondo por nuestra América y por el mundo, sin desafíos ni obstáculos a la vista, enceguecido por las falacias del “fin de la historia” y el “choque de civilizaciones”, propagadas por el imperialismo estadounidense y sus súbditos locales. Este neoliberalismo venía acompañado de la retórica de la globalización, como una supuesta realidad irreversible ante la que nada se podía hacer y a la que debían someterse los países, lo que significaba en la práctica aceptar el dominio de las Empresas Transnacionales y soportar como algo normal el saqueo de los recursos naturales.

Eran los momentos de borrachera, euforia y esplendor del “nuevo orden mundial”, que había sido proclamado por George Bush padre luego de la Primera Guerra del Golfo (1990-1991) y la disolución de la Unión Soviética (1991) y que había conducido en Estados Unidos al apogeo de la “nueva economía” durante el gobierno de Bill Clinton (1993-2001), y a suponer que esa efímera prosperidad especulativa, basada en la burbuja punto.com, iba a ser eterna.

Pues bien, para el imperialismo esa borrachera se convirtió en una amarga resaca cuando en Venezuela se empezaron a producir notables cambios a partir de 1998, año en el que Hugo Chávez ganó las elecciones y convocó a una Asamblea Constituyente que puso fin al dominio bipartidista del punto fijismo y cuestionó el modelo neoliberal que había hundido en la miseria a la mayor parte de los venezolanos. El primer aporte revolucionario de Hugo Chávez estriba, entonces, en haber nadado contra la corriente, en instantes en que nadie se atrevía a hacerlo, y todos aceptaban como evidente al fundamentalismo de mercado, la globalización y el Consenso de Washington. Cuestionar el neoliberalismo y embarcarse en un proyecto diferente, visto en perspectiva histórica, se convirtió en un hecho revolucionario porque rompió aguas en medio de la aceptación sumisa del orden existente. Eso supuso en la práctica que desde Venezuela se impulsaran propuestas encaminadas, por ejemplo, a rediseñar a la Organización de Países Exportadores del Petróleo (OPEP), lo que conllevó la recuperación del precio del crudo para los países petroleros, algo que hasta ese momento se consideraba como herético, porque supuestamente los precios de las materias primas no podrían subir porque así lo determinada el “mercado”.

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En segundo lugar, y acompañando a lo anterior, el discurso y la práctica de Hugo Chávez asumieron una postura antiimperialista, porque rápidamente se evidenció que Estados Unidos – en concordancia con su vocación histórica de considerar a nuestro continente como su “patio trasero”- no tolera ninguna política nacionalista, soberana e independiente y está dispuesto a hacer todo lo que sea para liquidar a los líderes y gobiernos que se atrevan a cuestionar su hegemonía. Y, efectivamente, en la medida en que el proyecto bolivariano en Venezuela planteaba una recuperación de la soberanía nacional y energética y proponía políticas redistributivas de tipo interno, inmediatamente los intereses coaligados de las clases dominantes locales y los de Estados Unidos entraron a operar para impedir la consolidación de ese proyecto, como se ha evidenciado durante estos 15 años, pero cuyos hechos más evidentes fueron el fallido golpe de Estado de 2002 y el paro petrolero de PDVSA entre finales del mismo año y comienzos del 2003.

El antiimperialismo de Chávez se manifestó en los más diversos escenarios, en donde, a diferencia de todos los cipayos proestadounidenses (como los de la Unión Europea o de América Latina), habló claro y llamó al pan, pan y al vino, vino. Fue de los pocos que en mundo se atrevió a criticar los crímenes imperialistas en Irak y Afganistán, así como las acciones genocidas de Israel contra los palestinos o contra el Líbano, un hecho notable en medio de la aceptación de esos crímenes por parte de la mayor parte de los gobiernos de Latinoamérica. Pero lo más significativo, en cuanto a logros, de esta lucha antiimperialista se manifestó en el entierro del proyecto imperial del ALCA, que feneció en el 2004 en las tierras de Argentina, y que no pudo ser impuesto al continente en la forma original cómo había sido concebido por los Estados Unidos, que buscaba tener un mercado abierto y a su disposición para sus inversiones, que cubriera desde el norte de México hasta la Patagonia. El hundimiento del ALCA está directamente relacionado con la decisiva actuación de Hugo Chávez, quien se encargó no sólo de denunciarlo, sino en proponer otras formas de integración para el continente.

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Justamente, este es un tercer aporte revolucionario de Hugo Chávez, porque recuperó el legado integracionista de Simón Bolívar, José Martí, José Artigas, César Augusto Sandino y otros luchadores de nuestra América. Esos proyectos de integración, que antes eran simples ideas, han empezado a convertirse en realidad (como el ALBA y MERCOSUR), gracias a la decisiva participación del gobierno bolivariano de Venezuela y a su propósito de buscar otros caminos diferentes a la falsa integración neoliberal hegemonizada por los Estados Unidos. Por supuesto, esto se basó en la actualización del ideal bolivariano de una patria grande, en la cual los pueblos se ayuden mutuamente, algo que Chávez hizo efectivo con el establecimiento de mecanismos comerciales solidarios, como los que efectuó con Cuba y con otros países del Caribe. Se podrá decir que esa integración está en pañales y que no ha avanzado tanto como debía, pero ese hecho cierto no puede ignorar que en el continente latinoamericano se volvió a hablar de un tema tabú para las clases dominantes de cada país, como es el de la integración más allá de los Estados Unidos y sin los Estados Unidos.

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En cuarto lugar, Chávez volvió a poner sobre el tapete de discusión y reflexión el horizonte del socialismo, porque se atrevió a plantear, contra las corrientes dominantes incluso en el seno de una izquierda timorata y plegada al capitalismo, que era necesario construir otra tipo de sociedad, diferente a la hoy imperante a nivel mundial. A ese proyecto él lo denominó el “socialismo del siglo XXI”, con lo cual rescató una palabra que había sido olvidada en el mundo tras el colapso de la URSS a comienzos de la década de 1990 y cuando se pensaba que ese asunto había desaparecido de cualquier agenda política, ante lo que se consideraba como un irreversible triunfo del capitalismo.

Aunque se aduzca que ni en Venezuela ni en otros países de la región se ha avanzado en la construcción de tal socialismo, no puede desconocerse la importancia de volver a preguntarse, cómo lo hizo el fallecido presidente venezolano, si el capitalismo es eterno, e inmodificable y si las luchas que contra él se emprendan no pueden bosquejar otro tipo de sociedad. Esto hace parte del abc de cualquier programa revolucionario anticapitalista desde el siglo XIX, que se creía sepultado, pero que en Venezuela fue recuperado y nuevamente aparece en el imaginario de importantes luchadores y pensadores anticapitalistas de América y el mundo. A raíz de esta recuperación conceptual de tipo político, sectores de la izquierda volvieron a hablar en voz alta y sin temores de la necesidad de construir otro orden, que vaya más allá del capitalismo, que aprenda de las experiencias negativas del siglo XX, sin abjurar del carácter igualitario y democrático de un proyecto anticapitalista.

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En quinto lugar, socialismo quiere decir en sentido profundo luchar por la igualdad –que no es sinónimo de homogenización y erradicación de las diferencias-, una palabra que casi había desaparecido de la conceptualización política e incluso del léxico corriente, y que fue sustituida por un vocablo que ha sido intoxicado por el neoliberalismo –vía Banco Mundial- como es el de equidad. Este término, en esta lógica mercantil, no tiene nada que ver con la igualdad, sino que es el reconocimiento de las desigualdades como algo natural, a nombre de lo cual se afirma que se deben proporcionar iguales oportunidades en la competencia –entre un gerente de una multinacional y un trabajador asalariado, por señalar un caso, para que ambos compitan en las mismas condiciones por ocupar un lugar en la clase ejecutiva de un avión transcontinental. Como encarnación de un proyecto socialista, Chávez enfrentó la desigualdad en Venezuela, con resultados positivos en cuanto a la disminución de la pobreza en ese país, por haber permitido el acceso a la educación, a la salud, a la recreación y a la cultura a importantes sectores de la población, antes excluidos de todos esos derechos.

Con sus políticas redistributivas, Chávez volvió a evidenciar la importancia del Estado como un actor fundamental de la sociedad, lo que llevó a impulsar el gasto público en dirección de las mayorías sociales, en momentos en que, los países europeos, en donde tanto se presumía de haber construido sociedades de bienestar más o menos igualitarias, asumen a fondo el proyecto neoliberal y aumentan las desigualdades, al tiempo que privatizan la salud y la educación.

La lucha por la igualdad ha llevado a que en Venezuela importantes sectores de la población, hasta no hace mucho tiempo subyugados por su condición de clase y de “raza”, hayan adquirido conciencia de sus derechos, de su fuerza colectiva y de su poder de decisión, ya que fueron los soportes esenciales de los 14 triunfos electorales de Hugo Chávez, y quienes impidieron que se consolidara el golpe de Estado de abril del 2002. De ahí el gran carisma y ascendiente de Chávez entre esos sectores ninguneados y olvidados por el capitalismo periférico venezolano, que en los últimos años –desde el caracazo de 1989- han emergido como el sujeto social más importante de la historia contemporánea de ese país. Y de ahí también el odio visceral que contra ellos manifiestan las clases dominantes y las clases medias de Venezuela y del resto del mundo, porque finalmente lo que no se acepta y se desprecia es que los pobres, los zambos, los afros, los indígenas, las mujeres pobres tengan derechos y se proclamen como iguales a los “blancos” proimperialistas.

Este mismo hecho explica esa gran oleada internacional de racismo desplegada contra el comandante Hugo Chávez en la autodenominada “prensa libre” del mundo, en la que se incluyen la radio, la televisión y los medios impresos, que en los últimos 15 años han batido todos los records de sevicia desinformativa, de mentiras y embustes, cuando de hablar de Venezuela y de su presidente se trata. Esta campaña forma parte ya de la historia universal de la infamia, en la que sicarios y criminales, con micrófono y con procesador de palabras, han recurrido a todas las mentiras para enlodar la vida de Chávez y para calificarlo como “dictador”, “tirano” y otros epítetos entre los que aparecen denominaciones racistas, que no vamos a recordar acá por su bajeza moral.

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Hugo Chávez fue un personaje notable en la política venezolana y latinoamericana por su carisma, su influjo popular, su capacidad discursiva, su vivacidad, su ingenio, su inventiva, sus dotes histriónicas, pero, sobre todo, por actuar como un educador y pedagogo práctico. Este es otro de sus aportes revolucionarios, que ya se evidencio desde cuando participó en un fallido golpe de Estado contra el régimen neoliberal de Carlos Andrés Pérez en 1992, porque las palabras pronunciadas en el momento de rendirse tuvieron gran impacto en la población, y lo dieron a conocer ante Venezuela y el mundo. De ese momento en adelante, las miles de reuniones, asambleas, charlas y conferencias en las que participó se convirtieron en eventos de tipo educativo, que le confirieron un carácter revolucionario a su acción y a su palabra, esto es, fueron dardos contundentes contra las evidencias establecidas como verdades incuestionables sobre el capitalismo, el neoliberalismo y la globalización.

Para entender este asunto, es bueno recordar que los políticos contemporáneos se desempeñan cual si fueran muñecos amaestrados, como los presentadores de televisión, que se limitan a repetir siempre el mismo discurso, frío, aburrido, sin alma y sin vida, sin abandonar el guion preestablecido y entonando siempre su insoportable jerga neoliberal. Chávez rompió con todo eso al emplear un lenguaje simple, descomplicado, directo, sin usar eufemismos y atreviéndose a llamar a los criminales por su nombre (como hizo con Georges Bush en la ONU o con un ex presidente colombiano al que calificó, como lo que es, de mafioso), porque se basaba en la máxima atribuida a José Gervasio Artigas, y que le gustaba citar, “con la verdad ni ofendo ni temo”.

Pero hay otro aporte revolucionario de Hugo Chávez en sus alocuciones y conferencias, la reivindicación de la lectura. Esto es importante recordarlo en un momento en que nadie lee nada, empezando por los presidentes y funcionarios gubernamentales – o acaso alguien con dos dedos de frente cree seriamente que alguna vez han leído un libro personajes tan “cultos” como Carlos Menen, Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos, José María Aznar, Juan Carlos de Borbón, George Bush o Mariano Rajoy-. En las charlas y encuentros que realizaba Chávez solía citar y aludir a autores diversos de la tradición socialista y revolucionaria de nuestra América y el mundo, y valga recordar sus menciones a Eduardo Galeano, Itsván Mészaros, León Trostky, Noam Chomsky, entre algunos. Y al mismo tiempo que en sus charlas mencionaba libros y autores también anunciaba la necesidad de difundirlos, cosa que efectivamente se hizo porque en Venezuela se han editado millones de ejemplares a bajos precios de clásicos del pensamiento revolucionario universal.

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Sin agotar el asunto en esta nota, tales son algunos de los principales aportes revolucionarios de Hugo Chávez, cuya figura y realizaciones ya forman parte de la historia del continente y, sobre todo, de la historia de los olvidados y de los vencidos. Chávez, como lo proclamaba sabiamente José Martí, fue un hombre de su tiempo y de todos los tiempos, porque supo encarnar en el momento adecuado un proyecto antineoliberal y antiimperialista para enfrentar lo que se concebía como inatacable en su país y en continente. Él supo entender las necesidades más sentidas del pueblo venezolano, empobrecido y humillado por el capitalismo neoliberal, y en ese esfuerzo por afrontar la miseria que ese sistema genera ha hecho aportes reales al ideario anticapitalista del mundo. Como alguna vez lo dijo Jorge Plejanov al analizar el papel del individuo en la historia: "Un gran hombre lo es no porque sus particularidades individuales impriman una fisonomía individual a los grandes acontecimientos históricos, sino porque está dotado de particularidades que le convierten en el individuo más capaz de servir a las grandes necesidades sociales de su época". Y eso se aplica a cabalidad al caso de Chávez, que ha servido a las necesidades sociales no sólo del pueblo venezolano sino de los pueblos de todo el continente.

Por supuesto, Chávez fue, como todos nosotros, un ser humano de carne y hueso, con sus propias contradicciones y limitaciones, tanto en sus formulaciones como en sus realizaciones prácticas. Es elemental que los revolucionarios son seres humanos y no dioses, en razón de lo cual aciertan y se equivocan, pero justamente son revolucionarios, porque mayores son sus aciertos que sus errores, porque están convencidos de la importancia de luchar contra el orden establecido a cambio de lo cual lo dan todo, hasta la vida misma, y porque con su lucha dejan un destello de ejemplo y dignidad, que los engrandece ante sus contemporáneos y sirve de legado a otras generaciones. Chávez ha sido un formidable revolucionario –un vocablo que no tiene nada que ver con las capillas de iluminados de todas las sectas de izquierda- que ha hecho más aportes reales a la lucha por otra sociedad que cientos de doctrinarios puristas, que tanto hoy como ayer lo han calificado como “populista”, “caudillo” o cosas por el estilo.

Y su carácter de revolucionario queda evidenciado en estos momentos si nos fijamos en quienes lo lloran y quienes se alegran por su muerte. Lo lloran los pobres de su país y muchos pobres de otros lugares del mundo. Lo lloran quienes entienden lo que significa la pérdida de un valioso líder de la izquierda internacional. Lo lloran los que en Venezuela y otros países han sentido lo que significa la solidaridad, en instantes en que se ha impuesto como si fuera parte de la naturaleza humana el egoísmo e individualismo neoliberal. Estos son los que nos importan, mientras las bestias carroñeras de la muerte (encabezados por el Partido Republicano de los Estados Unidos) se relamen de felicidad por la muerte de un peligroso enemigo, como lo expresan sin aspavientos a través de sus pornográficos medios de incomunicación, llámense El País, Clarín, El Tiempo, CNN, Caracol, RCN o como sea.

Chávez ya es un patrimonio de los revolucionarios del mundo y su nombre permanecerá en la memoria no solamente del pueblo venezolano sino de los pueblos de nuestra América y esto debe enorgullecer a los revolucionarios, por dolorosa y dura que sea su partida, y por los difíciles e inciertas que sean las luchas que se avecinan. Mientras tanto, todos sus detractores y sus enemigos del capitalismo y del imperialismo, entre esos muchos pigmeos morales e insignificantes individuos que se desempeñan como presidentes de muchos países –representantes incondicionales de los explotadores y de las clases dominantes- no quedaran siquiera en el basurero de la historia y más rápido de lo previsto serán olvidados.

Porque como dijo con intensidad César Vallejo en su vibrante poema Masa, que parafraseamos: “No mueras comandante, te queremos tanto”, y cuyo bello texto es una alegoría de la manera como la memoria del revolucionario Hugo Chávez permanecerá en nuestra América:

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “No mueras, te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
“No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate, hermano!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporase lentamente
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

Renán Vega Cantor es historiador. Profesor titular de la Universidad Pedagógica Nacional, de Bogotá, Colombia. Autor y compilador de los libros Marx y el siglo XXI (2 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 1998-1999; Gente muy Rebelde, (4 volúmenes), Editorial Pensamiento Crítico, Bogotá, 2002; Neoliberalismo: mito y realidad; El Caos Planetario, Ediciones Herramienta, 1999; entre otros. Premio Libertador, Venezuela, 2008.
 
 

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